4;- un gusto dulce

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A Juan le gusta el café lo más dulce posible; le gusta el sabor del café pero no su amargura, por eso tapa la amargura con azúcar y leche. Un día, a inicios de verano, no hacia falta ese azúcar y esa leche, porque ese fue un día tan lleno de alegría que cualquier café sabia dulce.

Era primera hora de la tarde, hacia bastante calor, anunciando el inicio del verano

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Era primera hora de la tarde, hacia bastante calor, anunciando el inicio del verano. Spreen empezaba su turno, abriendo la cafetería después de haber ordenado las mesas junto con Mariana. Llevaba la camisa remangada y el pelo atado en una coleta baja, no soportaba el calor. De pronto sonó la campanilla.

— BUENOS DÍAS! — llegó desbordando alegría el primer cliente del día, aquel chico de gafas que nunca faltaba, pero nunca que vino tan pronto. Y es que ese día tenía una razón especial para llegar cuanto antes a la cafetería; se acercó sonriente a la barra — buenas! El café de siempre porfavor — la media luna que formaba su boca no hacia más que agrandarse.

— jeje te noto muy feliz hoy gafotas, paso algo? — dijo mientras empezaba a hacer el pedido. No lo iba a negar, la euforia del castaño era fácilmente contagiosa.

Entonces el chico del otro lado de la barra apoyo con fuerza sus brazos en esta para impulsarse y acercarse, quizá demasiado, al camarero — voy a empezar el tratamiento de hormonas! — anunció sonriendo aún más, si es que eso era posible.

— en serio?! Wow esto está buenísimo, capo. Me alegro mucho por ti — felicitó al colombiano con sinceridad. Saber que estaba avanzando en su camino de ser totalmente él mismo le hizo sentirse orgulloso.

— Lo se! Aun no me creo que mis padres aceptasen — era incapaz de controlar el movimiento ansioso de sus brazos, exteriorizando toda la emoción que sentía — pensé que no sería capaz de empezar el tratamiento hasta hacerme totalmente independiente! Estoy tan feliz!

Spreen se quedó embelesado viendo el rostro del castaño. Su dulce sonrisa perlada, como sus ojos se achinaban por el empuje de sus sonrojadas mejillas, y podía jurar que la forma en la que la luz se posaba en los lunares de su cara era lo más bello que había visto.

Pero eso nunca se lo diría.

Por que ni siquiera él mismo entendía que era esa sensación en su estómago, ese calor en su pecho y esos nervios que hacían que sus manos temblasen. Lo desconocía, nunca se había sentido así.

Cuando terminó de preparar el café, se lo ofreció al de gafas junto con un bollo de crema. Juan ya tenía el dinero en la mano dispuesto a pagar, pero fue retirado por la mano del argentino.

— no no no, invita la casa.

— como? Pero, el café también?

— si capo, es un día especial, te lo mereces.

— bueno, tampoco creo que yo haya hecho tanto — río nervioso el mayor.

El de pelo azabache puso el café y el postre en las manos del cliente, rozandolas en el proceso, y mirándolo a sus ojos avellana dijo — creeme capo, te lo mereces por ser tan valiente y por no rendirte en ser quien tu quieres ser.

Latte macchiato con caramelo - SpruanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora