CAPÍTULO 3: AIRE DE INOCENCIA VIRGINAL.

259 31 7
                                    


Dayana nunca tuvo idea de lo difícil que era empacar para un viaje hacia el otro lado del mundo... Y que sólo tardaría una semana.

Siempre había soñado con viajar por el mundo.

Aunque lo de empacar no era tan sencillo como ella se lo había imaginado.

Ahora, mientras seleccionaba las cosas más importantes en su lista de viaje, no pudo evitar pensar en que estaba viviendo en un sueño.

Su vida se estaba convirtiendo en un sueño hecho realidad.

—Te has vuelto loca si crees que te permitiré llevarte esta cosa horrorosa. —gruñó su hermana sacándola de sus pensamientos y ella se giró, viéndola sostener su pijama favorita con asco.

—¡Deja eso ahí! —gruñó Dayana arrebatándole la pijama a su hermana de la mano.

—¡Me pediste ayuda!—se defendió Daryana Hidalgo con indignación.

—Para empacar... ¡No para que sacaras lo que ya había empacado! —explicó la mayor de las hermanas considerando seriamente el hecho de decirle a su hermana que mejor no la ayudara.

—¡Dejen de pelear! —exclamó su mamá entrando a la habitación de su hija mayor.

La discusión pasó a segundo plano cuando las hermanas Hidalgo se dieron cuenta de que su madre traía galletas recién horneadas en una bandeja.

—¿Aún les falta mucho? —preguntó la Sra. Hidalgo al tiempo que regresaba su mirada a la bandeja y se daba cuenta de que sus hijas ya habían arrasado con el contenido de la misma.

—No, yo creo que en un par de horas estará todo listo. —le respondió Dayana a su mamá y luego dejó escapar un suspiro sonoro.

—Apresúrense a terminar, y recuerda que debes tratar de descansar lo mejor posible antes de mañana. —le dijo su mamá al tiempo que salía de la habitación.

Daryana regresó a su tarea de ayudar a su hermana, pero lo que no sabía era que a su lado la mayor de las Hidalgo se sentía totalmente nerviosa.

Acababa de darse cuenta de que cualquier cosa podía estarla esperando en su futuro.

Treinta y siete horas después, Dayana cruzó el umbral de la que sería su habitación en su estadía en Canadá. Decir que se sentía totalmente nerviosa era un verdadero eufemismo. La verdad era que estaba totalmente aterrada.

Ella sabía que era estúpido sentirse de esa manera cuando en realidad todo había sido perfecto desde que bajó del avión.

Le fue bien con su inglés (las videollamadas con Hunter la habían ayudado bastante) y los guardias de seguridad del aeropuerto fueron bastante amables con ella.

Incluso le indicaron la dirección en la que estaba el área de recogida del equipaje. Un vez que lo tuvo consigo, caminó hacia la que suponía era la sala de espera.

Todo iba perfecto. No tenía quejas, al contrario se estaba sintiendo más que bienvenida.

Pero, lamentablemente, eso no hacía que dejara de sentirse aterrorizada por lo que pudiera pasar una vez que se encontrara con Hunter Trembley.

¿Será que la química en la vida es mejor que a través de la pantalla?, se preguntó al tiempo que tomó asiento. Le habían indicado que esperara ahí hasta que llegaran por ella.

"Sabrás cuando lleguen por tí, no habrá forma de que no lo sepas. " las palabras de Hunter llegaron a su mente y ella suspiró, dejándose caer contra el respaldo del asiento de metal.

San Valentín con el CEODonde viven las historias. Descúbrelo ahora