𝐏𝐒𝐘𝐂𝐇𝐄𝐃𝐄𝐋𝐈𝐂 𝐋𝐎𝐕𝐄. | 𝑇𝑜𝑘𝑦𝑜 𝑅𝑒𝑣𝑒𝑛𝑔𝑒𝑟𝑠.

#07.

　
　
　
　
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〔 Quería ser tu final feliz, no tu maldita despedida sin respuesta. 〕
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➺ Takemichi Hanagaki.
　　
　
Para cuando se despertó se había encontrado tumbado sobre un sofá, una habitación con luminación led que lo mareaba.

Y vomitó.

Sentía su estómago revuelto.

— Parece que ya despertaste. — Manjiro sonrió observándolo.

— ¿Dónde estoy? — El cenizo respondió confundido, observó su entorno y recordó haber estado en el bar de Shinichiro, aún seguía allí, se encontraban en medio de una fiesta.

— Vine a buscarte. — El ojiónix posó su mano sobre la mejilla del menor. — Te habías desmayado. ¿Te sientes bien?

— Estoy mareado, no recuerdo nada de lo que pasó después de haber estado bailando. Apareció Izana y Sanzu, me rodearon y luego perdí la cuenta de lo que siguió. — Respondió ligeramente compungido.

— Yo te seguí, por eso te encontré, pero te habías desmayado. — El azabache suspiró preocupado. Si realmente supiera.

— ¿Sabes dónde está el dueño de este bar? — Lo observó, si Mikey hubiera llegado a hablar con Sano estaría acabado.

— Lo vi hace un rato, estaba atendiendo la barra junto a otros dos. Me dijo que te habías desmayado entre los brazos de un tal Izana, sí, creo que se llamaba así. — Dijo con gesto confuso.

— ¿No los conoces? — Lo observó con sorpresa.

— ¿Al dueño? — Alzó una ceja. — No, pero me sorprendió saber que compartieramos el mismo apellido. Una gran coincidencia. — El androide sonrió encogiendose de hombros.

— Sí, una gran coincidencia. — Le devolvió la sonrisa con gesto forzado, luego se trató de levantar, pero no lo logró. La gente iba por ahí haciendo el loco. Ellos parecían ser los únicos cuerdos en toda la fiesta. — ¿Sabes algo de Chifuyu y Kazutora?

— Oh, sí. Ellos vinieron conmigo, manejé el auto de tu garaje. Perdón por eso, pero no le hice ni el más mínimo rasguño. Lo prometo. — Le dedicó una perlada sonrisa celestial.

— Eso espero. — Takemichi suspiró. Trató de pararse de nuevo, pero se balanceó casi cayéndose, fue sostenido a tiempo por el azabache. — Gracias...

— No es nada, amo. — Relajó su expresión, se acercó ligeramente hacia el cenizo y acariciando su mentón lo rozó. Sus labios casi se encontraban.

— Mikey. — Hanagaki cerró sus párpados para tratar de relajarse, había contenido la respiración desde el momento en el que este lo había sostenido. — Yo creo que... Sería bueno que fuéramos a buscar a los chicos, ¿no?

Desvió su mirada.

— Claro, por que no. — Sus rostros aún se encontraban a escasos centímetros, el androide no quería apartarse. Deseaba besarlo, pero sabía que el ojióceaniaco se lo podría tomar a mal. — ¿Quieres qué vayamos?

— Si... — Respondió apartándose ligeramente, su cordura iba primero.

Takemichi hizo el vago intento de seguir a su razón, la cual le dictaba que debía salir de allí pitando.

Que todo eso le sonaba demasiado extraño, a bulo.

Pero no podía, su cuerpo no respondía.

— ¿Quieres que te ayude? — Se acercó hacia su oído mientras sus manos acariciaban la cintura del menor.