III

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Lover boy

¡Hola! En el anterior capítulo ya dije que tuvieras preparado Spotify, en este, te recomiendo que también tengas un traductor. ¡Puede que te haga falta!

Estaba copiando rápidamente lo que ponía en la pizarra antes de que el profesor la borrara en dos segundos. Como siempre.

Mi silla se movió de un impulso y casi rayé toda la hoja de la libreta con el lápiz. 

Me giré hacia Víctor, que le había dado a la pata de mi silla con el pie.

—Tío, ya te vale.

—Perdón, no era mi intención —mintió —. Las matemáticas me frustran.

A mi me frustraba él, y no pretendía empujarle la mesa.

Anda que no...

—Paga tu frustración con el profesor... —dije bajito.

—No soy el único que le odia, ¿eh? —sonrió.

—Tampoco es que lo odie... pero, definitivamente, no es de los mejores profesores que he tenido.

—Es más pesado que una mosca por la noche —soltó despreocupado.

Me giré para seguir copiando.

Otro empujón de Víctor movió mi silla.

Me volví hacia detrás, lentamente.

—Víctor...

—Necesito ayuda con mate.

—¿Y a mí qué?

Sabía perfectamente lo que me iba a decir.

—¿Harías un favor a tu mejor amigo del alma?

Suspiré.

—No, pero sé que aún así me lo vas a pedir, así que...

—¿Podrías darme clases? Tú lo pillas todo, ¿no?

Pensé un momento.

—Pues... Sí.

—¿Sí?

—Pero me debes un favor. Cualquier favor que te pida.

No parecía importarle mucho.

—Acepto.

—Los viernes después de comer. En mi habitación.

La campana sonó y empecé a recoger mis cosas.

—Espera... ¿Viernes? ¡Eso ya es fin de semana!

Lo ignoré y salí de clase con una sonrisita triunfante.

***

Tally y yo hicimos las pruebas para las extraescolares. 

A mi me salió regular. Los nervios de tocar ante un tribunal me despistaron un poco.

A Tally, que había practicado para recordar un poco como jugar al fútbol, le salió bastante bien.

Los resultados de los que entraban en la orquesta estaban en la última planta, colgados en el corcho donde me inscribí.

A diferencia del otro día, más gente estaba por allí, dando clase y practicando.

Me acerqué a la hoja, y busqué mi nombre.

Y...Estaba dentro.  ¡Lo había conseguido!

Con una sonrisa de boba fui rápido hacia las escaleras, tenía que contárselo a Tally.

Tú y tu músicaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora