Juan se acercó con cautela a la joven, admirando su belleza natural y su serena presencia en medio del campo de margaritas. La joven estaba absorta en la lectura de un libro, pero al notar la presencia de Juan, levantó la vista y le dedicó una sonrisa amable.
Hola -dijo Juan con una voz suave-. Perdona la interrupción, pero no pude evitar notar las margaritas. Son hermosas, ¿no crees?
Sí, lo son -respondió la joven con una sonrisa aún más amplia-. Son mis flores favoritas.
A mí también me gustan mucho -dijo Juan, acercándose un poco más-. ¿Podría sentarme contigo un rato?
Claro -respondió la joven, moviéndose un poco para hacer espacio en el banco-. Me llamo Daisy, por cierto.
Soy Juan -dijo él, agradecido de tener finalmente un nombre con el que referirse a ella-. Encantado de conocerte.
Y así, empezó una conversación animada sobre flores y plantas, llena de historias y anécdotas sobre la naturaleza. Daisy resultó ser una estudiante de botánica apasionada y con un vasto conocimiento sobre el mundo de las plantas, y Juan no podía estar más contento de haber conocido a alguien con quien compartir su amor por la naturaleza.
Daisy y Juan continuaron hablando de plantas y flores durante horas. Parecía que no había fin a los temas de conversación que surgían sobre el mundo natural. Juan se sorprendió de lo mucho que podía aprender de Daisy, y ella parecía estar igualmente fascinada por las historias de viajes y aventuras de Juan.
Mientras hablaban, el sol empezó a ponerse y las sombras se alargaron en el campo de margaritas. Fue entonces cuando Juan se dio cuenta de que había pasado casi toda la tarde con Daisy.
"Daisy, es un nombre muy bonito", comentó Juan.
"Gracias, lo heredé de mi abuela", respondió Daisy.
Juan se dio cuenta de que había perdido la noción del tiempo hablando con Daisy. Se preguntó cuánto tiempo habían estado allí. Miró hacia el cielo y vio que estaba oscureciendo rápidamente.
"¡Vaya, ha pasado mucho tiempo! Tengo que volver al sitio donde me estoy quedando antes de que anochezca. Ha sido un placer hablar contigo, Daisy", dijo Juan.
"El placer ha sido mío, Juan. Me encantó hablar contigo. Espero que podamos vernos de nuevo y seguir compartiendo nuestra pasión por la naturaleza", respondió Daisy.
Juan se despidió de Daisy con una sonrisa y volvió al Bed and Breakfast con la mente llena de pensamientos. Había conocido a alguien increíble y había pasado una tarde maravillosa. A medida que caminaba hacia su habitación, se dio cuenta de que no tenía ni idea de la edad o el apellido de Daisy. Pero eso no importaba en ese momento, lo que importaba era que había encontrado a alguien con quien compartir su amor por la naturaleza.
Juan llegó al bed and breakfast, donde fue recibido por Adriana, la dueña del lugar, con una cálida bienvenida. Juan estaba emocionado por contarle a alguien sobre su encuentro con Daisy y todo lo que había aprendido sobre plantas y flores. Adriana lo notó y le preguntó cómo había sido su día.
Juan no pudo evitar sonreír mientras le contaba todo sobre su visita al jardín botánico y su encuentro con Daisy. Adriana parecía fascinada por la historia y le preguntó sobre la joven mujer.
"Realmente no sé mucho sobre ella", dijo Juan. "Solo sé que es una estudiante de botánica y que compartimos un amor por la naturaleza".
Adriana sonrió y dijo: "¡Eso suena increíble! Deberías invitarla a una caminata por el bosque mañana".
Juan no pudo evitar sentirse un poco nervioso ante la idea de invitar a Daisy a salir, pero al mismo tiempo estaba emocionado por la posibilidad de pasar más tiempo con ella. Decidió que valía la pena intentarlo y le agradeció a Adriana por la sugerencia.
Después de cenar, Juan se retiró a su habitación y comenzó a prepararse para el día siguiente. Se sentía nervioso, pero también emocionado por lo que el futuro podría deparar. Finalmente, se quedó dormido, soñando con los hermosos paisajes que había visto y con la posibilidad de un futuro encuentro con Daisy.
Juan se despertó temprano al día siguiente, lleno de energía y listo para explorar más del hermoso paisaje que la región tenía para ofrecer. Sin embargo, pronto se dio cuenta de que había olvidado algo importante: no había pedido el número de teléfono de Daisy para poder volver a verla.
Se sintió un poco decepcionado consigo mismo, pero también sabía que había sido una conversación casual y que no había ninguna garantía de que volvería a ver a Daisy. Aun así, se prometió a sí mismo que si alguna vez tenía la oportunidad de volver a encontrarse con ella, no la dejaría pasar sin intercambiar información de contacto.
Con ese pensamiento en mente, Juan se dirigió a la sala común del bed and breakfast, donde encontró a Adriana tomando su café matutino.
"¡Buenos días, Juan! ¿Cómo estás hoy?", preguntó Adriana con una sonrisa.
"Buenos días, Adriana. Estoy bien, gracias", respondió Juan mientras se servía una taza de café.
"¿Qué planes tienes para hoy?" preguntó curiosamente Adriana.
"Bueno, pensé en dar un paseo por el centro histórico de la ciudad y tal vez visitar algunos museos", respondió Juan encogiéndose de hombros.
"¿Y volverás a ver a Daisy?" preguntó Adriana con una sonrisa pícara.
Juan se detuvo por un momento, sintiéndose un poco incómodo. "En realidad, se me olvidó pedirle su información de contacto. Solo la conocí en el jardín botánico y no sabía si volvería a verla", respondió Juan un poco apenado.
"¡Qué lástima! Pero no te preocupes, tal vez la encuentres de nuevo en el jardín botánico", dijo Adriana tratando de animarlo.
Juan asintió con la cabeza, sabiendo que Adriana tenía razón. Aunque, en su interior, deseaba poder encontrar a Daisy de nuevo y poder continuar la conversación que habían tenido.
Mientras seguían hablando, otros huéspedes comenzaron a llegar a la sala común, y Juan supo que era hora de despedirse de Adriana y continuar su día. Después de agradecerle por el consejo, se levantó y se dirigió hacia la puerta. Antes de salir, se volvió hacia Adriana y le dijo: "Creo que voy a volver al jardín botánico hoy. Tal vez tenga suerte y encuentre a Daisy de nuevo". Adriana sonrió y le deseó buena suerte.
Con una sensación de emoción y nerviosismo, Juan se dirigió al jardín botánico una vez más, con la esperanza de encontrar a Daisy. Aunque no sabía si ella estaría allí, estaba decidido a buscarla y ver si podían continuar su conversación.
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"Desencantado: Un camino hacia la soledad"
Teen FictionLa novela sigue a un hombre llamado Juan, quien sufre una decepción amorosa después de que su novia lo deja sin explicación alguna. Afectado por el dolor, Juan decide alejarse de todo y emprender un viaje de autoconocimiento. A medida que continúa...