Prólogo

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|| Prólogo, Reloj de corazón.

Era la época en que todavía llevaba mi corazón hecho pedazos metido en una caja a zapatos que había pertenecido a quien yo consideraba mi elegida.—Mathias Malzieu

—Lo hice por tu bien—la amargura se asentó en su paladar después de escuchar esa patetica excusa.

—¿Mi bien?—su voz estaba temblando, estaba a un hilo de quebrarse, el amaba demasiado a aquel hombre, el cual ahora ni siquiera recuerda su cara o su nombre, solo su maldita voz, pero esto siempre era su pesadilla, un sueño, dónde nada era real.

Y aquí es el momento en el que siempre despierta, el sudor frío se pega a su piel provocando que su cabello castaño este sudado y pegado.
Los días ahora transcurrían siempre igual, vacíos, fríos y con un tic y tac característicos de su corazón.

El corazón que siempre recuerda haber tenido...

Lleno de engranajes, oculto tras una sudadera, la cual siempre debe colocar bien si no quiere que por accidente toque sus manecillas.
Luzu sabía de las limitaciones de su corazón, aunque otra persona no lo llamaría así.

Pero ¿Como puede no llamar corazón a lo que siempre conoció como un corazón?
Hacia lo mismo que un corazón, sus latidos era un tic y tac, su engranajes eran los que llevaban la sangre al cuerpo y daban paso a la oxigenación.

Esta máquina, este corazón, era lo que lo hacía vivir, literalmente.

Bien sabia de las reglas que conllevaba vivir con su órgano mecánico...

Uno, nunca tocaras las manecillas de tu reloj.
Dos, Debes controlar tu ira, no puedes tener corajes.
Tres y la más importante, jamás debes enamorarte.

Recuerda haber escuchado las palabras de alguien, no sabía dónde o quién era, pero aprendió a no cuestionar las cosas desde que perdió sus recuerdos, después de todo los dioses solo le dieron los recuerdos necesarios para sobrevivir.

Así que gracias a su mecánico órgano, se distanció de los otros héroes, todos eran un caos, que divertía en algunas ocasiones pero en otras lo desesperaba, en especial Rubius.
Y debido a esto, podía romper la segunda regla que conllevaba tener un reloj como corazón.

Sin embargo cuando conoció a aquel chico, que simplemente con su mirada encantadora y su manera de llamarlo hicieron que el tic y tac de su corazón simplemente estallará.

No entendía como aquel mexicano había logrado pasar sus barreras, solamente entró como si ya lo hubiera conocido, como si estuviera a punto de ser la persona  más importante en su vida.
Quackity, se volvió su amigo más cercano, pero el quería más, aunque su tic desapareciera y aunque su tac terminará explotando.

El podía ser su perdición, pero su mecanismo rogaba por el, aunque no soportará la carga de las emociones.
Aunque al final terminará por sobrecargar cada engranaje de reloj, no importaba porque por el cada segundo de dolor infernal valía la pena.

Sin importar que su órgano artificial explote.

Aunque el mecanismo se detuviera...

Y nunca importo que fuera un juego para el mexicano...

Cada engranaje, rueda y manecilla le pertenecía a Alexis Quackity, el primer amor de este reloj de corazón.

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