Placer gestacional

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Tatiana tenía que afrontar el embarazo sola, la opción de abortar la había desechado automáticamente.

Mientras el embarazo no se notara, podía seguir con sus clientes terminales. Colgar carteles no había resultado del todo bien, así que quiso probar suerte en webs de contactos.

Ningún anuncio solicitaba acompañante para persona terminal, se sentía frustrada.
Casualmente, dio con un anuncio en el que un varón solicitaba mantener relaciones sexuales con mujeres embarazadas. Maieusiofilia, ése es el nombre que adquieren las personas que sienten está atracción.

Estaba todo muy claro, pondría anuncios hasta encontrar el placer que buscaba. Esperó un par de meses, para que el embarazo  fuera más evidente. Se fotografió desnuda, sin mostrar su cara, y colgó la foto en internet, buscando varón que la penetrara.

Pronto llovieron las llamadas, pero Tatiana no aceptaba a cualquiera: antes de quedar, los entrevistaba para averiguar el tamaño de su miembro.

Hecha la selección quedó con su primera víctima,está vez lo haría en su casa, para preparar a la perfección todo.

Edu fue el elegido. Subió a casa de Tatiana, que lo recibió de forma muy sugerente, con un picardías transparente. Le invitó a tomar asiento mientras ella preparaba una copa, añadió escopolamina y una pastilla azul, que anteriormente había adquirido a través de un amigo. Preparó el cóctel y se lo ofreció a Edu. Bebió sin sospechar nada. 

Minutos después, lo tenía empalmado y dispuesto a hacer lo que ella quisiera. Tumbado en el sofá, aprovechó Tatiana para subirse sobre él. Tras meterse su pene comenzó a moverse. Una y otra vez, cada vez más fuerte. 

Tras conseguir su cometido, lo vistió y esperó a que despertara.

- ¿Qué ha pasado?

- Te quedaste dormido, te tapé con una manta y me fui a dormir.

Edu, totalmente desorientado, no entendía nada. Cogió sus cosas y salió de allí.

Varios varones pasaron por su casa y todos fueron tratados por igual. Aunque Tatiana no encontró en ninguno el placer que deseaba.

El embarazo avanzaba y eso dificultaba las quedadas. Decidió tomarse un tiempo de descanso para cuidar de su bebé. Ahora tenía que pensar qué hacer con él.

Se puso en contacto con la madre de Germán para contarle lo del embarazo. La madre no podía estar más contenta, ella se haría cargo de su nieto como si fuera si hijo, solo había que esperar al día del nacimiento para arreglar los papeles de adopción.

Un día, después de comer, comenzó a sentirse indispuesta. Llamó a un taxi, y se fue directa al hospital. La madre de Germán acudió ansiosa, pues sabía que en breve tendría en sus brazos a su nieto.

En la sala de partos, la cosa se complicó, y tuvo que ser intervenida de urgencias para practicarle una cesárea. El dolor era cada vez más fuerte, pedía a gritos a la matrona la epidural. El médico que la iba a operar le complació proporcionándole rápidamente la epidural. Finalmente, una niña de medio metro y casi tres kilos comenzó a llorar.

Tatiana no quiso verla, pidió que se la llevaran a la abuela.
Solo quería recuperarse y volver a su trabajo como cuidadora de terminales.

En la habitación del hospital, sola, intentó levantarse de la cama como pudo, pero sus piernas no respondían. La epidural la había dejado inmóvil de cintura para abajo. Iba a pasar toda su vida postrada en una silla de rueda.

- ¿Por qué? - gritó.

El doctor le aconsejó que llamara a sus padres para que cuidarán de ella, pero se negó. Cogió el móvil y contactó con todos los chicos que habían pasado por su casa esos últimos meses. Sólo uno acudió a su búsqueda: Leo, un apuesto médico recién licenciado.

Entró en la habitación, ella le dió las gracias, y le pidió que le ayudará a levantarse para sentarse en la silla de ruedas.

- No, cariño, quédate ahí en la cama.

Tatiana insistía.

- Por favor.

Él cerró la puerta tal y como ella había hecho en su día.  Subió a la cama, puso su miembro en la boca de Tatiana y le pidió que lo chupara. Tatiana intentaba no hacerlo, mientras giraba la cabeza hacia otro lado.

- ¿No quieres, eh?

- Por favor, déjame sola.

- No, Tatiana: en tu casa me envenenaste y abusaste de mí. Mi padre, psiquiatra de profesión, tras una analítica, me dijo que usaste burundanga y viagra esa noche para aprovecharte de mi. Eso no se hace, ¿verdad, papá?

El padre de Leo, que estaba escondido en el baño, salió y fue hacia ella.

- ¿Te acuerdas de mí? Sí, Tatiana, soy yo, Leonardo, el padre de Leo, al que amenazaste para que no dijera nada tras matar a mi compañero de habitación. No voy a decir nada, pero vamos a terminar, Leo y yo, lo que tú comenzaste.

Entre los dos le dieron la vuelta, y comenzaron a penetrarla, vaginal y analmente, mientras gritaban de placer. Se turnaban, hasta llenarla de semen, sin importar que ella sangrara tras dar a luz.

La venganza se apoderaba de ellos.

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⏰ Última actualización: Mar 27, 2023 ⏰

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