TaeHyung era feliz con su vida perfecta hasta que un YoonGi en miniatura irrumpe en su casa y queda bajo su cuidado.
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↳ ʏᴏᴏɴɢɪ ᴘᴇǫᴜᴇɴ̃ᴏ
↳ ᴛᴀᴇɢɪ
↳ ᴀᴅᴀᴘᴛᴀᴄɪᴏɴ
↳ ᴍɪɴɪ ғɪᴄ
↳ sᴏғᴛ + ғʟᴜғғ
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En cuanto la noche llegó y TaeHyung pudo terminar de limpiar el "sistema de emergencia" de YoonGi, TaeHyung se decidió a preguntarle al pequeño sobre su pesadilla.
Sobre su vida, en realidad.
Poco conocía sobre lo que había vivido antes de volverse un bicho raro. Le causaba curiosidad.
YoonGi estaba muy tranquilo sobre la cama de TaeHyung, mirando al techo muriéndose de aburrimiento, pero estaba tranquilo. Como si aquella noche nunca hubiese pasado.
TaeHyung apagó todas las luces de la casa y entró a su cuarto, sonriendo de lado.
— ¿No tienes tu propia cama para desperdiciar tiempo? — Preguntó burlón, consiguiendo un gruñido de parte del chiquillo.
YoonGi vio como el empresario tomaba su pijama y se metía dentro del baño. Dejó escapar un suspiro mientras cerraba los ojos y olfateaba un poco las sábanas. Eran suaves y tenían el olor a la colonia de TaeHyung, él había desarrollado una fascinación por esa colonia desde que TaeHyung lo había sentado sobre su hombro.
— YoonGi, ¿Podemos hablar? — Se sobresaltó sentándose de golpe y asintió, viendo a TaeHyung estirarse en su lugar. El mayor sonrió y se sentó en la cama, dejando que YoonGi se sentara sobre una de sus piernas.
— ¿Es sobre lo que pasó en la noche? — Inquirió en un murmuro el pequeño, y TaeHyung gruñó en afirmación. YoonGi se removió — ¿Qué quieres saber? — Preguntó ya resignado. No tenía sentido el seguirlo ocultando.
— ¿Qué soñabas? — Cuestionó TaeHyung, acercando su dedo índice al rostro del pequeño y lo acarició suavemente, tratando de hacerlo sentir cómodo.
YoonGi suspiró tomando valor y lo miró a los ojos.
》YoonGi había perdido la cuenta de cuantos días llevaba durmiendo en una caja de cartón en la calle, apenas si comía algo de lo que hallaba en las mesas del restaurante enfrente a su callejón y se bañaba con el agua que recolectaba en un recipiente de plástico de un caño roto. No, no la estaba pasando especialmente bien, y si a eso se le sumaban las noches en las que las mujeres de compañía se paraban a trabajar allí... No podía dormir bien.
