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||Capitulo 3: Sol y Luna

Vegetta se había quedado un poco más de tiempo, Luzu debía admitir que adoraba a ese hombre a pesar de su extraño hábito compulsivo de ver todo ordenado.

Después de su salida, algunos solo pasaron a saludar y decir el típico "Ojalá te mejores", el gesto se agradecía pero ninguno de ellos era al que quería ver.

Y cuando creyó que había llegado su amado, en realidad era Fargan, el castaño no sabía si estar sumamente decepcionado consigo mismo por haber confundido al Híbrido de Búho con el de pato o simplemente decirle al de alas que no estaba de humor para recibir noticias.

Al final no hizo ninguna de las dos, porque le daba vergüenza despreciar los buenos gestos que hacían sus compañeros.

Así que ahí estaba en la cama de hospital, dentro de una habitación estéril, con el único sonido de los relojes, con un sonido armonizado, constante y sincronizado.

Parecía que su corazón y aquel reloj estaban cantando una canción de cuna para que durmiera, era tan relajante como desesperante, quería pensar que Quackity aún seguía durmiendo en su casa, después de todo era bastante cruel que el esperara que viniera después de que Samuel le había explicado cuanto tiempo estuvo esperándolo.

El bien podía esperar un día más, como el azabache lo hizo, ¿Que era un día más en esta habitación tan jodidamente pequeña?.

Después de todo no podía quejarse de la  falta de colores porque a varios héroes se les ocurrió la  gran idea de venir con flores, las cuales no le veía lo necesario, no es como si tuviera alguna herida que casi lo matará.

Aunque si tiene un gran problema en su organo mecánico, el cual puede matarlo, pero no lo va a aceptar.

(...)

El corazón humano, no sólo bombea sangre, también la llena de oxígeno, el conduce la sangre del corazón al resto del cuerpo.

Usualmente este también carga con nuestras emociones, puede llenarnos de adrenalina cuando muestro cuerpo lo necesita o simplemente permite que un bebé duerma por el sonido del latido, este órgano es demasiado importante, porque soporta cada emoción del ser humano, no solo da sangre o sirve como una lucha de respuesta o huida.

No hay ninguna máquina que soporte lo mismo que este órgano, podrá hacer lo mismo físicamente, desde brindar sangre hasta dar adrenalina, pero jamás podrá aguantar con el peso de las emociones más fuertes que caracterizan al ser humano.

El odio y el amor

Y eso es algo que Luzuriaga Borja, a entendido, su órgano artificial jamás podrá amar sin destruirse en el proceso, porque jamás podrá ser el igual que Quackity.

No podrá devolver su amor hacia el, porque será demasiado para su frágil máquina que finge ser un corazón.

Este hecho debería hacerlo retroceder, pero algo que solo Quackiy, su amado, se ha dado cuenta, es que Luzu jamás retrocede, aunque todo este en su contra, aunque los mismos dioses lo prohíban.

El de ojos rubi jamás dejará de seguir el mismo camino y el mexicano ama esto de el.

Y lo que no cuentan es que ambos se aman, hay anhelo en sus miradas pero uno es demasiado pesimista y el otro está muriendo literalmente por el otro.

Si el azabache llegara a corresponder su sentir, seguramente la máquina que finge ser algo que no es explotaría en miles de pedazos.

Si el castaño llegara a decir algo, sería demasiado corto y pequeño, porque a él nunca se le dieron las palabras y seguramente saldría algo demasiado amistoso como para ser tomado como romántico.

Ambos sabían su defecto, por eso callaban.

Pero el de orbes carmín sabía que su tiempo era prestado y tenía que ser valiente, aprovechar cada segundo regalado, es por eso que no podía evitar mirar el Sol que se despedía en el horizonte, parecía tan solo, pero en realidad nunca lo estaba porque las nubes y las aves lo acompañan cada día.

Y el Sol se parecía a Quackity, el nunca estaría solo, porque siempre habría algún héroes que llenará la soledad de este.

—Ojalá estés bien, Quacks—porque aunque tuviera el tiempo contado, cada segundo estaría pensando en el niño pato.

En cambio Quackity, miraba la Luna, siempre tan solitaria, las estrellas la acompañan en la noche, pero son tan pequeñas y tan lejanas que parece ser más una mera decoración a lado de tan precioso astro.

¿Así se sentirá Luzu?, pensó con tristeza, amaba al castaño, pero le aterraba no ser correspondido y ¿Si en realidad solo lo ve como amigo?, tal vez su relación cambie por su estupidez de confesarse.

Le gustaba su relación de ahora, pero si se llegaba a confesar, tal vez cambiaría, Luzu ya no lo vería igual, arruinaría su amistad y la relación que ellos mantenían lo hacia más que feliz.

El astro que ahora observaba y se alzaba frente a él, pidiendo atención, no, más bien rogando por atención, le recordaba a su amado, no solo por su soledad, también por su manera de brillar, se alza en el cielo, exigiendo atención, su majestuoso cielo nocturno solo resaltaba su belleza, tal como Luzu lo hacía, la presencia del español, exigía atención.

La luna cuidaba a los viajeros de noche e iluminaba su camino, como Luzu lo hacia todo el tiempo con el.

El astro y su amado, eran tan hermosos, no hacía falta decir que Quackity, estaba pendejo por Luzu, lo amaba tanto pero temía perderle.

—Más vale que no te me mueras, pinche Luzu de los vlogs, porque te saco aunque sea de inmigrante del cielo—le dijo a la luna  como si fuera el castaño que lo traía apendejado, lo que no daría por ese viejo de ojos rubi.

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