"Olivia"

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[2007]

(Liv)

Recuerdo las cotidianas mañanas de cuando era niña, viviendo en esa casa fría y ausente de color, respirando la tensión acumulada entre cada silencio con el recurrente latido del gran reloj viejo que colgaba en la pared del living.

Era mi cumpleaños número 7, yo me encontraba sentada en el pequeño y desgastado comedor de madera, desayunando un tazón de cereal barato y pensando en lo mucho que deseaba probar alguna de las cajas del costoso cereal que observaba cuando pasaba el gran pasillo de la tienda al ir de compras con Mamá.

Mientras mis pensamientos se veían obsoletos divagando por el interminable plato de cereal, Papá se dirigía hacia el comedor, leyendo el periódico del día como cualquier otra mañana, balbuceando cosas de adultos sobre política y temas aburridos.

Papá siempre llegaba con un porte firme y un semblante serio a todas partes. Solía tener un importante cargo militar, sin embargo, en éstos últimos años ha sufrido de algunos problemas debido a inminente exaltación, provocando un incidente del cual mis padres decidieron no contarme más sobre ello y nunca logré enterarme con exactitud cuál fué el verdadero motivo. Como consecuencia mi padre tuvo que despedirse de su trabajo de años, lo único que quedó de él fué su fanatismo religioso, el cuál creció rápidamente, pero no sólo en él, también en Mamá.
Luego de eso comenzó a hacer su servicio en la iglesia de nuestro pequeño y descolorido pueblo, ubicado en una remota parte de Denver. Y fué algo que, bueno, no nos mantenía muy bien económicamente como lo hubiese deseado.

Antes no me daba cuenta de la importancia que tenía el papel del materialismo en nuestra querida sociedad consumista capitalista. Cuando uno es pequeño lo menos que nos preocupa es cuánto dinero viene y va, aunque eso es algo que me comenzaron a inculcar mis padres poco a poco con diversas señales, como los cuentos que me leían cada noche, sobre el clásico príncipe azúl lleno de riquezas materiales que cae enamorado ante una chica que carece de ellas. Esas historias de amor donde ambos se enamoran en cuestión de una mirada, en las cuales terminan con puestos importantes en la realeza, con castillos llenos de riquezas y otras monerías, claro que así ninguno de ellos, ni sus familias, necesitarán preocuparse de nada más.
Vaya vida de ensueño, o eso querían que creyera, y sí, yo creí por muchos años que mi deber era darles esa vida soñada a mis padres, porque supuestamente el trabajo de un hijo era recompensar a sus  por todos esos años y sacrificios que vivieron para poder darnos todo lo que necesitábamos. Como si al nacer hubiese ya firmado una deuda de por vida. Y sin embargo, sí, yo lo creí.

Al llegar Papá al comedor viejo, Mamá salió de la cocina para dirigirse hacia él, ella nunca hablaba ni opinaba mucho, el único que encabezaba las conversaciones era mi padre.
Yo pensaba que Mamá me había heredado su timidez, pero claro está que no había aprendido a hablar por mí misma más de lo que mi padre me permitía.

Al prender el televisor viejo que se encontraba enfrente del comedor, Papá puso su canal deportivo de siempre, y al girar hacia mi dirección, colocó una caja frente a mí. Mi madre se acercó junto a él y cuando subí mi mirada de la misteriosa caja hacia ellos, me observaron y Papá comenzó a hablar.

-Olivia, parece ser que se te ha olvidado una fecha muy importante, y por ello tu Madre y yo hemos ahorrado para comprarte un buen regalo, te has portado de maravilla éstos últimos años a pesar de los cambios que hemos sufrido como familia.
Y aunque no tengamos el dinero suficiente aún como para comprarte cosas nuevas y caras, sabemos que te servirá de alguna forma.

Mientras mi padre hablaba, arrastré la caja y la abrí, encontrándome con un objeto que me cambiaría mi perspectiva de ver el mundo y me acompañaría durante toda mi vida. Saqué la vieja cámara análoga de su caja y la miré como si fuera el collar de diamantes más valioso que hubiese existido, pasando mi mano por todos los botones que traía. No me puedo quejar ni un poco sobre ese cumpleaños, esa cámara me marcó mi rumbo por el amor a la fotografía y el arte, sin embargo, ese no era el camino por el que mis padres hubiesen querido que fuera, ¿una artista?, ¿cómo los volvería ricos tomando fotitos con una vieja cámara?. Claro que ellos veían esa cámara como un pasatiempo o un juguete con el que podría salir para socializar un poco, pero yo veía esa cámara como un instrumento en el que podría plasmar lo que quisiese y expresar nuevas ideas o pensamientos del mundo desde la vista de un lente. Ví mi futuro reflejado en las sensaciones y emociones que sentí cuando sostuve esa cámara, supe que me complementaba y yo a ella.

-Has pedido mucho un regalito de éste tipo y bueno, también te damos la chance de refrescar tu cabecita con ésto. Podrás también salir a presumirla con tus amiguitos, así no estarás tanto tiempo aislada en tus libros ni dibujando cositas sola como siempre, encerrada en tu cuarto. Y Liv, espero que lo uses de manera inteligente y no eches a perder los ahorros de tu mamá y los míos.

Se acercó a mí y puso su mano en la cámara para bajarla y dejarlo ver mi cara de emoción, con una mirada enfadada me preguntó

-¿Quedamos?.

Yo aún con una expresión entusiasmada, le dirigí mi mirada y felizmente asentí, sin saber realmente a qué se refería con todo ese discurso, yo sólo quería tomar fotos del universo completo.

Después de lo sucedido me apuré para terminar mi desayuno y dirigirme a la escuela. Ese fué uno de mis mejores días, y de los pocos que recuerdo sobre mi infancia.
Es verdad que tengo recuerdos de muchos otros días, pero no de los que hubiese querido guardar realmente en mi memoria.

𝕳𝖔𝖚𝖘𝖊 𝖔𝖋 𝕸𝖎𝖗𝖗𝖔𝖗𝖘Donde viven las historias. Descúbrelo ahora