Prólogo

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En un gran coliseo se podía presenciar a dos figuras un tanto peculiares encima de lo que parecía un campo de batalla, uno traía atuendos de color negros acompañado con un bastón qué tenía forma de calavera enfrente suyo estando otro sujeto en una gran armadura dorada quién traía una gran sonrisa, siendo una perfecta contraparte del pelinegro quién tenía una mirada vacía

Tesla: Así que... Eres Beelzebub, ¿No?

Beelzebub:...

Tesla: Eres diferente a lo que yo pensaba. — Dio unas cuantas vueltas a su alrededor — Mucho mejor.

No obtuvo respuesta alguna ni siquiera un movimiento por parte del Dios, quién seguía estoico ante todo lo que decía su adversario, cansado de tanto parloteo levantó el bastón con el cuál pensaba iniciar el ataque pero una enorme luz que iluminó todo el cielo

Era tan resplandeciente qué segó a todos por unos segundos, incluidos las deidades qué tuvieron que cubrirse para no ser afectados por tal misteriosa luz, sin que se dieran cuenta poco a poco el cuerpo de ciertas personas se iban haciendo partículas tal como si estuvieran desapareciendo de la existencia como los anteriores perdedores de las otras rondas

Geir: Onee-sama, ¿¡Que ocurre!? — Aterrada abrazó a la mayor quién la cubrió con sus brazos en un intento de protegerla —

Brunhilde: ¡No te separes! — Fue la única respuesta que pudo dar ya que ella junto a la menor desaparecieron no dejando algún rastro de su presencia —

Tal y como a ellas les ocurrió tanto humanos como dioses fueron desapareciendo, los que no parecía que se quedaban congelados sin mover algún musculo, era como si todo el mundo se hubiera detenido

(...)

La sorpresa se hizo palpable en los rostros de los espectadores al presenciar las "vestimentas mágicas" de las combatientes, cada uno esperando que fuera algo diferente o siquiera al revés, hasta la propia reina demonio Agrat quedo genuinamente sorprendida por tales hechos, sin darle importancia al público ambas mujeres se veían con una sonrisa mutua

Marié: Vaya, te ves... Más alta.

Huang: Y tú más baja. — Expresó algo divertida por la nueva diferencia de alturas —

La heroína de Francia trataba de analizar todo el escenario, no conocía a ninguna de ellas pero ver las armas o lo que aparentaban ser unas eran impresionantes, más para alguien como ella qué vivió en una época donde lo común era usar una espada acompañada con su armadura

La presentadora algo nerviosa se aclaró la garganta dispuesta a dar inicio a la batalla, sin embargo, casi igual que lo sucedido en el otro coliseo una segadora luz deslumbró desde lo más alto del cielo, repitiéndose la misma historia, las partículas consumiendo a cierto número de mujeres y hombres

Aún sin explicación alguna el resto del mundo parecía haberse detenido, como si el tiempo hubiera dejado de existir...

(...)

En una gigantesca sala de cine se hallaban varias personas tiradas en el suelo, ninguno teniendo consciencia hasta que una mujer con un corte de cabello extraño iba despertando del "sueño" qué tuvo

Marié(Snv): Ah, ¿Que sucedió? — Preguntándose a si misma trató de pararse, pero sintió algo debajo suyo que se removia con inquietud —

Marié(MT): Oye, ¿Podrías quitarte de encima? — Pidió algo adolorida por tener todo un cuerpo encima de ella —

Marié(Snv): Santo cielo, perdón. — Avergonzada se quitó de encima permitiendo que se levante, estirándose un poco al sentir un fuerte dolor en la columna —

Reaccionando a los secundarios Donde viven las historias. Descúbrelo ahora