1;- todo cambia

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Spreen se considera una persona ambiciosa. Aspira a ser un gran empresario multimillonario con su propia empresa. Y aunque ser el camarero en una cafetería de su ciudad para pagarse los estudios no fuese algo que entrase exactamente en sus planes, no le disgustaba tampoco.

Puedes conocer mucho a una persona a través del café que toma, y es una especie de juego al que Spreen juega para entretenerse: descifrar cómo son esos clientes que vienen cada día a la cafeteria, que ha pasado en su día, a que se dedican. Hace un perfil hipotético de cada uno en base a lo que ve de ellos. Y si, puede sonar muy de sociópata, pero trabajando 5 horas seguidas tras una barra tienes que matar el aburrimiento de alguna forma.

También le gusta pegar la oreja a alguna conversación entre clientes, demorandose más de la cuenta en limpiar las mesas de al lado de grupos o parejas que estén hablando de algo interesante para él. Si algo se puede decir es que también es un gran chismoso.
Pero hubo un día que una conversación llamo particularmente su atención.

- es que no acabo de entender nada de esta locura

- no tienes que entender nada! Solo aceptarme como soy y ya!

Parecía ser que una madre y su hija estaban teniendo una discusión bastante acalorada, pero Spreen no tardó mucho en darse cuenta de que iba el tema.

- no voy a aceptar que mi hija se mutile y destroce el cuerpo por una estúpida fase!

- NO ES UNA FASE MAMÁ! YA TE HE DICHO QUE SOY UN CHICO!

- SUFICIENTE! Esta conversación acaba aquí, jovencita! - y ambos guardaron silencio.

Spreen se fijó en el pobre chico, en como aguantaba las lágrimas de la impotencia y frustración de no ser aceptado por su propia madre.

El también sintió impotencia.

Impotencia de no poder pegarle una buena hostia a esa "madre" o de, al menos, mostrarle su apoyo a aquel cliente habitual de la cafetería. Y no sabe si fue por pena o por qué, pero odió mucho ver al chico así de triste, recibiendo un trato tan injusto. Queria hacer algo por él.

Al día siguiente, el chico de gafas volvió a aparecer

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Al día siguiente, el chico de gafas volvió a aparecer. Se le veía igual de decaído que ayer, y sin duda no pasó desapercibido para Spreen. El chico, de largos pelos castaños atados en una coleta, se acercó a la barra a pedir, seguramente, el mismo café que pedía siempre.

- un latte macchiato con caramelo, porfavor - y ahí estaba. Solo que esta vez, en lugar del alegre tono con el que hacia su pedido, su voz sonó decaída y lúgubre.

- marchando - el híbrido se puso manos a la obra a preparar el café, y cuando lo fue a servir, agarro un rotulador negro - que nombre le pongo?

- em... Pon Juana... - dijo apenas en un murmullo, se podía notar como el pronunciar ese nombre le dolía horrores.

- hmm estas seguro de que quieres ese nombre?

La cara del chico se iluminó al escuchar la pregunta, en concreto al escuchar el adjetivo que usó el de pelo azabache para referirse a él. Le trato en masculino. La euforia y esperanza que inundó su pecho era indescriptible.

- Juan. Pon Juan, porfavor - dijo esta vez con mucho más entusiasmo en su voz. Spreen felizmente escribió el nombre en el vaso de plástico y le entregó su café.

- que tenga un buen día - sonrió, viendo como Juan tomaba asiento en una mesa no muy lejana.

El castaño estaba tranquilamente en su mundo, rebosante de alegría, mirando su móvil mientras tomaba el café que le sirvió aquel camarero tan guapo y, ahora parece que también, muy amable. Estaba tan inmerso en sus pensamientos que no pudo evitar sobresaltarse cuando de la nada se acercó dicho camarero con un cupcake de chocolate.

- tomá - dijo posando el postre en la mesa.

- eh? Que? Pero si yo no pedí eso.

- lo se. Es un regalo de la casa.

- pero, por qué? - ciertamente estaba confuso por la situación.

- te ví algo decaído hoy, así que quise darte algo para subirte el ánimo. No te hagas el pelotudo y acepta el regalo, gafotas - rió. Spreen lo disimulaba muy bien, pero por dentro estaba echo un manojo de nervios; no sabía si su acercamiento al castaño sería el correcto.

- Eh! Como que gafotas?! - Juan se tomó el apodo muy a lo personal - bueno, eh- em muchas gracias - notó que sus mejillas se ponian ligeramente calientes, era una situación muy extraña, pero se sentía muy bien ser tan apreciado por un desconocido.

- bueno capo, de nada - se despidió alejándose de la mesa del castaño.

Y así es como empezó una pequeña rutina en la que cada vez que Juan venía a la cafetería (casi todos los días), Spreen añadía un postre a su pedido de regalo, poniendo el dinero de su bolsillo para evitar meterse en problemas con su jefe.

Los días pasaban, y cada vez se iban soltando más a hablar entre ellos. Juan dejó de sentarse en una mesa para empezar a sentarse en la barra, y Spreen empezó a aprovechar sus momentos libres donde no venían clientes a pedir para conversar con Juan. El de gafas incluso se quedaba un rato más después de haber terminado con su café, simplemente contemplando al azabache trabajar.

Una cita acordada en silencio por ambos para verse cada día. Al final, un café se disfruta mejor con una buena compañia.

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Holaaaa :D esta es la primera historia que escribo de manera sería, espero que os guste. Como ya puse en la descripción, la idea no es original mia, esta sacado de un cc de alguien anónimo, así que los créditos para esa persona.

Se que el tema del deadname es muy delicado en el colectivo trans y no es muy de buen gusto mostrarlo, pero lo necesitaba para el diálogo y trate de llevarlo de la forma más respetuosa posible. También perdon por la poca originalidad de poner de deadname el femenino de Juan, no se me ocurría nada djdjskdksk

Voy a tratar de escribir y actualizar siempre que pueda, pero estoy muy ocupade estos días así que no esperen actualizaciones recurrentes jsjsjs

Y eso es todo, espero que les haya gustado el primer capítulo, nos vemos en el próximo?

<3

Latte macchiato con caramelo - SpruanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora