𝓽𝓻𝓮𝓼, 𝓸𝓷𝓭𝓪𝓼

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- ¿te piensas que eres libre de agarrar lo que se te plazca de mi trabajo? -decía en voz alta, enfocando toda su molestia y enojo en sus flexiones con un solo brazo.

Planeaba dirigir todo el horario libre luego del trabajo en buscar al idiota y hacerle tragar las monedas que le había dejado como paga. Por eso el muy cobarde se había ido sin rechistar de más.

Apenas pudo deshacerse de la calurienta remera y los pantalones largos que le ordenaban usar en pleno verano, por lo que no entendía como dejaban que su muy trabajada figura no sé deje relucir y llame a más clientas femeninas, salió a la calle a la caza. El tema es que, entre más buscaba y buscaba, no lo encontraba, paso como dos horas conduciendo su motocicleta, por lo, un poco tarde, recurrió a los lugares en donde creía que Larusso concurría la mayoría de su tiempo. Paso por una biblioteca, una tienda de comics, una juguetería y dudaba si ir a esos lugares donde vendían vestidos de niña.

-por fin te encuentro... -por la fuerza de sus pasos, sus pies se enterraban más y más bajo la arena.

- ¿a mí? -frunció la mirada con confusión, no viendo a nadie más para que se lo diga. - ¿Qué quieres Johnny? ¿consideraste practicar conmigo? -miraba con cierta perplejidad como el rubio se acercaba con una cara de enojo a él y le tomo del cuello de su camiseta, levantándolo de su cansada pose inclinada.

- ¿qué hiciste con la brocha?

- ¿por eso viniste? -suspiro harto, no tenía otro sentimiento a ese cansancio. - Deje el dinero sobre el mostrador, Johnny, además, deje de más porque no quería ser maleducado en no pagar el pésimo servicio ofrecido por ti. -lo miraba de reojo hacia arriba. -suéltame ya.

-no puedes hacer lo que quieras y agarrar cuando quieras lo que no es tuyo. -lo zamarreo, moviéndolo un poco y acercándolo más a él.

Miro los labios del rubio, que estaban curvados en línea recta. -ya te pagué, no sé porque sigues comportándote así. -lo miro a los ojos, notando que los del otro estaban prestándole toda la atención.

- ¿no piensas defenderte? -volvió a zamarrearlo. -pareces una muñeca frágil... "mi" muñeca frágil.

Rio suave, ¿acaso no se escuchaba? - ¿qué buscas de mí? ¿qué te aleje de un golpe o te bese por lo cerca que te pones?

- ¿qué? -abrió en grande sus ojos, ojos azules que miraban los avellana del otro. Se sentía un idiota en ese momento, y por su mente paso de nuevo lo que había pensado el día anterior. - ¿qué dices? ¿crees que soy marica y por eso te pongo así? ¿o tú eres el marica que se calienta con tenerme tan cerca?

-son muchas preguntas. -sonrió ladino, mostrando la blancura de su dentadura en ese gesto. -ahora déjame hacer una a mí, ¿qué tiene si lo soy? ¿mm? -miraba como lo podía poner nervioso al rubio, eso lo alejaría de él por un buen tiempo.

-eso... eso no tiene... eso... -desvió su mirada hacía cualquier sitio que no sea la fanfarrona sonrisa de Larusso, sentía ardor en sus mejillas y no estaba siendo capaz de poder soltarlo.

-Johnny, ya por favor, estás haciendo que este a un paso de arrodillarme, pero a patearte en tu parte baja... suéltame. -notaba el caos mental en el que estaba el chico, veía su vacilación en el que hacer. - ¿te encuentras...-?

Los labios suyos habían atrapado los del mayor.

La playa estaba vacía, así que sentía la libertad y como desaparecía el temor de que alguien los vea haciendo tal cosa que, para la época, a no era del todo bien visto.

Larusso por su parte, más que aterrorizado por lo que pasaba, estaba sorprendido. Jamás hubiera imaginado que su rival, bullying, acosador y el tipo que le dejo más cicatrices que buenos días, ahora mismo le esté dando un beso, su primer beso con un chico. Sus manos alzadas esperando que actúen en empujarlo no actuaban, lo único que se movían eran sus inexpertos labios a compás de los del experto rubio.

Como lo había comenzado, lo había terminado. Con suavidad y sin ser brusco ni torpe, soltó al chico y se separó, peinado sus cabellos rubios que molestaban su vista por el viento, hacia atrás. Un espectáculo a la vista de Larusso.

-Johnny, ¿tú...? -dejo su boca abierta sin poder modular palabra alguna. Sentía muchas emociones explotar en él, que no sabia que decir o ni por dónde empezar.

-me iré. -dijo y le dio la espalda con rapidez para volver por donde vino. Debía alejarse a aclarar su mente antes de que vuelva a agarrarlo de nuevo para romperle la boca a mordidas y besos.

-... adiós... 

|| El chico de la playa || LawrussoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora