IV.

32 3 0
                                    




CAPÍTULO IV.

━━━━ □○□ ➸♡➴♡➸□○□ ━━━━

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

━━━━ □○□ ➸♡➴♡➸□○□ ━━━━


Bajé con Alex pero mis ojos estaban buscando a alguien más entre todas esas personas enloquecidas.

— ¿Juegas verdad o trago? — me preguntó tomándome por sorpresa. Por un momento olvidé todo lo demás. Alex se veía muy guapo y era la primera vez que conversábamos y sin Kristina en medio.

— Estoy dentro. — dije sin pensarlo. Lo vi elevar sus comisuras con una mueca parecida a una sonrisa y arrastrarme hasta la mesa en donde estaban los demás.

Pero cuando me di la vuelta pude observar a un chico solitario fumando un cigarro en el jardín principal — Vuelvo en un minuto — y me fui sin esperar respuesta.

— ¿Allan? ¿Eres tú? ¿Tú fumas? — alcé las cejas sin poder creer la imagen que tenía en frente. Los ojos de Allan estaban rojos y parecía pasado de tragos.

En cuanto Allan me vio, botó el cigarro y lo pisó hasta hacerlo trizas en el concreto.

— Si no hay pruebas, no hay crimen — Tartamudeó con una pausa. Estaba ebrio — Ni se te ocurra decirle a Alex.

— Descuida — respondí, frunciendo el ceño. — No le diré nada.

Él asintió — ¿Y a ti cómo te ha ido? — me preguntó — ¿Has hablado ya con Alex, o te ha dado miedoooooooo? — se rió, tambaleándose, y yo rodé los ojos. Nuevamente parecía el Allan que se reía conmigo en las tutorías y no esa triste y solitaria imagen de hace unos segundos.

Asentí — Sí, supongo. — Ni siquiera me había molestado en contratacar gritándole "baboso", porque había otra cosa ocupando mis pensamientos y no sabía por qué sentía la necesidad imperiosa de hacerle frente en ese momento, pero a veces podía ser muy impulsiva, necia... y entrometida.

— De hecho, estábamos hablando de ti.

— ¿De mí? ¿Y sobre qué? — Allan elevó sus cejas y noté cómo su mandíbula se tensaba.

— De que antes te gustaba todo este mundillo y no eras el baboso que conozco — Pensé que Allan se reiría, pero sus siguientes palabras me dejaron paralizada y con una sensación extraña en la boca del estómago.

— Y una mierda, Vania, tú a mí no me conoces — Vi cómo apretaba los puños. — Estás aquí por Alex. No te equivoques.

Me quedé ahí de pie viendo a Allan alejarse tratando de darle un significado a lo que acababa de suceder. ¿Cómo es posible que de repente se estuviera comportando de manera tan distinta?

¿O es que así era siempre? Pensé, recordando lo que Alex me había dicho.

Volví a la sala después de un rato.

EL ALGORITMO HALE.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora