#01.

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〔 La codicia siembra el
principio de un mal mayor〕.

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➺ Takemichi Hanagaki.
 
 

Si algo había descubierto Takemichi es que no podía fiarse de ningún ser vivo. Todos pretendían fingir ser una sociedad perfecta.

Una perfecta mentira construida con la más alta tecnología.

Hanagaki era el hijo de un impresionante jefe en robótica avanzada. La C.P.A. También conocida como la agencia de cienciología para androides. Una de las empresas con más éxito en todo Tokio.

Y aunque en un principio había sido obligado a estudiar para ello. Había acabado por descubrir lo increíbles que eran los robots y por su decimocuarto cumpleaños le habían regalado un modelo de última generación diseñado por su propio progenitor.

Sin embargo su modelo CMT600 había acabado por convertirse en su secretario personal.

Takemichi se pasaba noches enteras en vela tratando de encontrar una solución a sus más oscuros pensamientos deambulantes. Estaba a un paso de conseguir terminar su última y más avanzada creación. Un corazón mecánico de plasma azul con la capacidad de bombear sangre y con pulsaciones latentes. El arsénico era su mayor fuente de dinero pero debía andar con cuidado ya que era sumamente tóxico para los humanos.
Él quería hayar la forma de instaurarles emociones similares a las de un humano para que pudieran sentir lo que era la empatía, pero eso era técnicamente imposible. Además de un corazón que bombeara sangre totalmente realista a excepción de que el plasma era azul cobalto y un cerebro con el que pudiesen razonar sobre el bien y el mal.

Quería que pudieran sentir de la misma forma que lo haría un humano normal y corriente, pero todo eso estaba a cien años luz de su verdadero propósito.
De crear a un androide con la capacidad de pensar, razonar y construir por si mismo. Ha sus 21 años había adquirido la suficiente confianza, tecnología, presupuesto e inteligencia para poder manejar la empresa de su padre. Como su más importante y fiel socio.

Hanagaki se encontraba ordenando los documentos que anteriormente su padre le había ofrecido para dejarselos a cargo en su bonito y ordenado laboratorio al que él prefería llamar; “Su taller de relojería punta”. Era un lugar espacioso el cual había obtenido debido a su arduo trabajo.

Chifuyu. Su secretario y mejor amigo lo observaba desde su puesto siempre atento a las ordenes de su propietario.

Takemichi estaba acabando de probar si su proyecto era rentable, seguro y práctico. Había instaurado y regulado los niveles cardíacos del autómata que su padre le había ofrecido para experimentar a cambio de un nuevo descubrimiento. Era un modelo KTH650 que había salido hace ya algún tiempo pero que había tenido algunos problemas en su funcionamiento, así que lo estaba intentando reparar.

Observó con detenimiento como el androide parecía estar respirando como si el hecho de que su torso estuviera abierto a cal y canto no le impidiese poder continuar con su vida y eso era algo obvio, ya que al ser un androide no tenía mayores complicaciones, y en el caso retórico de haber sido un humano. Se podría haber asegurado que estaba siendo operado con la máxima precaución.

— Fuyu. La manguera de drenaje. — El joven extendió su mano esperando a que el autómata se moviera y tal y como le había pedido. El robot dejó el objeto sobre su mano.

𝐏𝐒𝐘𝐂𝐇𝐄𝐃𝐄𝐋𝐈𝐂 𝐋𝐎𝐕𝐄. | 𝑇𝑜𝑘𝑦𝑜 𝑅𝑒𝑣𝑒𝑛𝑔𝑒𝑟𝑠.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora