Taylor Lovegood Lupin, la hija de Atenea y Remus Lupin, melliza de Nadine Lovegood Lupin, se enfrenta a una aventura junto a sus mejores amigos de la infancia Harry Potter y Neville Longbottom y a sus amigos de Hogwarts Hermione Granger y Ron Weasle...
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"Love... Yuck"
El día empezó normal, dentro de lo que cabía.
Los recientes amigos caminaban por los pasillos de Hogwarts mientras hablaban animadamente. Los campeones, ahora tenían una entrevista con Rita Skeeter una periodista del profeta.
Pero había algo, que desde luego, la rubia no se esperaba para nada, si lo hubiera sabido, iría por otro camino.
Ella reía junto a Josh cuando oyó voces que las reconocería en cualquier lado. Su sonrisa decayó, preocupando a su acompañante.
—Qué gran recibimiento, pequeña lunática. ¿Quién es tu amigo? —preguntó Sirius muy emocionado por lo que probablemente se vendría—
—¿Has visto a Harry?
—Está con Rita. ¿Qué hacéis aquí? —volvió a preguntar—
—Primero contesta la pregunta de tu tío. —pidió su padre cruzándose de brazos—
—Mierda. —murmuró—
Ellos no eran absolutamente nada más que amigos, pero no le apetecía tener una charla de sus relaciones junto a su familia, y mucho menos con él delante, ya pasó una escena vergonzosa con Ron, no quería otra.
Hablando del rey de roma, llegó junto a las dos castañas.
—¡Mamá, papá! —dijo la castaña del flequillo para abrazarles y saludar al resto—
—Alguien que si nos quiere.
Suspiro deseando que no dijeran nada que asuste a su acompañante.
—¿Qué hacéis aquí? —preguntó el pelirrojo confundido después de saludarles—
—Hemos venido a quejarnos. —sonrió Lily totalmente inocente—
—¿Por lo de Harry?
Asintió.
—¡Papá! —dijo alguien detrás de ellos—
Harry fue corriendo a abrazar a sus padres haciendo que la rubia se sintiera mal. Reaccionó muy mal, fue borde.
Caminó hacia ellos dándoles un abrazo sin que se lo esperasen, pero no lo negaron.
—Lo siento. —murmuró—
—No te preocupes, cielo, no pasará lo mismo que el año pasado, me encargaré de eso. —habló la rizada dándole un beso en la cabeza para separarse—
Sonrió agradeciendo.
—Oye, ¿y yo qué? ¿No existo? —Sirius habló ofendido—
Todos se miraron entre sí con una sonrisa divertida y abrazándole, Her y Ron incluidos.
