•CAPÍTULO TRES•

279 22 0
                                    

Noah

Atravieso el camino de entrada de la casa de Louise. Toco el timbre y solo unos segundos después la puerta se abre.

—Hola Noah —me saluda Mariam, luego se hace a un lado para dejarme pasar—. Ven, entra.

—¿Cómo está, señora Hastings?

—Solo Mariam, ya te lo he dicho un montón de veces —comienza a caminar en dirección a la cocina—. Te conozco desde que tienes ocho años, desde entonces eres el mejor amigo de mi hija.

Eso es verdad. Pero la relación que tengo con esta mujer es muy diferente a la relación que Louise tiene con mi madre. A pesar, de que soy amigo de Louise desde los ocho años he visto a su madre solo un puñado de veces.

Mariam estuvo muy ausente en la vida de su hija durante demasiados años. Era una mujer con problemas alcohólicos, que estaba de viaje durante meses y se quedaban en casa solo unas pocas semanas. Pero hace poco decidió internarse en un centro de rehabilitación y ahora parece estar esforzándose para ser una mejor madre, aunque de igual forma, aún no confío del todo en ella. Le hizo mucho daño a Louise y eso es algo que no puedo perdonarle.

Louise nos tiene a mi madre y a mí. Ella siempre nos tendrá.

—Lo intentaré —miento y me paso una mano por el pelo—. ¿No hay problema si subo a ver a Louise?

—Por supuesto que no —señala el segundo piso—. Ve, está en su habitación.

Me doy la vuelta y subo las escaleras de dos en dos. Cuando llego a la habitación de mi amiga, primero toco y hasta que escucho que dice un adelante, abro la puerta y me quedo de pie debajo del marco.

—¿Crees que sería raro que le pida a alguien que finja ser mi novia?

Louise deja de leer el libro que tiene entre sus manos, levanta la vista para observarme y luego baja el libro hasta colocarlo en su regazo.

—¿Qué se supone que significa esa pregunta?

—Es solo una pregunta de la cual espero tu respuesta —me encojo de hombros.

—¿Vas a pedirme que finja ser tu novia?

Entro por completo a su habitación y cierro la puerta tras de mí. Se que yo sí tengo la libertad de hacer eso, sé que Mariam no tiene ningún problema conmigo y Louise a puerta cerrada en una habitación. Sabe que solo somos buenos amigos y que yo nunca intentaría ser demasiado amistoso con su hija.

Por otro lado, Connor no tiene la misma suerte que yo. Me odia un poco más por eso, porque a diferencia de mí, él tiene que meterse por la ventana de Louise, si quiere estar en su habitación con la puerta cerrada.

Niego con mi cabeza para responder a su pregunta. —No, claro que no. Eso no tendría ningún sentido, ahora tienes un novio.

Ella deja escapar lentamente el aire que estaba conteniendo. —Oh, que bien —dice aliviada—. No quería decirte que no.

—¿Me dirías que no?

—Bueno —juguetea con sus dedos—, tú mismo lo dijiste. No tendría sentido.

Me llevo una mano al pecho. —Pero soy tu mejor amigo.

—Y también el hermano de mi novio.

Una sensación extraña me recorre el cuerpo ante la mención de Connor como mi hermano. Aún no me acostumbro a eso y ella presiona demasiado para que ambos lo aceptemos.

—Medio hermano —aclaro en voz baja. 

Si bien es cierto, hoy en día Connor y yo nos llevamos un poco mejor que antes, aún no somos lo que se puede decir cercanos. Si ahora no nos insultamos ni estamos tratando de arrancar la cabeza del otro todo el tiempo, es solo por Louise. Ella es una persona muy importante para los dos, un poco más para mí, aunque él diga lo contrario, y verla feliz puede ganar a nuestro odio mutuo.

Perfectos EnemigosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora