Unos pies

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Después de estar como loco oliendo sus calcetines, mi adicción a sus pies fue incrementando, ya no bastaba solo con su aroma, sino que buscaba algo más, aunque sabía que iba ser muy difícil pues solo era el chico al que cuidaba. ¿Cómo alguien como yo, iba a poder tener sus pies?.

Pasarón los días y no tenía ningún plan, solamente un gran deseo, me encantaba poder ver sus pies  y cuando podía les tomaba fotos para poder así tener aunque sea un recuerdo de esos increíbles pies que quería tener. 

Normalmente las fotos eran cuando ella comía, por debajo de la mesa para que no lo notará, poco a poco mi adicción a sus pies crecía, ya no sentía miedo ya no tanto como antes, adoraba sus pies en mi mente, a veces cambiaba de calcetas iba a su cu...

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Normalmente las fotos eran cuando ella comía, por debajo de la mesa para que no lo notará, poco a poco mi adicción a sus pies crecía, ya no sentía miedo ya no tanto como antes, adoraba sus pies en mi mente, a veces cambiaba de calcetas iba a su cuarto y tomaba una que otra calceta que dejaba en su cesto de basura y regresaba la que tomaba.

El olor y las fotos que tomaba me servían mucho para poder descargar toda mi energía sexual, en la escuela solo me preocupa por saber que tipo de zapatos iba llevar Roxanne el día de hoy. Me limitaba a tomar fotos, oler sus calcetas y a veces sus zapatos, zapatilla tacones, tenis. 

Mientras los días pasaban no tenía ningún plan, bueno ninguno decente, hasta que un día ella se lastimo bajando las escaleras, se torció el tobillo. Ella dio un pequeño grito lo que me llevo a revisar y estaba ahí trocándose su pie. 

- Estas bien?

R- Si, solamente se me torció el tobillo. 

-  Vamos siéntate. 

La ayude a ponerse de pie y como pudimos la lleva a la sala, se sentó, le dolía mucho el tobillo, me dijo que le trajera una pomada para ver si se aliviaba del dolor, con gusto fui por ella, al llegar se la di, estaba tan preocupado por ella que se me olvido mi fetiche de pies, pero cuando vi tan cerca aquellos pies mi yo fetichista regresó, ella estaba lista para echarse la pomada pero para mi planes perversos la detuve y me ofrecí a hacerlo.

R- ¿por qué quieres echarme tu la pomada?

- Pues... es que siento que sería mas cómodo si no haces esfuerzo y te relajas mientras yo te pongo la pomada...

R- Este... no, no creo que sea buena idea.

- Haber dame eso. 

Tome la pomada sin preguntarle y la recosté para que no hiciera nada.

R- Pero te estoy diciendo que no. 

- Tu siempre me cuidas ahora me toca a mÍ devolverte el favor. 

Me puse de terco pero el poder masajear sus pies o tenerlos tan cerca era mi motivación que me daba vida, la excitación era tanta que se me olvida la cobardía . 

Tome su pie y lo puse donde terminaba el sofá para que sus pies quedaran colgados y así tener una mejor vista de sus pies, realmente debería estar revisando su tobillo, pero en esa posición me era imperdonable el no sentir esos pies con mis manos.

Unte pomada en mi mano y empecé a sobar lentamente su tobillo, ella por fin había aceptado que yo la cuidará, así que solo se relajo, le sobe el tobillo y luego de un rato la deje, antes de que el olor de la pomada encubriera el de sus pies, mi erección estaba realmente grande, era diferente ese olor al de las calcetas, mas placentero y concentrado, podía sentir en mi nariz que todo el olor era de sus muy cansados dedos, mi mente fantaseaba con poder meter todos sus dedos dentro de mi boca, cubrirlos de baba y que ella paseara así por su casa.

saber el sabor, talvez agrio, talvez dulce no lo sabia y eso era lo que yo quería averiguar, cuando masaje ella movía sus pies de manera coqueta, que me insinuaban a dejar el masaje y pasar a jugar con esos traviesos, dejarlos llenos de saliva, en sacar mi miembro y en esos bellos pies dejarlos llenos de semen y que eso no le importara sino todo lo contrario que le gustase tanto que caminara en la calle con zapatos abiertos mostrando sus pies llenos de mi semen. 

Luego de aquel masaje, que mas que nada fue un momento para irme de esta realidad y perderme en mis pensamientos, deje la pomada ahí y me retiré.

R- ¿Listo?

- Si, ya acabe diosa. 

Estaba tan idiotizado en sus pies que la palabra me salía por si misma 

R- ¿Qué dijiste?

- Aaaaa nada.

R- Tranquila, me gusto lacayo.

No supe que decir, no creí que ella fuera de ese tipo. 

R- Bueno vete a tu casa, que mañana repetiremos esto, entendido. 

Se acerco a mí y me dio un pequeño beso en la mejilla. 

No supe que decir o que reacción tener, ella me dijo que fuera a mi casa, pero... tenía que esperar a mi mamá. Justo en ese momento llego mi mamá y me fui con ella, pensando que iba a pasar, mañana bastante emocionado y con ansias 

La niñeraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora