Thiago Velásquez.
La interrogante salió de mi boca al tocar otra de sus cicatrizadas heridas, ella no habló al instante se mantenía inhalando de la tubería que le compartía oxígeno, en lo que con sus pocas fuerzas luchó por apartarse de mí.
—¿Él te hizo esto?
—Fuiste tú, el único culpable.
Sus labios liberaron dosis de veneno para mi corazón, los mismos labios que una vez besé temblaban al sentir mi tacto en sus heridas, el celeste de sus ojos ya no se iluminaba al verme, su pulso era inestable al tenerme tan cerca que parecía que iba a recaer en otra crisis. Sin embargo, lo único importante era que seguía con vida, eso era lo único que necesitaba para continuar batallando con mis demonios internos y no recaer en la locura.
—No, te juro por mi vida que no lo hice y mi única vida eres tú —rogué desesperado, a la misma vez que empezaba a experimentar un sentimiento agotador, fue como pasar de un cuadro energético a otro totalmente deprimente en un instante.
El monitor que detectaba los débiles latidos de su corazón empezó a resonar de forma alarmante, sus latidos se habían disparado haciendo que esa alerta fuese cada vez más fuerte. Lo extraño era que nadie escuchaba el ruido, solo yo, ninguna enfermera curioseó en la habitación preocupada por la salud de la paciente, todos parecían ignorarnos.
El monitor pasó de reproducir una molesta alarma a otra completamente insoportable de forma automática, obligándome a cubrir mis oídos con las palmas de mis manos, intentando interrumpir las vibraciones que torturaban a mis vías auditivas, un lacerante dolor de cabeza me acompañó al mismo tiempo que caí al suelo, ya no tenía fuerzas para mantenerme de pie.
Flujos de sangre empezaron a salir por mi nariz cayendo lentamente por mis labios, todo a mi alrededor se iluminó casi hasta creer que quedaría ciego, las voces de miles de demonios llamándome por mi nombre me hizo entrar en pánico, todos ellos me querían atar en el infierno y tenía miedo de que sucediera lo peor, tenía miedo a que él volviera a lastimarla como lo hizo, porque cuando estaba cerca de ella, Peligro tomaba fuerzas para vengarse de mí.
—Tiene otro ataque, por favor llamen a la doctora.
Desperté.
Fue otro sueño oscuro.
Otra vez soñé con ella.
El monitor que media mis latidos estaba disparado, mis latidos eran los que estaban en una alta frecuencia, mi respiración era inestable, las linternas apuntaban a mis pupilas mientras que con agujas penetraban mi piel para sedarme. Dos sedantes diarios eran suficiente para poder mantener la cordura, de lo contrario, estaría en el peor de mis estados maníacos o suicidas.
Desde que ella no está intente suicidarme cuatro veces en un mismo mes, fue difícil mantenerme con vida sin ella a mi lado, desde ese entonces sobrevivía en un hospital psiquiatra a ley de las fuertes medicinas que me inyectaban diariamente.
—¿Thiago? ¿Me escuchas?
Parpadee una vez, era la manera de comunicarme con el personal psiquiatra.
Un parpadeo significaba que sí, dos veces que no, y cuatro veces era un, no estoy seguro.No podía hablar, tenía el cuello fracturado después de intentar ahorcarme con la manguera de la ducha.
—¿Soñaste otra vez con Peligro?
La doctora continuaba evaluando mis ojos cristalinos, buscaba alguna señal de Peligro en ellos, puesto que, se acercaba el día de la cirugía y debía procurar que todo estuviera en orden.
Parpadee dos veces dándole a entender que no.
—¿Soñaste con ella?
Parpadee una vez. Dos enfermeras tomaban apuntes de todo lo que me sucedía, como reaccionaba o que hacía, después de que me encontraron el baño colgando del techo pudieron salvarme.
La doctora suspiró.
—Thiago, no puedes continuar con esto debes entender que ella no existe, nunca existió, solo es producto de tu enferma consciencia —dijo intentando ocultar el hastio de repetirme lo mismo cada que me diagnósticaba—. No puedes vivir atado a tu imaginación, debes continuar.
Continuar no tenía sentido si ella no estaba, era la única razón por la que desde en un principio luchaba para vencer a Peligro.
—Estoy seguro de que ella si existe —susurré.
La puerta se abrió de golpe, Jhoanna accedió agitada en un cuadro de desesperación, iba acompañada de Ryan con una niña en sus brazos.
—¿Estás bien? ¿Todo en orden? ¿Ya lo volvieron a sedar? —Preguntó Jhoanna en varias bocanadas de aire. Me miró aturdida en busca de respuestas, su miedo a perderme se reflejaba en sus ojos casi llorosos, sus ojeras marcadas eran solo el indicio de cuan estaba sufriendo y sacrificándose solo por mí.
—Si, está en un buen estado. Sigue mejorando, solo tuvo una pesadilla —afirmó la doctora.
Hubiera deseado que aquello no fuese una pesadilla, sino más bien la realidad, estar junto a ella. Peligro lastimó a la mujer que más amé en mi vida, y aunque me costaba asimilarlo, en mi alma tenía la esperanza de volver a ella.
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Enamorado Del Peligro {Libro 2}
Teen FictionEnfermizo, así podía describirme luego de estar atado por años a farmacéuticos que sedaron la peor versión de mí. Caótico, esa palabra expresaba perfectamente lo que había en mi interior y la obsesión que tenía de poseerla para que fuera solo mía. P...