Mayo

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Agustín camina de un lado a otro con dos cafés en la mano— bueno, un café y un chocolate caliente. Mantenerse activo en situaciones de nervios extremos lo ayuda a exorcizar un poco de esa energía inútil. Camina mientras imagina miles escenarios posibles, tratando de prepararse para lo desconocido. Prepararse para un terremoto, una bomba, una desilusión. La simple coreografía de un lado a otro tratando de balancear los vasitos de cartón apoyados sobre un maple de huevos reciclado lo mantiene cuerdo. Nada malo puede pasar si el se apega a esa simple coreografía. Por cinco minutos todo parece salir de acuerdo al plan, prepararse para algo que no sabe si llegará— que desea que nunca llegará— todo sale de acuerdo al plan hasta que lo temido ocurre, la puerta del salón se abre dejándonos ver al chico de rojo sosteniendo una carpeta con lo que en este momento es su preciado cargamento, su fututo, su esperanza. El chico de azul detiene su caminata obsesiva y se siente como si el mundo dejara de girar. Hay un momento de pura paz antes del temido después.

Agus...

Teo...

La plegaria en sus ojos café se hunde cada vez más dentro de ese prado esmeralda lleno de incertidumbre, arropando un misterio que perfora su dañado corazón, que alimenta su deseo, que espera lo peor. De pronto, el dolor del misterio llega a su punto de quiebre, el anhelo regurgita una pregunta de la cual no esta seguro de preguntar. Trepa por su garganta a su boca, clava sus pezuñas sobre sus dientes y forcejea la salida combatiendo contra el temor. Pelea en salir como si fuera una víctima de un secuestro, como si fuera un niño encaprichado. Rompe su atadura y acompañado de una voz quebrada la pregunta se escapa de sus labios. "¿Que te dijo?"

"¿Hace cuanto estás ahi afuera? Podías entrar tranquilamente"

"Llegue una hora temprano pero me dió mucha ansiedad entrar, así que me fui al cafe este a tres cuadras que te gusta y te compre un café solo"

Se lleva su mano libre a su mejilla para tratar de cubrir cualquier tinte rosado que estos puedan tomar "¿como sabías que pedirme?"

"Presto atención" hay una pequeña pausa en la cual Agustín no puede quitar la mirada de la carpeta violeta.

Mateo se da cuenta, sale de sus fantasías, aplasta sus labios juntos y abre la mirada, le enseña la primera pagina del libreto. "Aprobado"

"¡¿Aprobado?!"

"Si, pero hay que hacer algo con tus espantosas faltas de ortografí— ¡Astrada!" Mateo es atacado por un abrazo de parte del chico sosteniendo las tazas de cartón en el maple, milagrosamente solo logra derramar una gota de chocolate en el piso. Mateo trata de quitárselo de encima pero luego de unos segundos deja de pelear y solamente se queda ahi parado, recibiendo el afecto inoportuno.

"¿Viste que yo te dije que éramos un buen equipo?" Dice una vez separado, tratando de limpiar la vergüenza.

"Ponele, todavía hay que corregirlo. La manera en la que se presenta el conflicto en la escena 3 del segundo acto me hace ruido. También me recomendó que hagamos un diseño de personaje mas a fondo porque hay inconsistencias, pero dentro de todo es una buena historia, triste, entretenida. Me dijo también que podemos hacer muy lindos cuadros ya que tiene tantas transiciones."

"Bueno, yo me encargo de esas correcciones y despues te lo paso a vos para que lo corrijas, ¿te va?" Mateo asiente y lleva la mirada a las bebidas. Agustín se percata "¡ah! El café" el le entrega su vaso y el chico de rojo lo prueba, se le escapa una pequeña sonrisa que oculta rápidamente con una mueca.

"Se ve que no prestas tanta atención, tiene azúcar. Yo lo tomo sin azúcar"

Agus suelta una carcajada "Si, ya se pero siempre tenés una mueca cuando tomas el cafe solo, así que le tiré un sobrecito de azúcar morena para que te guste al menos. Se que sos un pretencioso de mierda, Teo te conozco hace mas de diez años" Otra vez las mejillas que queman sus barreras. No se tapa esta vez, sino que camina, su compañero lo sigue a paso atrasado. "Teo, ¿como seguimos?" Cambia de tema para calmar el fuego en su rostro.

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