Hackeando tu corazón || Jake Donfort #1

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Una nueva vida

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— Puede tomar asiento, Señorita Becker.

Hice caso a la petición del señor que se encontrada al otro lado del escritorio, quien sería mi nuevo jefe en cuanto ambos firmemos aquellos papeles.

— Su profesor me ha mostrado las notas de su primer semestre y, debo admitir que estoy impresionado. No hay muchos que consigan esas notas. — Comenta mientras mira una copia de mi boletín entregado por uno de mis profesores favoritos. Gracias a él puedo comenzar a trabajar en lo que me gusta apenas en mi tercer año de universidad — Aún así, debo evaluarla porque tres años no la vuelven una experta. Yo le daré las herramientas y usted creará lo que le diga. Así estaremos un mes, si veo qu...

— Lamento llegar tarde — Exclama una tercera voz, interrumpiendo al hombre que muchos aseguraban temerle por su mal genio.

— Roth, sabes cómo detesto la impuntualidad.

— Lo siento. Estuve atendiendo algo.

El supuesto Roth se sentó a un lado de mi futuro jefe y apoyó los codos sobre sus rodillas, mirándome fijamente, poniéndome incómoda ante la intensidad de sus orbes verdes.

— Señorita Becker, le presento a mi hijo y el subdirector de esta empresa, Roth Fischer.

— Mucho gusto — Extiendo mi mano para formar un apretón. Él se la quedó mirando, poniéndome aún más incómoda. Justo cuando iba a retirarla, él la toma y me la aprieta levemente.

— Es un placer conocerla por fin.

— ¿Había escuchado hablar de mi?

— Toda la empresa sabe sobre la alumna prodigio que se saltó las prácticas para comenzar a trabajar en una de las empresas más prestigiosas. — Explicó con una sonrisa coqueta — sería raro que no haya escuchado sobre tí.

Me comencé a remover en mi lugar, la mirada de este tipo me estaba poniendo demasiado nerviosa, me miraba como si fuera un cervatillo asustado y él el lobo que se lo comerá en cualquier momento.

Su padre pareció ver mi incomodidad y decidió intervenir. Le agradecí con la mirada cuando hizo contacto visual conmigo luego de haber puesto a buscar algo en el ordenador a su hijo.

— Como le iba diciendo — Volvió a hablar el mayor de la sala — tendrá un mes de prueba. Si logra pasarlo, seguirá con el contrato de seis meses. Si llega a ser tan buena como dice  renovaremos el contrato a un año.

— Seguro lo logrará — Susurra Roth con la vista clavada en la pantalla.

— Ya lo veremos. Entonces — Dice antes de volver a girarse hacia mi con la mano extendida — ¿Tenemos un acuerdo?

— Perf...

— ¡Muy buenas, señor Fischer! — Exclamó una voz masculina que provocó que pegara un pequeño brinco en mi lugar, interrumpiendo la frase que estaba por salir de mis labios — Aquí tiene los planos pedidos.

— Señor Schulze, ¿Cuántas veces debo repetirle que debe tocar la puerta antes de entrar? — Pregunta endureciendo la mirada al ver a la persona que se encontraba a mis espaldas — ¿No ve que estoy ocupado?

Al parecer, ambos pensamos lo mismo porque, al darme vuelta, me encontré con unos ojos color miel que también me observaban, expectantes. Él permaneció menos tiempo mirándome que yo a él.

— ¿Es nueva?

— Si, y te pido un poco de respeto.

Él se gira hacia mi, en el momento en el que nuestros ojos hicieron contacto visual por segunda vez, me regaló una gran sonrisa junto a un guiño del ojo que ni podían ver sus jefes, aquello me provocó que lo siguiera mirando con una ceja enarcada, algo tramaba. Seguido a sus gestos que tienen dos cómplices antes de cometer un crimen, se inclinó como si yo perteneciera a la realeza y él fuera mi súbdito.

— Bienvenida, novata, soy Rocco Schulze y yo seré tu guía en este largo camino de la sabiduría.

Le correspondí la sonrisa cuando me volvió a guiñó el ojo antes de incorporarse mientras escuchaba las palabras regañinas del hombre con mayoría de edad.

— Retírate antes de que tome medidas más drásticas — Habló el señor Fischer mientras masajeaba sus sienes con los ojos cerrados.

El tal Rocco me regaló un tercer guiño con una gran sonrisa pintada en sus labios mientras hacía caso a la petición del jefe. Cuando se escuchó la puerta cerrarse, el mayor soltó un suspiro para volver a dirigirse hacia mi.

— Disculpa eso. Rocco puede ser muy irritante pero es muy bueno en lo que hace. — Volvió a soltar un suspiro a la vez que volvía a revisar mis planillas. Luego me miró antes de tenderme otro papel que sacó del cajón que tenía bajo su escritorio y tenderme su mano para formar, junto a la mía, un apretón para sellar nuestro contrato — Bienvenida, Mack Becker, a partir de hoy eres parte de CreARQ Construcciones.

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