The Look In Her Eyes

Primer día de escuela

Querido diario:
Si hay algo que no soporto, es la escuela primaria. ¿Qué hay de divertido en pasar tiempo con niños que no saben siquiera hablar? ¡Es un gasto de energía!
Bueno... Aparte de eso, no tengo ningún amigo. Todos dicen que soy rara, nadie nunca entiende lo que digo, ni siquiera la profesora. Todos tienden a alejarse de mí, como si tuviera un virus. ¿Acaso no entienden que paso todo el día mirando al cielo? ¿Qué hay de raro en eso? El cielo es lo más profundo de la naturaleza, y las nubes hacen que el paisaje se convierta en un paraíso. Los cambios de colores, las puestas del sol... No las veo, pero las siento.
Aunque este año conocí a alguien. Su nombre es Jonah. Jonah Anniston. Al parecer, es nuevo, al igual que yo. También pasa su tiempo libre mirando el cielo, aunque con los ojos. Hablo muy seguido con él, a veces se sienta junto a mí. Es bueno tener a alguien con quien compartir silencios.

- ¡Deja de escribir en ese maldito diario, rara!- Escuché gritar a Kate, la niña más odiosa y egocéntrica que jamás haya pisado la tierra.
- Este maldito diario es mucho más interesante que tú, malcriada.- Respondí con tono sereno pero un tanto cruel.
Kate se quedó sin palabras, y se fue enojadísima.
- No le hagas caso, Diannah... Es sólo una idiota que no tiene nada más que hacer aparte de molestar.- Dijo Jonah amablemente.
- Gracias, Jonah. Pero alguien debe ponerle límites.
- ¿Siempre te portas así?- Preguntó tímidamente.
-¿Portarme cómo?- Respondí dubitativa.
- Tan... Genial. Profunda... Quiero decir, ¿cómo es eso de ver sin ver?- Preguntó extrañado.
- ¿Has espiado mi diario?- Pregunté asombrada.
- ¡¿Qué?! No, claro que no. Sólo me di cuenta de... No sé, tú sabes, ves el mundo diferente... Soñando realidades...- Expresó admirado.
- Soñando realidades... ¿Así lo dirías tú? Nunca se me había ocurrido... Tienes una mente loca y retorcida como la mía, ¿sabes? Tienes suerte. Algunas personas son tán sólo seres miserables e ignorantes... Pero tú no.- Dije, admirada también.
- Me agradas, Dianny.- Dijo con un tono solidario.
- Tú también me agradas, Joe.- Respondí.

Y así es como me gané a un nuevo amigo. El primero, para ser precisos.