Sin embargo, todos cambian, yo cambié

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Reglamento

Me molestaba su seguridad, pero no podía hacer nada. Fruncí el ceño y apreté mis labios. El se giró en un momento, y me miró. -Supongo que Arles ya te ha dicho las reglas.-dice mientras baja ambas manos.

Mi rostro se relaja por un momento. Solo sabía que la única regla era no ir a los aposentos del jefe, pero por como habla, me doy cuenta que hay más de una sola regla.

-Creí que, solo había una regla.-dije confundida. -Oh, la hay, almenos para mis hombres.- dice mientras pone ambas manos en la mesa y recarga su cuerpo.

-En tu caso, son más reglas- finaliza con una mirada desafiante.-La primera ya la sabes, no puedes acercarte a mi territorio en el castillo.

-¿El castillo? -Pensé, pero sin duda ese pensamiento sería adecuado para otro momento.

-La segunda regla.-extendió dos de sus dedos, después enderezó su cuerpo -Puedes ir a dónde tú quieras, pero jamás más lejos de las barreras.

-¿Eso significa, que puedo explorar el patio?-si bien, estaba advertida, me hacía ilusión investigar por mi cuenta el lugar. -Si.-Respondió a mi pregunta sin chistar.

-Sin embargo, no puedes salir de los paramos, ni ir más allá de la niebla.-Volvió a usar ese tono que parecía ser más una advertencia que cualquier explicación.

-Regla número 3; No puedes cortar las rosas del jardín.-Dice seriamente.

Alce mi mirada con curiosidad.-¿Por qué no...?- digo antes de que un grito me interrumpa.

-¡POR QUE NO!- Dice con una expresión que solo de verlo daba miedo. Tenía una mirada que conducía rabia e irá. Yo estaba respondiendo amablemente, o bueno, hacía el intento.

Tal comportamiento me molestó. Desvié mi mirada hacia un lado y me levanté de mi asiento.

Leccion

Comencé a caminar hacia el pasillo. Y al llegar a la oscuridad, solo comencé a correr. Escuché unos pasos detrás de mi, y eso me daba más motivos de correr. Los pasos aceleraba más, y más, y cada vez se escuchaban más y más cerca. -¡Este es mi final!- pensé mientras mis pies cesaban. El dolor que sentía en mi cuerpo era demasiado. Luego sentí como alguien me tomó del brazo de nuevo y me aprisiono en la pared. Por su altura podía ver, que era El jefe.

Sentía como su aliento rozaba el lado izquierdo de mi cuello. Su respiración entre cortada demostraba que se había cansado intentando alcanzarme. Tal sensación me hacía sentir extrañamente bien.

-No vuelvas a retarme.- susurró a mi oído. Lo escuché tragar saliva una vez más.

Su perfume era tan adictivo que de algún modo me hacía sentir culpable tenerlo tan cerca.

Sentí como alejó su cuerpo del mío. Pude ver su silueta gracias a la luz tenue de la ventana detrás de el.

Volví a sentir esa mirada fría. Sabía que algo malo iba a pasar.

El jefe me tomó del brazo y me llevó a mi habitación. Su agarre en mi manga no era tan fuerte. Pero aún así era molesto tratar de seguirle el paso mientras cruzábamos el pasillo y el salón.

Llegamos a mi habitación, abrió la puerta con fuerza y me lanzó hacia adentro. Casi caigo al suelo, y cuando me giré para reclamarle, el ya había cerrado la puerta.

Llena de rabia. Grité y me giré hacia la ventana, se que dejar a alguien con la palabra en la boca es horrible. Almenos deja una sensación amarga.

Exploración

Caminé hacia la ventana, y ví que todo estaba en su máximo esplendor. Si bien, estaba nublado y la niebla rodeaba todo a lo lejos, aún tenia tiempo para dar un vistazo al jardín, claro sin cortar las rosas.

Me puse el gorro de mi suéter y salí De mi habitación.

En la entrada, los escalones eran lizos y agradables incluso de mirar. Si mal no recuerdo, eran exactamente 20 escalones.

Caminé hacia el lado izquierdo del patio, había una fuente que tenía un ángel con un arco. Mire mi reflejo y toque el agua. Era transparente y helada. Pero su brisa al caer dejaba una sensación de calma que me encantaba.

Continúe caminando. Sin duda la mansión, o mejor dicho, el castillo, eran más grande de lo que se veía. -Me encantaría explorarlo por dentro. -dije mientras seguía caminando hasta llegar a la primer esquina. Atrás del castillo, había una especie de balcón con dos escaleras de cada lado. El balcón tenía tres asientos para observar la vista, uno al lado de cada escalón y uno en medio.

Lo que veía era un escenario sacado de los libros. Jamás creí ver un paisaje tan bello. El lugar estaba lleno de pasto, que tenía unas banquetas de cemento que simulaban caminos. Era hermoso. Bajé por uno de los escalones, y comencé a apreciar el lugar con detenimiento. Había una especie de casitas que tenían asientos, se veían geniales para un día de campo entre amigos o familia. El aroma del lugar parecía ser de extracto de rosas. Había muchas por doquier. Rosas rojas, amarillas, blancas, de todos los colores. Parecía un laberinto de rosas completamente hermoso. Realmente me la estaba pasando de maravilla.

Ví a dos chicos que usaban el uniforme, así que supuse que eran trabajadores del jefe. No quise molestarlos así que seguí con mi camino. Sin embargo pude escuchar que estaba murmurando justo cuando pasé. Seguí caminando hasta que había un borde. Una pared enorme que la abrazaban muchas hierbas y lianas. -Este debe ser el borde-dije mientras observaba de arriba hacia abajo. Me gire hacia atrás para ver qué tanto había caminado. El resultado me dejó sorprendida.

Si bien recuerdo haber bajado los escalones, el castillo se veía a muchos, muchos metros de distancia, incluso llamaría a eso kilómetros. Era una vista increíble. El castillo se veía enorme a pesar de que yo estaba lejos.

Me di cuenta que había ido muy lejos así que decidí regresar a explorar las otras esquinas del castillo.

Las Espinas De La Rosa MarchitaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora