XIII.- Muerte

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Cirácnido, quien se veía en total desventaja, tensó la mandíbula, estaba acorralado, peor fue su situación cuando Kaygnel y Rafael se apersonaron al lugar, observando intrigados e impactados todo el destrozo que ahora decoraba aquella avenida... sin embargo, aquel demonio no se vio derrotado, empleando un extraño truco de magia todo el lugar se vio rodeado de una luz ultravioleta, el ambiente se había tornado muy denso

- técnica demoniaca, ¡Maldición de incurabilidad!-una gran onda expansiva nos hizo retroceder, y, tomando por sorpresa al jefe de la policía, quien trató de defenderse con su cuchillo, sin embargo, en un fugaz y despiadado movimiento, destruyó su arma bendita con su pinza derecha, y clavó la izquierda en su cuerpo, atravesando su estómago y haciendo que saliera despedido hasta una pared cercana al arrojarlo con ferocidad-

- ¡NOOOO!-ese grito fue desgarrador, mi garganta suplicó piedad tras ese esfuerzo inhumano, de verdad necesitaría un descanso después de ello, pero ahora, mi prioridad era salvar al señor Collins-

No podía perderlo a él... no ahora que ya estábamos ganando, NO AHORA QUE POR FIN HABÍA TENIDO LA DICHA DE COMBATIR JUNTO A ÉL

Señor Collins... ¡usted no!

Corrí desesperado para ayudarlo, deteniendo un mazazo que se disponía a terminar con la vida del viejo detrás de mí, al no poder desenvainar la espada a tiempo, tuve que colocar mis propios brazos, pude detener el golpe, pero el dolor causado por este fue recibido en mis brazos y piernas, que pude sentir como crujieron al soportar el golpe, y un chorro de sangre salió disparada por la presión a través de mi herida, lo que me hizo dar un quejido de dolor, varias luces se encendían y algunas personas salían para ver que sucedía, Kayngel y Rafael se vieron las caras, apenas fueron segundos, antes de que se dividieran, el arcángel de la sanación yendo por nuestra ayuda, y el pequeño candidato a arcángel arremetiendo en un feroz intercambio de puñetazos contra el demonio de más de dos metros de altura frente a nosotros

Caí adolorido al suelo, mis huesos no se quebraron, por suerte, pero el dolor era intenso, Rafael trataba de anular los embrujos lanzados al ambiente, pero eran complicados de realizar, todo su poder se estaba empleando en ello, realmente... ¿era tan poderoso el Cirácnido?

- pero... ¿cómo posee tanto poder este demonio?-preguntó Rafael apretando la mandíbula-

- este es un hechizo que está bajo la protección de Belcebú, el pecado de la Gula, y Asdeo, el nuevo rey del círculo de la lujuria-confesó el Cirácnido, antes de ser impactado por un resplandor devastador por parte del ángel de tez oscura-

"¡¿PERO QUE SUCEDE?!"

"¡EL SEÑOR COLLINS ESTÁ HERIDO!"

"¡¿QUÉ MIERDA ES ESA COSA?!"

Gritaban los ciudadanos, que estaban aterrados por la escena que jamás se esperaron ver en sus vidas, era un ambiente que había conseguido destruir toda mi frialdad, más todavía cuando trataba de ayudar de forma ineficiente aquel ser frente a mí

- ¡Viejo, por favor, resiste un poco más!-grité desesperado, casi al borde de caer en la locura- ¡NO TE MUERAS AHORA!

- yo... lo lamento, mi muchacho, no asesiné al demonio cuando tuve la oportunidad-su voz se escuchaba distante, ahogada por la gran cantidad de sangre que brotaba a cantaras de su cuerpo- me faltó fuerza-una pequeña sonrisa se dibujó en su rostro- además, he fallado a mi título... no pude descubrir cual era tu nombre real... ya no merezco ser llamado el investigador de los mil y un casos resueltos-las lágrimas inundaban mi rostro, esto no podía estar pasando, él no...-

Su mano temblorosa secó las lágrimas que habían escapado y ahora surcaban mis mejillas, estaba consciente que no se podría recuperar a menos que se retirara la maldición, no podía creer que él había muerto en pro de ayudarme...

Era de las Sombras #PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora