Parte 4

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=SIEMPRE HACE FALTA UN GOLPE DE LOCURA PARA DESAFIAR UN DESTINO= Marguerite Yourcenar

Una gran multitud se reunía a las afueras de un pequeño recinto, cuyo lugar era una municipalidad publica del lugar, la gran muchedumbre con canticos y bombos reclamaba al gobernador del lugar por problemas con la seguridad, el hombre que dirigía aquel lugar parecía no estar ya que ventanas y puertas estaban cerradas, abriéndose paso por la multitud, una mujer encapuchada buscaba a alguien, pero no lograba encontrar a su objetivo, hasta que tomo del brazo a un hombre, provocándole un gran susto "eh eh que hace piba" le dijo este, -busco a Mercy Paz- respondió la encapuchada, el hombre solo le señalo un bar a la esquina del lugar, acto seguido la mujer lo soltó y se dirigió al lugar, camino unos setenta metros y allí se encontraba frente al lugar, un bar de época especial, con un tango sonando de fondo y el olor a café y cigarros se hacia notar, la mujer se adentro a aquel lugar lleno de vida, allí en medio se encontraba peleando una mujer a puños contra dos hombres notablemente mas grandes que ella, acto que provoco que mas personas interfieran para salvar a los hombres, desapartándola.

La mujer encapuchada solo suspiro y tomo una silla en la barra, levantando la mano para pedir, pronto el camarero se acerco, "¿que vas a querer nena?", cuando estaba por responder una voz femenina de fondo los interrumpió, -lo de siempre forro-, estas palabras hizo que otro cantinero se acerque "¿a quien te comiste flaca?", le dijo este, respuesta que no demoro, -a tu madre me comí pelotudo-, para sorpresa de la mujer aun con capucha estos se rieron le dieron una taza grande de cerveza, esta tomo la cerveza y se sentó incómodamente cerca de la aun encapuchada.

 -Me dijeron que me buscabas, si es por plata te juro que Pablo tiene mi parte-, decía mientras se limpia la nariz con sangre y tomaba un trago.

 -Mercy Paz me presento, soy Katerina-, respondió a medida que se sacaba la capucha, revelando su rostro joven, una joven de unos veinte y cinco años a treinta dos años tal vez, -y no, no me debes plata,  me gustaría hacerte una oferta-, decía Hess segura de si misma.

Los ojos de Mercy se apagaron tal antorcha que pierde su brillo, se dio media vuelta y estaba por marcharse, cuando empezó a sonar un elegante tango, esta sintió como fue tomada por el brazo.

 -Permíteme esta pieza contigo al menos-, dijo Katerina, la respuesta solo fue un empujón al medio del bar, acto que provoco que todas las miradas se posaran en ella, pero valla sorpresa fue cuando Mercy se acercaba lentamente moviéndose y danzando, pronto ambas mujeres se robaron el suspiro de todos los presentes, esto se esparció rápidamente cual rayo cae a la tierra, ya que el bar se empezó a llenar dentro y fuera solo para verlas bailar un tango de aquellos, los músicos avivaron la chispa que estas derrochaban sobre la pista, los movimientos de aquellas damas en un tango muy argentino hizo que todos la aplaudiesen una vez terminaron de bailar, entre aplausos, silbidos y ovaciones, Mercy le susurro al oído a Hess, -tienes cinco minutos, luego no nos vemos mas si es que no me convences-, Katerina solo le hizo un gesto con los ojos para salir de aquel lugar.

Ambas caminaron por las calles de Buenos Aires, en una ciudad tan bella y vivida que las historias se volvían realidad, momentos que pasaban a ser incomodos por los camiones de guerra que pasaban, con pobres almas que iban yendo directo al matadero, pobres soldados con una mirada perdida y lastimosa. 

-Mira, los años pasan y la guerra solo se lleva a nuestros seres queridos-, entre ojos lagrimosos, -la ley parece desaparcar- concluyo Paz.

-De eso quería hablarte, que dirías si te digo que podemos cambiar el rumbo de la guerra-, colocándose frente a Mercy, Keterina continuo, -no solo eso, si no que podrás vengarte de lo que te paso-, los ojos de Hess parecían los de dos serpientes envolviendo a su presa a punto de devorarla.

-¿Que sabes que perdí?-, en un arrebato menciono la joven Argentina.

-Se que te criaste en la calle ya que tu padre era un alcohólico y tu madre una golfa, ambos te echaron a la calle a los diez años, pero no te rendiste y estudiaste medicina, se lo difícil que fue ya que muchas veces ibas al colegio sin comer durante todo el día-, tomándole de la barbilla a una sorprendida joven Mercy, -se que a la edad de trece años tu profesor abuso de ti y por esa aberración tuviste un hijo-, los ojos de la alemana eran fríos y calculadores, -ese hijo no llego a mayoría de edad y lo mato un policía ebrio, esto quedo en el olvido y los jefes de policía solo subieron de rango al asesino de tu hijo-, lagrimas empezaban a brotar de los ojos de la jovencita Mercy, pero no detuvo a la fría europea, -pero no te rendiste y aun así te recibiste de enfermera y continuas tratando de salvar vidas, a pesar de que solo te arrebataron tu felicidad-, estas fueron duras palabras para Mercy, esto hizo que se derrumbe en medio de la calle y rompa en llanto.

-¿Quien eres?- fue lo único que salió de Paz, ya que hablar le dolía.

-Alguien que puede terminar con esta guerra-, y bingo la presa había sido devorada.

Kate ayudo a levantarse a la enfermera y la llevo a un recinto cercano, allí hablaron un largo tiempo, charla donde Hess le prometió a Paz que vengaría la muerte de su hijo. 

El día transcurrió, cuando la noche llego no fue linda, ya que las alarmas comenzaron a sonar, un avión nazi se acercaba a toda prisa, atravesando gran parte de la ciudad solo para soltar una bomba en dos sectores, en la comisaria del lugar y la otra llamativamente en la casa del policia abusador, las sirenas de ambulancias y bomberos pronto se oyeron y la ciudad se vio envuelta en un completo caos, a la lejanía Katerina veía con un cigarro encendido y una sonrisa maquiavélica. 

-Ven hay que irnos-, se dirigió a la sorprendida Mercy.  


Batalla por la libertadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora