Retoco mis labios dándome una última mirada en el espejo para dirigirme a casa de Gun.Tomo mi cartera y la coloco en mi bolsillo trasero dispuesto a salir por fin de mi habitación, pero el sonido de mi celular me hace retroceder.
Resoplo antes de sacarlo de mi cartera y suelto un suspiro al ver su nombre en la pantalla:
Bright.
Mi cuello comienza a sudar repentinamente y el agarre en mis manos se vuelve débil.
Vuelvo a guardar mi celular que ya había dejado de sonar, pero antes de que pueda tomar la perilla de la puerta de nuevo este vuelve a sonar, haciéndome soltar un gruñido.
Tomo el teléfono con firmeza entre mis manos y contesto la llamada.
—Win, creí que no contestarías.
Y todo se fue a la mierda; todo el tiempo que había estado intentando evitarlo se había ido a la basura cuando oí mi nombre salir de sus labios de esa forma que me hacía olvidar hasta de mi fecha de nacimiento.
—¿N-ecesitas a-algo?
¡Maldición! Quería que mi voz saliera igual de segura a como lo tenía planeado, pero al parecer mi lengua no estaba de acuerdo con eso y terminé escupiendo las palabras de una forma estúpidamente torpe.
—Te llamaba porque acaban de estrenar la película de Teen Wolf en Netflix. Hice palomitas y compré algo de pizza; pensé que te gustaría acompañarme. ¿Qué dices?
Es un estúpido manipulador, sabe perfectamente que si hay teen wolf y pizza yo no puedo negarme.
Resoplo con el teléfono aún pegado a mi oído pensando en las posibilidades de que mi queridísimo primo Gun me perdone por faltar a su despampanante fiesta de cumpleaños.
—¿Win?, ¿Estás ahí?
Su voz me trae de nuevo a la realidad y exhalo sin ganas.
—Sí, aquí sigo.
—Entonces... ¿Te espero o tienes algo mejor que hacer?
—Por supuesto, voy en camino.
Odio; esa es la palabra. Lo odio porque con solo decir mi nombre me convierto en algún tipo de cajero automático, pero sobre todo; me odio a mí, por no poder negarme a nada cuando se trata de él, justo como ahora.
Cuando me doy cuenta él ya no estaba en la línea, supuse que había colgado cuando dije que iba en camino.
Retrocedo hasta el tocador y coloco un poco más de ese perfume que según él huele a paraíso e intento convencerme de que el arreglarme un poco más no se debe a que voy a verlo.
Salgo por fin de mi habitación pero ahora hacia un destino totalmente distinto al que tenía planeado en un principio.
Al llegar a su casa saludo a su madre que se encuentra en la cocina haciendo lo que parece ser la cena.
—Bright está arriba, Winnie.
Le devuelvo la sonrisa que me regaló al llegar y sin más me dirijo hacia la parte de arriba de la bonita casa.
Suspiro al estar frente a la puerta de esa habitación que conozco tan bien. Doy dos pequeños golpes a la misma antes de escuchar el "pasa".
Abro la puerta despacio para encontrármelo ahí, sentado en la cama con su espalda echada en el respaldar, los pies estirados y su celular sujeto en la mano derecha; el cual deja a un lado de la cama en cuanto me ve.
—Ven.—Palmea el espacio a su lado sonriendo y yo me dirijo hasta allí quitando mis zapatos.
—Acabo de pedir la pizza, pepperoni (sin queso)—recalca—como te gusta.