capítulo 10 " el inicio"

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Habían pasado los cinco minutos cuando la puerta se abrió nuevamente, por ella paso Leo con el bolso azul en la mano, se acercó a mi y me lo entrego, le di las gracias y salió nuevamente para que pudiera bañarme tranquila.

Entre al baño y lo primero que hice fue quitarme las sandalias, se sentía tan bien, hace rato ansiaba quitarlas, busque dos toallas en los compartimientos debajo del lavabo y lo siguiente fue quitarme la ropa, antes de meterme a la ducha probé la temperatura, pues no quería que fuera tan fría, cuando la temperatura del agua estaba como quería me metí debajo de la regadera sintiendo como el agua caía sobre mi cabello, era demasiado relajante.

Busque entre los productos de Leo el shampoo, lo encontré detrás de la crema de afeitar, el shampoo olía a frutas pero no era un olor empalagoso sino suave, aplique un poco en mi mano y empecé a lavar mi cabello, no se cuánto tiempo dure bañándome, así que cuando ví que mis dedos estaban como una pasa decidí salir de la ducha.

Tome una toalla con la que envolví mi cabello y con la otra seque mi cuerpo. Empecé a vestirme, la sudadera de Leo me quedaba como un vestido pues llegaba a la mitad de mis muslos y el mono súper larguísimo, parecía una cosa rara, así que decidí dejarme solo la sudadera. Busque el secador y efectivamente estaba en el primer cajón, quite la toalla y empecé a quitar la humedad de mi cabello para poder acostarme. Al terminar coloque todo en su sitio y salí del baño.

Me acerque a la cama, aparte las sábanas y me metí en ella, al acostarme pude sentir la suavidad del colchón, definitivamente me quedaría dormida de inmediato. Me coloque de lado y el aroma de Leo impregnado en su almohada me llegó a la nariz, por inercia olfatee la almohada, Dios cómo me gustaba su aroma.

Vi la hora y ya iban a ser las 4:30, cerré los ojos con la intención de quedarme dormida, pero estar consiente que estaba en el cuarto de Leo, durmiendo en la cama que olía a él, me hizo difícil el dormirme, empecé a dar vueltas por toda la cama, hasta que me levanté y fui a la cocina. Se que no era mi casa, pero quizás si tomaba algo de leche me daría sueño.

Al llegar a la cocina me lleve el susto de mi vida, pues no esperaba encontrar a Leo allí, pensé que estaría dormido.

-Me asustaste- dije llevándome la mano al pecho.

-¿Lo siento?- dijo tratando de no reírse, aunque me sonó más a una pregunta que a una afirmación- ¿Tienes insomnio?- dijo mientras se acercaba al refrigerador.

-Si, no puedo dormir, estuve dando vueltas y vueltas en la cama.

-¿Quieres un poco de chocolate caliente?- pregunto mientras se acercaba a uno de los armarios a buscar dos tazas- cuando no puedo dormir hago chocolate y me funciona, así que podría ayudarte.

-Claro, me encanta el chocolate- dije riendo.

Leo sirvió el chocolate en las dos tazas, me entrego la mía, la sople un poco para tomar un sorbo, estaba delicioso, en el punto exacto, ni muy dulce ni muy amargo. Nos quedamos en silencio disfrutando del chocolate y la compañía del otro.

Por un momento recordé lo que sucedió en el club y sentí la necesidad de disculparme con él. Antes de que pudiera hablar Leo dijo:

-Vamos a la sala.

Asentí y el tomo mi mano para empezar a dirigirnos a la sala. Nos sentamos en el sofá que estaba frente a la televisión, seguí bebiendo mi chocolate, pero lo del club no dejaba de rondar en mi casa.

-Leo, lo siento- dije sin más, el se quedó paralizado, bajo la taza lentamente a la mesa y volteo a verme.

Me miró fijamente por un momento hasta que hablo.

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