Capitulo 13

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Capitulo 13: Débil

La mañana había caído con fuerza sobre el reino, los ojos hinchados de Glimmer se abrían lentamente hacía su realidad, fuera de aquél descanso en el que había caído la noche anterior después de tantas lágrimas.

Con la fuerza restante en su cuerpo salió de su cama esperando no caerse, aquella habitación parecía dar vueltas a su alrededor y su cabeza se sentía como si fuese a estallar.

Sentía sus piernas temblar a la par de sus pasos por el lugar a medida que llegaba al baño.

Al entrar, lo primero que miró fue su cara, aquella cara hinchada con los ojos tan pequeños que parecía que se cerraban, su nariz estaba roja y gritaba al mundo que había llorado hasta quedarse dormida.

Las lágrimas escalaron nuevamente queriendo llegar a sus ojos, pero la pelirosa logró contenerlas para tomar en sus manos agua fresca para lavar su rostro.

Su cabello estaba hecho un lío, al igual que su mente, al igual que su corazón Y se preguntaba constantemente qué había hecho mal.

Camino a la cocina Glimmer se movió cautelosa por los pasillos del castillo para no encontrarse a la reina, no deseaba ser vista en ese estado.

Su mente corría a toda velocidad pasando uno a uno los momentos que habían pasado el día de ayer, buscando algún error, buscando algún fallo, algo que solucionar.

Nada.

Para ella, todo había sido perfecto hasta el momento en el que Adora decidió dejarla en esa habitación, llorando, desnuda e indefensa diciendo haber cometido el error de haberla aceptado.

De nuevo pensó en el sol, en la luna y el amor que se tenían éstos, buscó cuál era la diferencia, qué podía ser lo que fuera el detonante para que aquellos astros pudiesen llevar su historia de amor.

Y era el contacto.

Pronto, Glimmer notó, que aunque la luna y el sol se amaran, aunque la luna fuese en contra de su naturaleza y mirara al sol a lo lejos, esa era la respuesta.

A lo lejos.

La luna no era tocada por el sol, aquella leyenda jamás demostró que los astros sucumbieran al deseo y se unieran, se hicieran uno, y quizá aquello podía resultar, pero no para el sol y la luna.

Después de todo, el sol tenía muchos planetas girando a su alrededor ¿No?

¿Por qué habría de quedarse con la luna?

La luna era pequeña a comparación de los gigantes planetas que daban vueltas a su alrededor, que se quedase viéndolo a la distancia solo demostraba aquello que deseaba pero no podía tener.

La torpeza de la luna, de Glimmer, la había llevado a un ciclo sin fin donde debía observar al sol, verlo salir y esconderse, verlo brillar a lo lejos, sin poder tenerlo para ella.

Sus pasos, la llevaron directamente hacia el pequeño jardín de la entrada del castillo, sitio donde muchas veces había estado para mirar las pequeñas flores que había alrededor, sitio que miraba siempre antes de dirigirse al bosque con Adora.

Sus pasos eran firmes, sabía a donde iba, pero también le aterraban, debía cumplir su misión, aún debía intentar salvar al pueblo, porque, ¿Qué culpa tenía el universo del egoísmo de su astro más brillante?

A medida que se acercaba al bosque las náuseas que la atormentaban volvían y las miradas de aquellos curiosos regresaban con ella haciéndola sentir desnuda y humillada nuevamente.

Y ahí estaba, de nuevo en el mismo punto de siempre, de nuevo esperando al demonio que la guiaría por el pueblo, de nuevo la luna esperando al sol.

La rubia había estado evitando entrar a su hogar desde lo ocurrido la tarde anterior, incluso se obligó a dormir en casa de Catra sabiendo que odiaba dormir fuera.

Estaba evadiendo los recuerdos, aquello que la confundía más, pero más importante, evadiendo su responsabilidad ante la chica de ojos violetas.

Su cuerpo se relajó en uno de los muchos arboles que estaban cerca del muro, cerca del sitio donde siempre se encontraban para iniciar el recorrido diario por el bosque.

Donde la volvió a ver.

¿Qué haces aquí?— preguntó extrañada bajando del árbol— tenemos un acuerdo ¿Lo olvidas? Tú me enseñas todo el lugar a cambio de que yo intente sacar a los demonios de aquí.

No me refería a eso, me refiero a ¿Por qué regresaste?— en su voz se hizo presente un tono de curiosidad y al mismo tiempo parecia estar rogándole por una respuesta clara, como si deseara quedar como la mala del cuento antes de tomar su responsabilidad por completo.

¿Por qué no lo haría?— respondió con un tono frío la morena, aunque por dentro ya estaba hecha un mar de llanto y deseaba golpearla y pedirle explicaciones.

No sé, porque fue horrible ayer ¿Quizá?— su respuesta sonaba molesta, como si esperaba que Glimmer no volviera más, como si esperaba que aquella chica se quedase en su lugar sin continuar.

El resto del mundo no tiene por qué pagar por tus errores, el resto del mundo no tiene que pagar por mis desgracias, y aunque desearía no verte ahora mismo, aunque revuelvas mi estómago en este momento, creo que el resto de los demonios merecen libertad por encima de si eres una idiota o no.

Pero si deseas quedarte en éste bosque y no ayudar con el cambio, puedo retirarme— sus labios soltaban mentira tras mentira, odiaba pensar que todo acabaría ahí, se había aferrado como la luna se aferra al cielo antes de esconderse, se aferraba con fuerza por ver al sol.

No, espera, tienes razón— murmuró avergonzada la rubia mientras se acercaba a la pelirosa— yo, no debí...— intentó la rubia— no quiero hablar de lo sucedido ayer, de hecho no quiero escuchar nada fuera de la cultura de los demonios salir de tus labios por ahora.

Espero puedas respetarlo— aquello por alguna razón parecía herir a la rubia puesto que solo la había utilizado ¿No? Glimmer ya no entendía lo que pasaba, cada segundo era una agonía y estaba cada vez más confundida.

¿A qué se supone que estás jugando?

Sol y Luna • GlimmadoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora