𝑇ℎ𝑒𝑦 𝑎𝑟𝑒 𝐾𝑎𝑧𝑢𝑘𝑖 𝑎𝑛𝑑 𝑀𝑖𝑟𝑖

☄️𝓼𝓮𝓲𝓼☄️

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« Papá es aquel que te salva cuando estás en problemas. Papá te ayuda cuando estás triste y también juega contigo »

Eso me respondió Miri cuando le pregunté por qué le decía "papá" a Kazuki.

Estábamos en un parque cercano a eso del medio día, habían mocosos esparcidos en todo los juegos.

No me puedo creer que jugué con Miri al sube y baja, fue un tanto vergonzoso que me llamara amena desde la altura de un puente de niños, las madres que estaban ahí murmuraron y no pude evitar pensar que fue por mí.

Sentados en una banca Miri me decía que se estaba divirtiendo mucho. Yo por mi parte no pude evitar estancar en mi mente su inocente y confiada respuesta.

Mi papá no hacía más que maltratarme, darme órdenes. Ni siquiera dejaba que lo llamara "Papá", en cambio, debía decirle: "Jefe".
Él nunca jugó conmigo mucho menos estuvo para mí en mis momentos tristes.

Él nunca me salvó del peligro.

En esa banca estuve con el ceño fruncido y una mueca disgustada, mis manos cerradas en puños rencorosos.

Tuve una infancia horrible, envidio a aquellos niños que lo tienen todo, yo también quería ser uno de ellos.
Me parece un mal juego de la vida que yo no haya tenido esa oportunidad.

Me perdí tanto en mis pensamientos que no había notado que había abandonado la banca y que Miri ya no estaba a mi alrededor.

Me apresuré a volver, habían pocas personas en el lugar y ninguna de ellas era la niña.

De pronto comencé a sentirme nervioso, Miri es una niña inquieta, por eso no se me ocurría un lugar para buscarla.

Trotando por unas aceras afuera del parque escuché el chillido y forcejeo de un infante.
Reconocí la voz de Miri inmediatamente.

Me asomé detrás de un árbol y enfoqué a dos policías, uno de ellos sostenía con firmeza a Miri quien quería zafarse del agarre.

Al instante no hice nada, me escondí de nuevo tras el árbol.
Sus súplicas de ayuda llamando a su "papá" se mezclaron con sus palabras dichas anteriormente retenidas en mi mente.

Ella necesitaba ayuda pero mis pies no apuntaban para ir a su encuentro y traerla conmigo.

Dudé.

Dudé en dejarla sola.
Tal como hicieron conmigo.

Pero al escuchar otro "papá" agudo y que pronto rompería en llanto, mis pies actuaron por instinto.

Salí de mi escondite y fui hasta los oficiales.

Les ordené que la dejaran en paz, ellos me cuestionaron que quién era yo de ella. Un amigo, algún conocido...

Pero ni yo mismo me creía lo que por mi boca salió:

« Soy su papá »

Incluso Miri pestañeó con confusión.

Me agaché y abrí mis brazos llamándola para ir a casa.

Creí que ella se negaría, pero en cambio se soltó finalmente del policía y corrió a mí aliviada y con una gran sonrisa diciéndome:

« ¡¡Rei papá!! »

Me la llevé en mis brazos.

Después de sentirme mal conmigo mismo por casi dejarla sola, comencé a pensar que su nueva forma de llamarme no estaba tan mal.

Y pensar que antes lo negaba mil veces.

En medio del camino lo decidí:
Me aseguraría de que Miri no pasara por el mismo abandono
que tuve yo...

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