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El agua que salpicaba en su rostro era un gran alivio a esas horas. Inhaló profundamente, a la vez que alzaba la cabeza y veía al frente.

Su cara ya no tan joven. Su mirada no tan feroz. 

Y sus cicatrices...

Pasó sus dedos alrededor de la piel oscura y renovada de su ojo derecho. La mitad de la cara destrozada. Plateado opaco había reemplazado al escarlata intenso que tenía antes. Bajó por su mejilla y mentón con toques suaves, haciendo parecer que estaba conociendo su cuerpo por primera vez.

La herida del hombro izquierdo fue acompañada por la de su abdomen, siendo seguidas por las mismas en su espalda. Deslizó hasta sus brazos, con marcas menores largas y disparejas. Las manos cálidas y ásperas parecían querer retrasar el recorrido, pues se movían lentas hacía el final.

Su pecho.

La cicatriz más grande que tenía y la que más había tardado en sanar. Con forma enorme e irregular, fue frotada con mucho más cuidado, como si el solo contacto con la piel fuera a encarnarla de nuevo. Cerró los ojos, agradeciendo nuevamente el estar vivo y volvió la vista al espejo.

Lo había logrado. Lo habían logrado. La guerra había terminado, la paz se restauraba de a poco. Todos estaban sanos y salvos de los acontecimientos traumáticos anteriores. Todos volvieron a casa con su familia, a reunirse con sus amigos. A su vida normal.

Pero Katsuki no podía sentirse más miserable.

– Mierda... Estoy horrible.. –

Así empezaban todas sus mañanas.



Scars // Katsuki Bakugo (💥)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora