𝓢𝓲𝓮𝓽𝓮, 𝓒𝓪𝓵𝓸𝓻

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El mayor miraba de reojo y de a ratos como el joven mordía sus uñas y refunfuñaba en voz baja. Todo a su tiempo, el finalmente le diría cuales eran sus molestias, pero notaba que la ansiedad lo carcomía, y eso le hacía perder el equilibrio y su Chi.

-Daniel-San, usted tener suerte que uña vuelve a crecer.

- ¿eh? -limpio la saliva de su dedo con su remera y miro al de canas con nervios. -ah... un mal hábito. -rio nervioso.

-malos hábitos pasan en malos momentos.

Lo conocía como un buen padre a su querido hijo.

-fue Cobra Kai. -empezó a mover su pierna como un tic.

- ¿habla de su amigo?

-si... ¡él no es un Cobra kai! -explico antes, cosa que hizo reír un poco al mayor.

-no tiene malo ser amigo.

-sí, pero... -apretó de nuevo sus labios, liberando una sonrisa pura. -es un ex Cobra... Johnny no quiere decírmelo... pero creo que los golpes en su cara se deben a ellos.

- ¿no pruebas?

-es que, Sensei... ¿quién más se atrevería a golpear a un Karateca que un demente? ¡y todos en Cobra Kai son dementes! -frustrado, movía sus manos de un lado a otro. -Johnny me contó que abandono su grupo luego del torneo, de seguro lo buscaron para golpearlo... -se cruzó de brazos.

Notaba lo preocupado que estaba su alumno, y debía prevenir de que el chico no cometiera ninguna locura en contra de ese grupo.

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-dime, ¿cuál era tu idea con eso de evitarme y dejarme de ver por semanas? ¿si yo no te buscaba pensabas no verme más?

-es difícil, Larusso.

-explícame porque e intentare entenderte y alejarme de ti si así lo quieres.

Se rio burlón, mirando con una sonrisa embobada al mayor. Se sentía más que bien a su lado, como si ningún golpe en su cara o estomago no ardiera y los pinchazos no existieran más.

-no quería dejar de verte... y que me buscarás realmente es... muy marica. -miro de costado al chico, notando que mientras negaba con la cabeza, reía con él. -con los golpes que te di en el pasado, sabes que los moretones y las cicatrices tardan en desaparecer, y sé que eres una niñita asustadiza y no quería que te preocuparás por mi como ahora.

- ¿Quién dijo que estaba preocupado? -se sentó sobre sus rodillas. -solo quiero golpearte por el susto que me llevaste... pero... ahora que te veo... mi cabeza deja de doler... -le sonrió tan dulce, que derretía de eso llamado "amor" al que tenía en frente. Llevo su mano derecha a la mejilla del menor, acariciando con extremo cuidado la herida.

-fue un error no ir contigo apenas me sucedió... lo más que quería era ver tu estúpida cara de zopenco y besarte.

-eres lo menos romántico del mundo...

- ¿quieres que sea romántico?

Rio al recordar. -me lo debes si es que me quieres besar. – observo como el otro cerraba sus ojos y formaba curva con sus labios, y tuvo que interrumpirlo, poniendo su dedo sobre su boca. -pero, entiendo que no quieras explicarme que sucedió... cuando estes listo para decirme en qué tipo de idiotez te metiste te escucharé, pero siempre, siempre, siempre... estaré ahí para lo que necesites... no quiero más pasar días sin verte, tener el corazón en la boca y pensamientos horribles sobre ti... quiero que confíes en mi...

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- ¿Cuándo podré ir a la tienda? -miraba la quinta página de la revista de playboy, la cual el moreno se lo arrebato de golpe apenas noto que no era un comic.

|| El chico de la playa || LawrussoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora