Introducción

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Nunca olvidaré aquel día, el fatídico 12 de septiembre donde todo se desmoronó. El día en que me rompí de una manera que jamás imaginé que llegaría a hacerlo.

Lo peor es pensar en el estúpido error que me llevo a la desgracia.

Corriendo, con el corazón en la mano y la esperanza de llegar a ti. Deseando con todas mis fuerzas encontrarte en algún lugar esperando por mi de brazos abiertos dispuesto a envolverme en un cálido abrazo; Aquella imagen en mi cabeza donde eras protagonista con lágrimas en tus ojos buscando en mis brazos el mismo consuelo que yo en los tuyos. Compartiendo todo el dolor e impotencia que podíamos sentir pero a pesar de todo mostrándonos aquel amor que nos ponía de pie cada que tropezamos en el camino.

Te necesitaba y el repiqueteo acelerado de mi corazón lo confirmaba con cada paso que daba, con miedo de lo que te podría suceder, imaginando otras escenas distintas. Con los nervios a flor de piel ante la sola idea de no volver a sentirme seguro entre tus brazos la angustia me carcomía mientras los minutos pasaban y no lograba encontrarte.

- ¡Eres un idiota! todo es tu maldita culpa... -

En el silencio que reinaba en las calles se podían escuchar aquellos lamentos del chico cuya voz rota y su rostro adornado por las lágrimas eran la evidencia de los sentimientos que le agobiaban. La angustia combinada con el resentimiento propio eran algo de lo que solo eran testigo las calles vacías que con lástima le veían correr agotado dispuesto a seguir hasta que su cuerpo ya sin fuerzas se negara a dar un movimiento

Siendo presa del desespero y lógico cansancio se vio obligado a parar en busca de recuperar el aliento que había perdido con la respiración errática y el golpeteo desbocado de su corazón, buscando apoyo al aferrar ambas manos en sus rodillas por un momento, antes de como si le ayudara en algo, releer los últimos mensajes que había recibido de quien era su actual pareja. Nuevas lágrimas empañaron su visión al ver un nuevo mensaje en la pantalla haciendo que el miedo y la preocupación se juntaran recorriendo de la mano todo su interior mientras intentaba en vano llamarle siendo el mismo resultado en aquellos siete intentos llenos de ansiedad

-¡Te amo! - un grito de su quebradiza voz se hizo escuchar

-Lo sabes, sabes cuánto te amo, que ninguna de mis palabras podrían ser ciertas; que cada cosa que dije fue solo un estúpido impulso lleno de sentimentalismo tal como te pasa ahora... pero podemos solucionarlo tal como las otras veces, siempre lo hacemos, solo... solo no me dejes, no me abandones, no puedo hacerlo sin ti... Eres mi vida- cada palabra que salía de sus labios era una mezcla entre susurros y gritos atropellados que eran grabados por aquel dispositivo que contaba tranquilamente los segundos de agonía del joven

- ¡Vuelve! ¡Por favor, vuelve!-repitiendo aquello como si de un mantra se tratara mientras el ardor vivo en su pecho le indicaba que estaba al límite, al límite de caer en aquella ansiedad dañina que no te deja pensar con claridad, lleno de la gran necesidad de simplemente romperse por completo en aquel lugar, llorar todas aquellas lágrimas que ahogaban a su dolido corazón, su barrera estaba quebrada, solo un toque bastaría para quebrarse y caer al inmenso y oscuro vacío

- Te lo demostraré... Si, ¡lo haré! Voy a demostrarte que este no es el final, que podremos afrontar esto, nuestro amor es más que esto, solo... solo aguanta mi amor- sin poder mantenerse en pie cayó al frío pavimento rompiendo finalmente en un desconsolado llanto suplicando por al menos un mensaje de su parte

-Tú... ¿Cómo puedes dejar que haga esto? ¡Haz algo o dime dónde esta!- Miro al opaco cielo gritando sus reclamos como si de este sus angustias fueran a ser resueltas, con suspiro derrotado y ante la evidente amenaza de una lluvia que caería en cualquier momento se levantó entre lamentos que se silenciaron ante una maravillosa idea de donde se podría encontrar. Tal como si sus reclamos al cielo hubieran sido escuchados y respondidos, con la pequeña ilusión iluminando cierta parte de su interior tomó fuerza para emprender a correr nuevamente al destino que ya tenía fijo pero de haber sabido la escena que se encontraría ante sus ojos, no hubiera ido... tal vez la ayuda no vino del cielo después de todo.

You & MeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora