CAPÍTULO VEINTISEIS

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CAPÍTULO VEINTISEIS
IR A IDRIS


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Unos días después, Adrian y Alec caminaban tomados de la mano por una calle concurrida. Tenían un glamour, por lo que los mundanos a su alrededor ni siquiera podían verlos, pero Adrian todavía sentía que era importante a pesar de todo. 

Maryse no los había dejado salir del Instituto a menos que llevaran armas, razón por la cual eran invisibles a los ojos humanos en primer lugar. Una espada estaba atada en la espalda de Adrian, mientras que Alec tenía su habitual arco y flechas. 

A Adrian le entristeció saber que su staff se había perdido para siempre, pero luego se dio cuenta de que no había durado mucho en la pelea a pesar de todo. Era más bonito de ver que confiable. Él había pedido uno nuevo, uno mejor, y Maryse había dicho que lo aceptaría. Hasta entonces, estaba atrapado con una espada. Le encantaban las espadas, pero hubiera sido bueno tener un staff como su arma principal durante más de unas pocas horas.

—¿A dónde vamos? —preguntó Alec, rompiendo el cómodo silencio. No le había preguntado a Adrian a dónde iban cuando salieron del Instituto, solo lo siguió cuando Adrian le dijo que si quería unírsele. Ahora miraba alrededor con el ceño fruncido.

—A la librería de Luke —dijo alegremente Adrian, balanceando sus manos unidas. Se había despertado de muy buen humor. El Instituto casi vacío de cazadores de sombras heridos, y Adrian podía caminar por él sin dibujar un iratze cada hora—. Le prometí que lo visitaría.

—Aún creo que debimos tomar un taxi —dijo Alec. Adrian rodó los ojos.

—Es un día muy lindo como para tomar un taxi. Además, estoy a la perfección —sonriendo, codeó a Alec—. Te preocupas mucho.

—Soy el mayor —argumentó Alec—, se supone que tengo que preocuparme.

—Sí, pero no tanto que olvides divertirte. Siempre dije que arreglaría eso —Alec hizo una mueca. La idea de diversión de Alec era fiestas hasta tarde. Ya que él y Magnus se hacían más cercanos, Adrian estaba emocionado acerca de las fiestas que podrían crear juntos. Alec, por otro lado, le atemorizaba la idea. Siempre había odiado las fiestas, era muy introvertido como para disfrutarlas.

—Aunque nunca te dejé hacerlo —señaló Alec y Adrian se encogió de hombros.

—Bueno, ahora que estamos saliendo, espero eso cambie un poco —Alec sonrió ante eso, agachando la cabeza. Adrian lo codeó de nuevo—. Al fin puedo convencerte de hacer cosas —Alec rió, incrédulo.

—Dri, no tenías problema con convencerme de hacer cosas antes —mencionó Alec. Adrian solo se encogió de hombros, antes de detenerse repentinamente y tirar de la mano de Alec, llevándolo al lado de la acera y recargándose contra la pared de ladrillo.

—Quería preguntarte —dijo Adrian mientras los mundanos pasaban junto a ellos, pero ninguno sabía que estaban allí—. o quería sacar el tema al principio, porque... no sé, te asustaría o algo así —Alec esperó, tomó la otra mano de Adrian y entrelazó sus dedos. Adrian lo vio hacerlo con una suave sonrisa, una cálida sensación floreciendo en su pecho. Tenía muchas ganas de besarlo, pero apartó ese pensamiento para concentrarse en lo que quería preguntar. Tendría mucho tiempo para besar a Alec más tarde—. ¿Te gustaba antes de que te dijera que te amaba, o después? —el pensamiento lo había estado molestando desde que besó a Alec en el invernadero. No estaba seguro de qué respuesta quería escuchar, no estaba seguro de cómo reaccionaría si Alec decía después. Todo lo que sabía en realidad era que quería conocer la respuesta.

SMOKE AND MIRRORS ──── alec lightwood. [1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora