Capitulo 6. | Nuestra última caricia

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Thiago Velásquez.

Una gota de sangre se deslizó hasta caer en las sabanas blancas que me protegían del frío, la suavidad de su tacto en mis labios fue adormeciéndolos, mi ceja derecha temblaba levemente mientras que los pensamientos abrumaban mi cabeza; Imaginé a Audrey acariciándome, sus labios estampados con los míos en un beso deleitante y sin fin, sus azuleja mirada siempre fue mi favorita, las pocas veces que sonreía se convirtieron en un perfecto paisaje para mí, su voz era mi canción preferida y aunque para ella era un secreto, nunca pude ocultar mi enamoramiento hacia ella.

"Con pequeños toques limpió las manchas de café de mis labios, entorno sus ojos observando las manchas, parecía estar muy concentrada y de no ser por sus expresiones podría decir que no hubiera notado sus ganas de besarme.

—Tú también tienes algo.

Mentí acariciando sus pómulos, concentrándome en las comisuras de sus labios, acercándome cada vez más a su boca.

—¿Dónde?

—Aquí.

Adherí mis labios a los de ella en un beso corto, temí a ser intenso, la frescura de sus labios con sabor a leche me dejó risueño.

—Yo misma podía quitármelo—agregó una vez abrió los ojos después del beso.

—Yo quería hacerlo con mi boca. "

Ese fue nuestro último beso, nuestra última caricia y la última sonrisa.

El irritante eco de su voz produjo una mueca de disgusto en mi rostro, abrí los ojos encontrando la silueta de la chica junto al marco de la puerta.

—¿Me estás escuchando? —repitió ella, con una actitud desafiante.

La situación en la que nos encontrábamos no era nada agradable. Un chico estresado y cansado de lidiar con un hombre moribundo y una exnovia celosa fueron suficientes para que esa madrugada se convirtiera en un espacio sumamente incómodo para todos nosotros.

—Zoé, déjalo en paz, necesita descansar —rebatió el chico a mi lado a la vez que limpiaba mis heridas con delicadeza.

—Es que aún no entiendo como llego este hombre aquí, empiezo a sospechar que es uno de tus amantes —admitió cruzándose de brazos—. Por eso no llegaste a nuestra cita hoy en la tarde ¿No?

Con los ojos cerrados inhaló aire suficiente para llenar sus pulmones, contuvo el aire unos segundos y lo retiró lentamente. Supuse que era un ejercicio mental para no perder la paciencia, porque al parecer lidiar con esa mujer no era asunto fácil.

Tomó una pausa para dirigir su mirada hacia la mujer de rasgos asiáticos y directamente dijo:

—Te dije más de una vez que te cancele por mi trabajo, estoy muy ocupado con una boda que organizar y créeme que no es sencillo cuando tienes a una familia tan importante como los White llamándote a cada hora para verificar que todo esté en orden.

Mi semblante cambió al escucharlo, mi corazón volvió a latir sin control mientras intenté tener estabilidad, no estaba muy seguro de si todo lo que existía en mi memoria era real o si se trataba de una mezcla de mis fantasías y la realidad, ¿acaso llegue a conocer a los White en realidad? ¿O se trataba de otra familia adinerada? No estaba seguro y lo que menos me hacía sentido era lo de la boda.

—No te creo, no después de todas tus falsas excusas y mentiras para dejarme.

—¿Es en serio, Zoé? —bufó. —Nunca te mentí, desde un principio sabías que esto iba a suceder.

—¡En ningún momento imaginé que me engañarías, Benjamín! —Exclamó alterada, haciendo un gesto con sus manos—, y mucho menos con otro hombre.

El escenario se quedó en total silencio, yo no supe a donde más mirar, fue un momento extraño. Estábamos en una habitación casi a oscuras, yo estaba recostado en una cama de sabanas cálidas y blancas con almohadas, el chico estaba sentado a mi lado limpiando la sangre de mi rostro y desinfectando mis heridas, la mujer se encontraba apoyada del marco de la puerta con dirección hacia nosotros con sus brazos cruzados.

—Zoé, nunca te fui infiel y lo sabes... Otra cosa muy distinta es que no quieras aceptar el hecho de que, no me gustas y que después de tantos años tuve el valor para salir del closet y aceptarme tal cual.

—Benjamín, nos íbamos a casar y de no ser por esta maldita idea de que eres gay estaríamos bien... Ahora lo que estás haciendo es una aberración —dijo de forma juzgadora, para luego pasar a un tono suplicante—, pero aún podemos intentarlo de nuevo, puedo hacerte ver que realmente soy esa mujer que amas y que esto solo es una confusión.

Tragó grueso dudando de su respuesta, continuó limpiando las heridas de mi rostro mirando con intriga los hilos que flexionaban mis labios, pero luego de unos segundos habló—: Márchate.

Zoé alzó ambas cejas con sorpresa, reprimió una triste sonrisa y armándose de valor, se atrevió a preguntar, no podía creer lo que su exnovio le estaba solicitando.

—¿Eres consciente de lo que me estás pidiendo?

—Sí, quiero que te vayas y me dejes en paz —tragó grueso en una dura expresión.

—¿Lo dices en serio? —Indagó sin querer asimilarlo con una expresión de lástima.

—Zoé no te quiero volver a ver, entiéndelo.

Apretó sus puños conteniendo cierto sentimiento de ira, miró a Benjamina con impotencia como si de alguna manera hubiera roto algo muy importante para ella, se retiró marchando con sus finas zapatillas y al salir azotó la puerta. Benjamín no dejaba de acariciar mi piel con algodón, no decía nada, pero aun así sentía como realmente quería hacerlo.

Escudriñando visualmente la habitación donde reposaba, no pude ignorar los preservativos que había en la mesa de noche junto a la lámpara, la delicada decoración de la habitación y sus neutros colores.

Vi como se esforzaba en escupir todo lo que le lastimaba desde su interior, parecía tener un molesto nudo en su garganta a la vez que apretaba sus labios, —¿Te dolió?

Me miro confundido ante mi consulta, me sinceré a su lado mirando cada detalle de su rostro poniendo mi palma en su pecho, su cabello azabache estaba desaliñado, su sonrisa era neutra y sus ojos apagados.

—¿Qué?

—¿Ella logró herirte con sus palabras?

Ladeó la cabeza confundido, pareció sobre pensar la pregunta.

—Sinceramente, no lo sé. 

Enamorado Del Peligro {Libro 2}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora