42| Aferrarse a él

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Las gotas de lluvia caían a gran velocidad, empapando cada rincón de la inmensa calle. Me encontraba sentado debajo del porche trasero del instituto, llevaba puesto mi pantalón corto negro hasta las rodillas, con una camisa larga celeste que era la única que había encontrado en mi mochila luego de aquella noche, la noche en que me separé de Demian. Sacudí levemente mi cabeza tratando de alejar los malos pensamientos que mi mente empezaba a crear. No podía dejar que me consumieran. No debía.

—Will. —La conocida voz de mi amigo me hizo voltear a verle. Caminaba apresuradamente para quedarse de pie a mi lado. Mantenía, como siempre, su leve sonrisa. —La lluvia cada vez es más fuerte. ¿Vamos a mi casa para ver el "tema"? —Con la última palabra que mencionó, comprendí de lo que se trataba. Asentí con firmeza.

Cada uno llevaba un paraguas para evitar la lluvia que caía sobre nosotros. Veía cómo Harry pisaba con entusiasmo cada charco, a veces actuaba como un niño pequeño, a pesar de su edad. Sin darme cuenta, ya habíamos llegado a su casa. Observé cómo buscaba sus llaves en su mochila y, cuando las encontró, rápidamente abrió la puerta. Parecía desesperado.

—Entra rápido. —Su voz se encontraba alterada.

—¿Sucede algo? —pregunté con seriedad. No era común que actuara de esa manera.

—No, bueno, solo sube a mi habitación, ya antes de que se dé cuenta que estoy aquí con algui— Un ruido interrumpió nuestra conversación. Caminé lentamente para ponerme en frente de Harry. Ambos estábamos exaltados. Miré al pelimarrón y noté un leve nerviosismo en su rostro cuando una voz se escuchó por toda la casa.

—Jhones, ¿ya estás en casa? —La voz femenina comenzó a acercarse hacia nosotros. —Siempre te digo que avises al llegar, la comida ya está. —La mujer se quedó enmudecida al vernos a ambos. Harry mantenía una sonrisa nerviosa, mientras yo tenía el rostro completamente serio. No comprendía la situación, pero debía ser cortés.

—Señora, buenas tardes. Soy Will, amigo del instituto de Harry. —Hablé con un tono amable, mientras mostraba una ligera sonrisa. No era propio de mí hacer eso, pero nunca me habían invitado a alguna casa ajena. No sabía cómo actuar, solo lo había aprendido de mis primos lejanos cuando llegaban esas veces a visitarme. Ellos saludaban así a mi padre, o algo parecido. Miré el rostro de la mujer; tenía una expresión de asombro. Su cabello era del mismo color que el de Harry, solo que con algunas canas que sobresalían levemente. Era de piel trigueña y algo bronceada. Sus ojos, de color marrón claro y grandes, brillaban con interés. Llevaba un vestido algo ajado y un mandil blanco manchado con salsas de comida. Volteé mi mirada hacia Harry, esperando que él dijera algo, pero aún tenía una expresión nerviosa.

—¿Amigo de Harry? —Murmuró la mujer para sí misma, aunque igualmente pude escucharla. —Mi niño tiene un amigo. —El rostro de la mujer se iluminó de repente, y sus manos tomaron las mías, brindándome una enorme sonrisa. Me sorprendí un poco ante el repentino contacto. —Harry nunca antes había traído amigos a casa. ¡Oh Dios mío, qué guapo eres! Tan amable y cortés también. Eres una perfecta influencia para mi hijo, la clase de amigos que quiero que él tenga.

—¡Mamá, no le hables como si lo conocieras de toda la vida! —Habló al fin Harry, tratando de separar mis manos de las de su madre. Tenía las mejillas sonrojadas. Estaba avergonzado.

—No me digas qué hacer. ¿Quieres comer algo, Will? —La amabilidad de la mujer me transmitía mucha confianza y comodidad. Asentí levemente, porque rechazar la invitación sería muy grosero. —Harry, acomoda la mesa, tenemos visita hoy.

—Está bien, mamá. —Contestó Harry casi refunfuñando.

Seguramente le incomoda que esté en su casa.

𝐓𝐮 𝐜𝐨𝐦𝐩𝐚ñí𝐚Donde viven las historias. Descúbrelo ahora