Recuerdo del asombro hacia las cosas

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Recuerdo que de niño casi nada era aburrido. Cualquier acontecimiento por más nimio era suficiente para distraerme. El caso era estar en movimiento. Incluso observar la hoja de un árbol cayendo se cargaba de interés si me concentraba en ello.
Tenia más que memorizados los imanes de adorno de la nevera de casa. Hasta ahora los recuerdo. En cambio los que tengo en mi actual nevera no se muy bien de qué son ni de donde han salido. Han perdido su impresionable valor para mis ojos de adulto. Ahora son nada.

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