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Era una hermosa mañana, una tortuga se despertó por los rayos de luz, sus ojos se entre cerraron y por un momento dudo, pero se levantó, se estiró un poco, tenía que comenzar el día.

Fue a la mesita de noche que estaba a lado de su cama y agarro un collar, aunque más que un collar parecía una Correa de la dureza y firmeza que traía, la puso alrededor de su cuello y ajustó la hebilla de metal de forma apretada pero sin que le cortará su respiración.

Gajes de ser Omega, pensó irónicamente Raphael.

Ser Omega nunca lo detuvo...

Esa era la frase de Rafael, todo su progreso y sus fuerzas lo ganó el mismo, tuvo sus tropiezos y equivocaciones pero es parte del aprendizaje.

Nunca dejó que el odio y opresión a su casta lo afectara, entreno para hacerle frente a todos sus adversarios.

El ninja era todo lo contrario al estereotipo de Omega, fuera del hecho de ser una tortuga mutante, el no era delicado, ni tampoco sentimental. Era rudo y mal hablado, nunca soño con casarse y tener una familia como les enseña a otros Omegas, más que nada por el simple hecho de que su padre solo les había hecho entrenar para ser ninja.

Fue directo a la cocina, tenía que desayunar algo, luego entrenar y al final podría ir a patrullar con sus hermanos.

Se encontró con sus hermanos ya desayunando.

- ¡Te lo sigo diciendo, Donnie! ¡Era un hombre lobo lo que viene ayer! - Contaba el menor, un beta, de todos con asombró lo que parecía una anécdota.

- No es científicamente posible, Mikey. Posiblemente solo fue una sombra o... - El morado, un beta, intento explicar mientras comía su cereal.

- Podríamos investigar después del entrenamiento, tal vez Mikey descubrió un nuevo peligro. - Replicó Leo, un alfa, con una serenidad que molestaba a Raphael.

- Buenos días... - Raphael entró al comedor buscando algo que desayunar.- ¿Qué hay de desayunar?

- Hay huevos revueltos y tocino. - Dijo Donnie, el de bandana Roja asintió, agarro un plato y se sirvió su desayuno.

Los 4 están sentados en la mesa desayunando, el Omega esta callado escuchando con gran atención a sus hermanos quienes seguían hablando de la cosa rara que vio su hermano menor.

Hasta que alguien conocido entra en escena...

- Buenos días, hijos míos -Su sensei estaba frente a ellos, los 4 hermanos se pararon de inmediato y se inclinaron en señal de saludo por la presencia de su maestro. - Espero que hayan comido muy bien, por qué seguiremos con el entrenamiento de ayer.

Splinter, un beta, dio la vuelta y se encaminó al dojo que tenían en la alcantarilla.

...

- ¡Migel Angelo, golpea más arriba! ¡Donatello, se más veloz! - Gritaba el maestro, sus hijos estaban con sus armas practicando con muñecos hechos pobremente con basura, las tortugas seguían practicando con todos sus esfuerzos, sobre todo Raphael quien hoy parecía más determinado que en otros días.

- ¡Raphae! No tan a la ofensiva, creí haber dicho que hoy no entrenaríamos para atacar... - Splinter estaba algo escéptico ante las acciones de su hijo.

- Perdón, sensei. Pero hoy siento unas ganas incontrolables de querer golpear algo. - el Omega dio un golpe al aire mientras se explicaba con su padre, hoy estaba enojado por alguna razón, además de que sentía mucho calor por el calentamiento...

- ¿Quieres golpear algo? - Pregunto al aire la rata, los otros hermanos habían parado su entrenamiento viendo al rojo quien daba golpes y patadas al aire de forma casi violenta.

Entre el Alfa y el Omega|| Casey x Rafael Donde viven las historias. Descúbrelo ahora