Back in the day

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❄️ Alpes altos, 1993 ❄️

La aldea del pueblo rojo era custodiada por los betas, sobre quienes recaía la responsabilidad de proteger a los omegas de su manada, mientras que los alfas —a los cuales juraron lealtad— luchaban en las afueras de la ciudad. Eran tiempos complicados, pero habían salido victoriosos, lucharon a morir contra los sanguinarios lobos del norte, esos licántropos de las nieves que tenían la sangre fría como el clima de su pueblo. Conocidos por ser los más peligrosos de los cambia formas, todo el mundo les temía, ni siquiera el más valiente se atrevió a retarlos en un duelo por expandir su territorio. Ellos eran los que decidían atacar, y el cien por ciento de las batallas las ganaban. Ningún oponente era digno para hacerles frente. Su fuerza se debía a la cantidad de alfas que predominaban en aquella manada, pues era muy bien sabido que no aceptaban omegas en sus familias, y así había sucedido desde el inicio de los tiempos.

Hasta que ocurrió.

Un pequeño y aparentemente frágil omega nació de una dominante alfa, quien al enterarse de su naturaleza, lo desterró de su nación, entregándolo a las frívolas fieras para que fuese devorado y terminaran con semejante vergüenza engendrada en su vientre. Sin embargo, una beta de la manada roja llamada Kim TaeYeon, descubrió al pobre ser enrollado al lado de la carretera, chillando de frío. Lo cargó entre sus brazos y salió corriendo del lugar de regreso a su pueblo.

La guerra había terminado, los lobos rojos habían ganado contra los temibles lobos de las nieves. Una leyenda acababa de ser escrita en sangre, y perduraría para toda la vida. En cuanto la beta llegó con el bebé, se enteró de las buenas nuevas. Se dio cuenta que ese niño ajeno, a pesar de haber sido abandonado, probablemente había corrido con la mejor de las suertes del universo.

—Diosa luna, ayúdame a cuidar de este pequeño sin revelar su procedencia a los demás —rogó a los cielos con toda la fe que cabía en su interior.

Y a pesar de que las betas mujeres de la manada solo podían servir a los omegas que eran parejas de alfas, y no dedicarse a criar o engendrar hijos propios, su señora se apiadó de ella y tomó con agrado la decisión de su preciada dama de compañía.

—Es un niño precioso —halagó con encanto sin despegar su mirada de aquel pequeño ser—. Tú, que no lo has procreado, tuviste la suerte de recibir un bebé tan hermoso como él. ¿Cómo lograste que nuestra madre luna te enviara un regalo tan bello como este?

La beta sonrió con humildad, ella jamás se habría atrevido a pedirle algo a su diosa, lo único por lo que pedía era por su señora y su señor, que ambos fueran bendecidos con un hijo para alegrar sus corazones.

—Mi señora, debido a mi condición sabe que no puedo dedicarme por completo a este niño, por lo que me gustaría pedirle que usted sea su madre ante los demás —sugirió con cautela—. Si alguien fuera de estas puertas se enterara que una simple beta está criando a un niño como suyo, no será bien visto, y el único que sufriría sería este pequeño.

La señora frunció el ceño y negó con la cabeza levemente.

—Pero mi querida, tú lo encontraste, ¿cómo una omega como yo podría quitarte el derecho a criarlo como tuyo?

—Es mi deber como beta conocer mi posición en esta manada, mi señora. Si su alfa no muestra oposición con esta noticia, me gustaría que ustedes le dieran una familia como esta dulce criatura merece. Pero he de sugerir que mantengamos sus transformaciones dentro de casa para no revelar su verdadera procedencia.

Los ojos de la omega se cristalizaron ante las palabras de su fiel beta, encontrando esperanza en convertirse en madre como tanto había deseado. Conocía el riesgo de cuidar de un cachorro que perteneció a la manada enemiga, pero su anhelo de formar una familia fue mayor. Sin duda alguna protegería a esta criatura con su propia vida si fuese necesario.

Sweet Creature ❝καιѕοο(ᴠᴇʀ.)⁀➷Donde viven las historias. Descúbrelo ahora