Capítulo 3

0 0 0
                                    

  En algún momento me desmayé por el insomnio acumulado, ya que se había juntado con un estrés bastante inquietante, y cuando volví en mí, pude contemplar que aquella habitación no era la mía en lo absoluto, por eso, decidí salir de aquella esponjosa cama para poder averiguar más.
  Por desgracia para mí, mi tobillo estaba encadenado a aquella cama, pero por fortuna, me habían puesto una cadena lo suficientemente larga como para pasearme por toda aquella casa. Esta era increíblemente sencilla. La recorrí entera, pero por desgracia la cadena no llegaría nunca a la salida de aquel hogar desconocido. Más tarde me senté en aquel enorme sofá, esperando que se me ocurriera alguna forma prudente de salir de aquí sin acabar muerto.

  Me puse a barajar opciones: ¿Salir por la ventana? Parecía ser el último piso de ese increíble rascacielos. ¿Poner carteles de S.O.S por fuera de la ventana? El viento se los llevaría con él y los verían sin falta. ¿Engañar al hombre de la puerta si es que hay uno? Ni siquiera puedo abrir la puerta por la ridícula cadena. Así, poco a poco yo mismo me quitaba las opciones.

–La ventana, tírate por la ventana.
–¡No! –Otra vez no, no podía estar aquí otra vez. ¿Cuándo acabaría esta horrible pesadilla? No iba a acabar nunca–. ¡Déjame en paz! ¡Tan solo vete! ¡No fue mi culpa! ¡No quise hacerlo!

  Tras esos momentos de inseguridad y pánico me escondí en el rincón más recóndito y oscuro de ese lugar. Agazapado, seguía oyéndola decir las mismas condenadas palabras. Me estaba volviendo loco intentando que se fuera aquella ilusión constante, aunque eso solo hacía que la paranoia no cesase. Sería el pánico de la situación lo que me estaba haciendo perder la cordura o que ya había llegado a mi límite.
  Mis manos tapaban con fuerza mis oídos pero su voz seguía resonando en mi cabeza, mientras que, entre susurros, le pedía irse de allí, que me dejara de una vez. Ella no era real y yo lo sabía muy bien. Pensé que todo terminaría, que quizá lo que ella me decía era lo mejor, pero seguía dudando.

–¡Ey! –Esa voz que apenas había oído en algún momento, ahora la persona de la que provenía agarraba con fuerza mi brazo y me levantaba de un tirón. Parecía bastante sorprendido de lo que estaba viendo, pero tan solo veía a un loco cobarde intentando luchar por volver a sus sentidos, algo que parecía imposible para mí.
–La ventana, debo tirarme por la ventana.
–¡Estás loco!
–Ella no parará hasta que lo haga, ¡no me dejará en paz jamás!

  Tras decir eso, él me respondió, pero no pude oírlo porque ella se reía constantemente mientras seguía repitiéndome incesantemente las mismas palabras: “Tú me mataste”, “Debes morir”, “Mátate”, “Hazlo”, “¡Ahora!”. Por un momento pude escuchar el chasquido de una lengua, pero lo único que me hizo volver en mí fue aquel inesperado beso.
  Unos segundos después de aquello, yo intentaba zafarme de aquellos musculosos brazos para poder acabar con aquella absorta situación que no me dejaba respirar, pero hasta que él no me dejó ir, no pude zafarme de ella.

–Hayashi Owari.

  Aquella mirada de ojos verdes que penetraba todo mi ser me estaba haciendo sentir intranquilo a más no poder, toda mi cara se sentía cálida y mis ojos incesantes se desviaban cada vez que intentaba conectarse con los míos, así que pensé que si le respondía quizá podría terminar con esta incómoda situación lo antes posible.

–¿Qué?
–¡Oh! –Estaba fingiendo estar sorprendido, de eso estaba seguro–. Has vuelto en ti, -rascándose la nuca–, me alegro.

  Al finalizar aquellas palabras soltó mi brazo y se marchó hacia alguna otra parte de la casa. Yo lo seguí por detrás, había algo que necesitaba confirmar.

–¿Cómo sabías dónde estaba? –confundido, no dejaba de penetrar su jodida existencia con mi mirada.
–La cadena. –Señaló ésta como si fuera lo más obvio del mundo.

  Mientras tanto, se recostó en aquel sofá mirando algunos papeles que parecían ser poco importantes, pero a decir verdad, luego descubrí que no era así.

–Owari, ¿sabías que Nakamura Yumeko murió en un absurdo accidente de tráfico? –Hizo una pequeña pausa–. No me interesa tu respuesta. Según los informes, tú estuviste presente, ya que fuiste un testigo presencial en el juicio contra el conductor de aquel auto, aunque a decir verdad tu respuesta fue algo nula, pero la tuvieron en cuenta más que las demás. –Luego de aquello suspiró y más tarde me miró–, “Yo… La he matado, debí haberla protegido, pero no fue así. Es mi culpa, y ahora está muerta. El conductor no pudo verla a causa de la falta de luz pero nosotros deberíamos haberlo imaginado, aunque el semáforo estuviese en verde”. –Otra vez se estaba frotando, pero en esta ocasión era la frente. Tras soltar un suspiro, volvió a mirarme con duda–, Al decir que el semáforo estaba en verde, más la confirmación de eso por parte de otros testigos, el conductor acabó con una deuda por pagar hacia los familiares y diez años de prisión. Aun así, confirmas todo el tiempo haberla matado, cuando tan solo fue un accidente.
–Yo debí haber sido el…

  No pude terminar de hablar ya que él me había agarrado fuertemente del brazo, tirándome de rodillas al frío suelo y poniéndome la mano en la boca mientras esbozaba una sospechosa sonrisa.

–… el que muriera y no ella. –Tras terminar mi frase, sacó un cigarro y lo encendió, cogió una bocanada de aire y me lanzó el horrible olor a cigarrillo a mi cara–. Entiendo, no vas a aceptar la absurda realidad. –Sonriendo malévolamente, dejó salir unas carcajadas de su insensible boca, mientras quitaba las manos de mis labios–. Me caes bien, así que, por ahora y hasta que me canse seguirás estando aquí.
–¿Eh? –No podía comprender qué demonios quería ese tipo de mí, pero de algo ya estaba seguro, no me iba a dejar ir tan fácilmente–. ¡Ya has confirmado que no vi a los verdaderos sujetos de ese día! –exclamé molesto–, ¿por qué demonios me haces esto?
–Es cierto, y por lo que nos mencionó Kobayashi Katsumoto, no sabes mentir.
–¿Qué le hiciste a mi amigo?
–Nada, por ahora, –eso hizo que esbozará una siniestra y escalofriante sonrisa que me dejó totalmente anonadado, dejándome así sin palabras–. No lo pienses mucho, lo que le pase a la gente de tu alrededor depende solo de ti.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Apr 16, 2023 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Te dejaré morir Donde viven las historias. Descúbrelo ahora