CAPÍTULO OCHO.

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08

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08.
| ¿Krasikeva? |
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Jess.

You tell me that you need me

Then you go and cut me down

But wait

You tell me that you're sorry, didn't think-

—Dios, ya cállate.

Fui interrumpida de manera abrupta por la fastidiosa voz de mi hermano, quien para ese momento ya se encontraba instalado en casa después de que efectivamente, Scott le dislocará un hombro.

—Que aburrido eres. —Rodeé los ojos.

Llevaba horas soportando un fastidiado Jackson que no paraba de quejarse de McCall, diciendo que lo mataría en cuanto volviera a verlo.

—Como sea. — Refunfuñó. — No logro entender cómo es que Alice ahora parece un siamés con esos dos, ¿Desde cuando se junta con esos perdedore?

Ahí íbamos de nuevo, una vez más el repertorio de odio que ya estaba provocandome un tic en el ojo.

—¿Te molesta tanto Scott porque te humilló en pleno partido o porque Alice está interesada en él?

—¿Lo está? — Se inclinó en su lugar, alzando con sorpresa ambas cejas.— ¿Le interesa ese imbécil?

Ja, te he atrapado, Jackie.

—No lo sé.  —Contesté, extrañamente con sinceridad.  Era muy difícil para Alice sentir interés romántico hacia alguien, y no la culpaba, pues la relación de sus padres no fue el mejor de los ejemplos referidos al amor y toda esa mierda, pero si es cierto que últimamente la rubia había pasado la mayoría del tiempo con ellos dos, pero por alguna forma no podía descifrar si era únicamente el afán de descubrir todo lo sobrenatural o si la razón de ese acercamiento se debía a algo más...íntimo.— Sea como sea, no es algo de lo que tengamos que hablar, Alice sabe lo que hace y tú, gran piraña. —Piqué su nariz en un gesto de molestia.—Deberías superarla de una vez por todas.

Rodó los ojos.

—Solo es mi amiga, me preocupó.

Podría haberme puesto a discutir sobre las miles de razones que tenia para pensar que sus palabras no eran ciertas, pero realmente cuidar a Jackson toda la tarde era como haber tenido dos niños pequeños de la noche a la mañana y mi cuerpo ya exigía su merecido descanso.

—Pensaba en quedarme toda la noche, pero veo que la lengua te funciona de maravilla así que espero y lo demás también. —Sonreí, caminando hacia la salida.— Volveré al internado.

—Mocosa. —La almohada que me lanzó después de mascullar el insulto pudo haber dado directo contra mi rostro de no ser porque había cerrado la puerta justo a tiempo, sonriendo triunfante cuando escuche como maldecía reiteradas veces por su tiro fallido.

—¿Ya se va señorita? —Asentí cuando la figura de la señora señora del aseo apareció a mis espaldas.

—Cuide bien de mi hermano, porfavor. —Pedí con una sonrisa amable, despidiéndome amistosamente de la mayor antes de abandonar mi casa.

La noche estaba hermosa, por lo que decidí regresar al instituto en mi bicicleta, rezando internamente para que el guardia estuviese de buen humor y me dejará guardarla en alguna parte.

Dejando de lado eso, todo parecía ir de maravilla de no ser porque una enorme roca a mitad de camino me había hecho tropezar. Genial, quizás este era mi karma por haberme burlado de la lesión de mi hermano, y ahora me encontraba postrada sobre el suelo con un par de notables raspaduras en mis piernas y codos.

—Maldición. — Mascullé dolorida, sacudiendo la tierrilla de mi uniforme antes de que una luz cegadora a unos metros me obligara a cubrir mi rostro con ambos brazos.

Faltaba más, moriría atropellada después de haber caído de forma vergonzosa de una bicicleta.

—¿Jess? ¿Qué haces aquí?

Su voz, su maldita y encantadora voz que reconocería en cualquier parte. Aquel hombre atractivo, inteligente y jodidamente sensual que me hacía suspirar con solo existir. Allen Stilinksi me observaba mientras bajaba del Jeep que conocía por ser el mismo que conducía su hermano, y por lo que supe, Allen era el único al que dejaba manejarlo.

—¿Qué haces aquí? —Fue lo único que se me ocurrió responder mientras el amor de mi vida me ayudaba a ponerme de pie.

—Tengo un permiso para salir al internado en las noches, ya sabes, por el trabajo. —Contestó.— Estaba volviendo cuando vi como tropezaste, ¿Estás bien?

Asentí.

—¿Esto? Puff, no es nada. —Inquirí. — Cuando era pequeña me fracture el tobillo, ¡Fue horrible! —El rió, dejando ver aquel par de hoyuelos que lo hacían ver aún más bonito de lo que ya era.

—Tengo algunas cosas con las que podremos curarte eso. —Habló.— Podemos pasar por casa para desinfectar esas heridas, luego te llevaré al internado, no creo que llegues muy lejos con eso. —Señaló mi vehículo.

Era cierto, la roca había roto parte de la rueda y al menos que quiera otro vergonzoso accidente, preferiría un aventón.

Era un golpe a mi ego el hecho de no poder sobrellevar una conversación como dos personas normales. Y es que generalmente yo solía hablar hasta por los codos, porque, vamos, ¡Soy increíblemente buena sacando temas de conversación! Pero con Allen presente me tranformaba en una pelota obesa que solo sabía decir "Sí" "Ajam" "Claro" y "¡Por supuesto!"

Alice me había dicho que debía aprovechar esta oportunidad y demostrarle a este chico lo maravillosa que podía ser, ¿Pero como jodidos iba a hacerlo si no era capaz de pronunciar más de dos palabras completas en su presencia?

—Por cierto...—Su voz me despaviló, y antes de que siquiera terminará la oración me encontré balbuceando un "¿Si?" como si hubiese estado esperando sus palabras desde que me subí al auto de su hermano.— ¿Qué tal está Jackson? Scott le dió realmente duro en el entrenamiento.

—Pues tan duro que le dislocó un hombro. —Respondí.— Estará bien, aunque ahora está un poco fastidioso porque no sabe si podrá jugar el sábado.

Asintió.

—Comprendo, al final de cuentas Jackson sin Lacrosse no es Jackson, ¿no? —Estacionó en lo que reconocí inmediatamente como su casa.— Llegamos.  —Me avisó y posterior a eso ambos nos adentramos a su hogar. Él con toda la confianza del mundo y yo intentando aparentar tenerla mientras caminaba con incertidumbre a sus espaldas. —Espera aquí, iré por el botiquín.

Mascullé un "De acuerdo" por lo bajo mientras comenzaba a dar vueltas por lo que sería su sala de estar, y mientras lo hacia algo llamó mi atención. Sobre la mesa principal habían un montón de archivos dispersos junto con algunas imágenes, pero fue una en especial la que capto toda mi atención.

Eran algunos recortes del anuario del Internado, no sabía bien de que año pero si se leía con claridad dos nombres: Derek Hale, y Paige...¿Krasikeva?

¿Krasikeva?

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