I

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"BIP... BIP... BIP"

Ese sonido.

Te preguntarás qué es. Y si lo haces, es porque nunca tuviste la desgracia de tener un despertador, ya que esa cosa suena horrible, tanto que a veces quieres botarlo a la basura y luego arrepentirte porque llegas tarde al colegio.

Y sí, este es el caso de Seishiro Nagi, quien estaba al borde de botar su despertador por la ventana sin importarle el vidrio.

—¡Seishiro!¡Tu amigo te está esperando desde hace 10 minutos!— Gritó la madre.

Espera, ¿amigo?, no recordaba tener amigos.

Ahh... Cierto, Reo.

—5 minutos más, mamá...

—De verdad que eres un flojo.— Dijo el pelimorado parado en la puerta del cuarto.

—Reo... ¿Qué haces aquí?

—Ayer te dije que te iba a venir a recoger.

—¿De verdad?, no me acuerdo.

—Es una pena. Ahora,— Agarró las sábanas de la cama. —¡levántate!— Gritó y tiró de ellas, haciendo que Nagi caiga de su cama.

—Ah... Que flojera.

—Lamento el comportamiento de mi hijo, Reo-kun.

—No se moleste señora, en el poco tiempo que llevo con Nagi puedo decir que ya me acostumbré.

—Ah, déjame preparar el desayuno de Seishiro.

—Sí, no hay problema.

Ni bien la madre de Nagi salió del cuarto, Reo se acercó a Nagi (quien seguía tirado en el piso), lo miró un rato y luego se arrodilló para quedar a su tamaño.

—A despertar, perezoso.

—Es Viernes, puedo faltar...

—Claro que no, Nagi. Levántate.

—Levantarse es muy cansado...

—Te acabas de levantar y ¿ya inicias con eso?

—Reo... Llévame...

—Ahh... Tú sí te pasas, Nagi.

Lo cargó y lo puso nuevamente en la cama, abrió el armario de Nagi, encontrándose con ese totalmente desordenado. Ignoró eso y agarró el uniforme de Nagi, se lo tiró a la cara y salió del cuarto esperando a que su compañero salga.

Se quedó ahí, apoyado en la puerta mientras veía su celular.

—Reo-kun, ¿quieres un poco de café para el día?

—Muchas gracias, señora, pero ya eh desayunado en mi casa, y no tengo mucha hambre en estos momentos.

—Bueno, entonces esperaré a Seishiro.

—Ujum..— Dijo y volvió con su celular.

Lo que este no había tenido en cuenta era que la puerta de Nagi se había hacia adentro. Por eso, cuando Nagi quizo salir, al abrir la puerta hizo a Reo caer hacia atrás, y tuvo que agarrarlo por la cintura para evitar que su uniforme se ensucie.

Y así se quedaron unos segundos, unos segundos que se sintieron como horas. Reo estaba apoyando su espalda contra el pecho de Nagi, y debido a la diferencia de tamaño que había entre los dos, Reo tenía escondida la cabeza en el cuello de Nagi.

Al darse cuenta de lo sucedido, Reo volvió a su posición anterior y volteó hacia Nagi.

—¡Oye!¡se supone que debes avisar al abrir la puerta!

Idiota CelosoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora