agus pov
El Rocío de la mañana es algo que me recuerda mucho a sus esmeraldas entreabiertas posadas sobre el cuaderno de economía, luchando por no cerrarse mientras repasan una y otra vez ese pasaje casi absurdo de interpretar tan temprano en la mañana. Cada vez que mis pesadillas logran obtener lo mejor de mi, camino el corto recorrido hasta el balcón helado mientras agito el encendedor azul y ruego no haberme fumado el último cigarrillo, cada vez que abro el paquete y noto que es mi turno de pedir un deseo al notar ese pequeño palillo mirando directamente hacia mi melancólico estado de agotamiento insulso, rogando, implorando que por favor cumpla con su misión en esta vida, una muerte lenta y dolorosa que causará un efecto prolongado en mi salud. Cada vez que inhalo ese aire teñido de gris y cada vez que su recorrido finaliza por el mismo lugar donde inicio, cada vez que observo a esa misma nube gris disolverse en el rocío de la mañana. Cada vez, sin falta, lo recuerdo. Sentado en esa silla barata susurrándome un chiste de mal gusto o pidiéndome las respuestas a una pregunta que tampoco sé. Corriendo a mi lado en el gimnasio de la escuela mientras imaginábamos que éramos los únicos en el mundo, corriendo a donde nadie nos conozca y donde nadie nos encontraría mortales. Rozándome con las gastadas puntas de sus dedos mientras trataba de convencerse que era solo un momento insignificante. La simple silueta de la mañana me susurra sus últimas palabras como si estuviera tratando de arroparme en una camisa de fuerza de la cual yo mismo rogué de rodillas que se me aplicara.
"No creas que es fácil para mi dejarte"
Mis labios envuelven las palabras que una vez fueron suyas, las palabras que separaban mi amistad extraña con Mateo Polaro de un juego de escondidas en el baño de la secundaria, donde nuestras respiraciones formaron una mientras su corbata se enredaba entre mis dedos y sus temblorosas manos recorrían mi cintura como si estuviera tratando de convencerse de que yo era una figura real y de que ese beso no era nada más que una broma inofensiva entre compañeros.
Miro sobre mi hombro lentamente donde una desconocida mujer desnuda descansa sobre la cama que solía pertenecer a nuestras mentiras nocturnas. Ella gira en el lugar y se enreda más entre las húmedas sábanas azules que debieron ser lavadas hace una semana. Se siente como si hubiera sido invadido por una presencia demoníaca, un espíritu que se presentó sin llamar en mi puerta y que se apodera de mis pertenencias sin pedir permiso. Esta intrusa se revuelca sobre mis recuerdos y ni siquiera parece importarle. Quiero que desaparezca, quiero borrar la memoria de la noche anterior, quiero regresar al momento en el que cometí el terrible error de invitar a ese cuerpo a mi departamento, al lugar donde alguna vez el llamo hogar. En nuestro lugar seguro, ahora profanado por una mujer insatisfecha por mi pobre desempeño en el acto sexual.
Desaparece, por favor desaparece de mi vista y no vuelvas jamás.
Repito una y otra vez deseando que en algún momento se vuelva una realidad. Tiemblo mientras dirijo el último cigarrillo hacia mis labios. Cierro los ojos mientras siento cómo mi cuerpo es bañado por una ola de suavidad y calma, exhalo el humo e imagino que esa melena rubia profanando mi santuario no es nada más que una ilusión, un mal sueño del que voy a despertar y que él va a estar allí para consolarme y decirme que todo va a estar bien. Imagino cómo nuestros cuerpos se entrelazaron debajo de las sábanas azules y como nos prometeremos que esta es la última vez que la usaremos antes de llevarla a la tintorería. Nos reiremos a carcajadas cuando nos demos cuenta que ambos estamos haciendo falsas promesas. Imagino como se sentirá dormirse en su pecho después de tantos años. Imagino como seria si el jamás hubiera bloqueado mi numero, e imagino una realidad en la cual pude haber obtenido mi final feliz en lugar de este espantoso cigarrillo alejándome al menos por unos minutos de esa mala elección descansando sobre mi cama, mi cama.
ESTÁS LEYENDO
Páginas Sueltas
FanfictionAgus y Teo compartieron un romance adolescente en los sucuchos de su escuela católica, pero los años pasaron, los deseos opuestos causaron la pelea que los convirtió de amantes a completos extraños que solamente compartían un pasillo en la facultad...