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(T/N) estaba realmente emocionada por la llegada de su hermano mayor Ace, hacía ya cinco años que no se veían debido a que él se había mudado a la ciudad a horas de distancia y estaba siempre muy ocupado por culpa de su trabajo, pues éste le obligaba a estar constantemente viajando por negocios.

Aunque (T/N) era joven, a sus dieciocho años era capaz de comprender la ausencia de Ace, sabía de sobra que ese tipo de vida, aunque parecía realmente atrayente, también tenía un lado oscuro en el que se escondían problemas como el estrés y el cansancio mental y físico.

La joven prefirió dejar todos los pensamientos negativos a un lado pues quería conservar su estusiasmo aquel día, estaba deseando que Ace cruzase la puerta para poder abrazarle de nuevo. Desde muy pequeña había sentido una enorme admiración por su hermano mayor que aunque no resultase ser de su misma sangre, le consideraba el mejor hermano del mundo.

Ace siempre era atento con ella aún en la distancia, la colmaba de regalos y recuerdos de cada uno de sus viajes y aunque no estuviese presente, durante aquellos años hizo todo lo posible para que la espera no fuese tan dura. Aunque aquello solo hizo que (T/N) le echase aún más en falta en casa.

(T/N) caminó nerviosa por toda la casa, subió y bajó las escaleras tantas veces que había perdido incluso la cuenta. Entre la llegada inminente de Ace y lo mucho que ella misma había cambiado en aquellos años esperaba poder sorprenderle pues ya no era la misma cría que se quedó llorando cuando se despidieron en el aeropuerto, ya era toda una mujer de los pies a la cabeza.

-Cariño, deja de dar vueltas y ve a ducharte, ¿has visto la hora que es? -dijo la madrastra de (T/N), amable como siempre era ella, para avisar a la joven.

(T/N) se apresuró a mirar la hora en el reloj digital de la pared de la cocina descubriendo que aún tenía un par de horas para prepararse y no se pensó dos veces el volver a subir las escaleras pero esta vez a toda prisa.

Ace se encontraba en el aeropuerto a punto de coger el vuelo que le llevaría a casa al fin. A decir verdad, también se encontraba realmente nervioso por volver, aunque más que nervios sentía esas ansias de pisar de nuevo su casa y poder ver a su familia tras cinco largos años.

Sobretodo a su mente volvía una y otra vez la imagen de su hermana pequeña cuando se despidieron por última vez en el aeropuerto, el mismo que esa noche pisaría para volver a verla. El recordar sus lágrimas le partía el corazón, tenerla lejos de él se sentía como haber dejado atrás un pedazo de su vida. El pecoso no podía negar que la echase de menos tanto como ella a él.

Ace no había pasado ni un solo día de aquellos años sin maldecir su trabajo, que aunque le gustaba y cobraba bien, le mantenía alejado de la persona más importante para él en el mundo y eso era como tener una pequeña espina clavada en el corazón constantemente. Ni siquiera le dolía tanto el no tener a penas tiempo para sí mismo como el no tener tiempo para ir a visitarla, al menos, una vez al año.

Ace se sentó en un banco tras facturar la maleta, mientras esperaba a que llegase la hora de embarque pensó en llamar a (T/N) aunque ella misma le había pedido no hablar hasta la noche para así generar muchas más ganas de verse.

-Como si fueran pocas... -murmuró Ace para sí mismo sonriendo mientras negaba con la cabeza.

El pecoso suspiró acomodándose en el asiento, sentía un nudo terrible en la garganta, ni siquiera sabía si sería capaz de mirarla de nuevo a la cara. Desde hacía un tiempo se sentía mal con su decisión de irse, sentía que había abandonado a su hermana por una simple oferta de trabajo, se culpaba por no haber buscado algo más cerca de casa.

Antes de que los pensamientos negativos se adueñasen de la mente de Ace, anunciaron la salida de su vuelo en breves abriendo las puertas de embarque y él, tras tomar una intensa bocanada de aire, se levantó y se dirigió hacia allí dispuesto a subir al avión que con tantas ganas había esperado tomar.

Innocence {Portgas D. Ace x Reader}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora