03: huelga

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era un 2 de diciembre. Clima cálido pero nublado. La humedad estaba más presente que nunca. Las señoritas iban por las calles quejándose de lo despeinado que estaban sus cabellos.

La casa de gobierno estaba tranquila. Venía tranquila hace meses. Todos enfocados en sus trabajos, papeleo por acá, papeleo por allá.

Lo que no sabían, es que esa tranquilidad se iría con 100 jóvenes quejándose afuera, con humo, bombos, gritos, papeles y pintura.

Era una queja sobre Crystal Ramos. Un ex estudiante de la universidad profesional Illia Vanish; privada, ubicada en Barcelona. La queja se debía a que el tal Crystal, estudiante de 25 años, fue asesinado en su propio departamento, justo un día antes, en el que se supo, que Crystal saldría a hablar en público sobre como secundarias y universidades estan siendo afectadas por el tráfico de personas, involucrando también al gobernador y algunos senadores del país.

Según el internet, Crystal había investigado todo por su propia cuenta. Mientras algunos afirman que fue seguido y torturado en su propia casa, otros confirman que Crystal se suicido ese mismo día por motivos desconocidos.

Evan apagó la pantalla del celular frente suyo y lo guardó en el bolsillo trasero de su pantalón.

Según lo que estuvo leyendo toda la noche; Ese tal Crystal, era mejor amigo de Tn, la chica a quien el ahora protegería. Amigos desde infancia. El nunca tuvo un amigo así, tan cercano, ni tan duradero, pensó.

La muerte del joven había sido ya hace dos años, pero las protestas por su muerte volvían cada año en el mismo día.

Informándose un poco más, se leía por ahí que la misma nieta del vicegobernador, también sabía lo que Crystal estaba por declarar, que incluso ella misma lo ayudó; iban a la misma institución e incluso cursaban la misma carrera. Pero que, a último momento, no asumió su participación en nada, dejando a su amigo solo. Otros comentan que la nieta nunca estuvo involucrada, siquiera sabía del plan, y que la muerte de su mejor amigo había sido una caída hacia un pozo.

Algunas páginas decían cosas totalmente absurdas. Otras se copiaban entre si y unas eran más creyentes que las otras.

De pronto le agarró la curiosidad de saber la verdad detrás de toda esa historia. Hasta ahora, sobre Tn, conocía su edad, sus mejores amigos, sus familiares y sus lugares favoritos para visitar. No era más que su trabajo. A la chica le gustaba pasar las tardes en su cafetería literaria favorita, frente a la plaza central, sus mejores amigos eran Azmar y Cece, pronto los conocería. Familiares no tenia más que a su abuelo, no conocía a ningún otro y sus padres murieron en un accidente laboral, trágico.

Estaba seguro que con el paso del tiempo se pondría al día con todo, aprendiendo el estilo de vida de la chica y haciendo su trabajo de cuidarla, para que nada malo suceda. Y por supuesto, espiarla. Si iba a haber una bomba en la casa de gobierno, el sabría antes, de eso estaba seguro.

Por eso, uno de sus primeros pasos, era tener una buena relación con Tn. Tal vez los cuatro años de diferencia haría un poco difícil las cosas, tal vez no. Lo que si supo, que por la mañana, cuando interactuó con ella por primera vez, era una mujer delicada, pero quisquillosa. Apareció frente a sus ojos con un vestido celeste y unas zapatillas negras, su cabello largo y oscuro lo hizo acordar a su hermana mayor. De pronto la extrañó. Tenía los ojos marrón claro y un maquillaje tan delicado como el calor en otoño.

Mientras Tn dormía, aprovechó para, además de leer un poco de info en internet, ir al baño para lavarse las manos y la cara.

Primero levantó las mangas de su camisa blanca hasta sus codos, arrugandola y dejando a la vista su brazo derecho lleno de tatuajes que se hizo durante su rebeldía en la adolescencia. Luego sintió el contacto frío del agua contra su piel. Secó sus partes mojadas y se miró al espejo un buen rato.

Necesitaba un café.

Al menos, el primer día, debía durar toda la noche, estando alerta. Fingiendo interés en el trabajo.

Decidido a salir, giró el picaporte para abrir la puerta y llevarse un gran susto. Su mano ahora estaba sobre su corazón.

—Es de muy poco agente asustarse.—Bromeó la chica a su frente.

—Es de muy mala persona asustar a la gente sensible como yo—Imitó su voz aguda.

—¿Entonces, te asuste? Es lo que quería.—Dijo victoriosa.

—Ni te imaginas lo que es verdaderamente asustarse. —Dijo saliendo del baño.—Adelante.—dejó libre el camino para Tn.—Ya terminé. —Aseguró.—Estaré aquí si necesita algo.

Bajo su camisa hasta sus muñecas e hizo movientos raros para poder crujir su cuello, siempre lo hacía, era un hábito.

A los diez minutos, la chica ya se encontraba nuevamente sobre su cama, recostada, leyendo una revista. El se encontraba en el mismo lugar que antes; fuera del cuarto, de pie. La puerta estaba semiabierta.

—¿Te gusta leer?—Escuchó desde adentro. Peters se asomó desde la puerta, entonces se dio cuenta que la pregunta iba dirigida a el.

Dudo unos segundos en si debía contestar o no.

—Honestamente, no.—Contestó desde su lugar.

—A mi tampoco.—Dijo dejando la revista sobre su mesa de luz. —Lo hago cuando no puedo dormir.

—Veo que es el caso.

—Puedes entrar, no tengo problema.—Dijo casi como si fuera una órden. Evan terminó por entrar y se quedo allí, en la entrada.

—¿Nos presentamos?—Sugerió ella.

—Creo que debería dormir.

—Tengo todo una vida para dormir, que va, no perdemos nada. Ven—Indicó con golpecitos sobre el colchón para que se aproximará a sentarse con ella en la cama.

El dudó, otra vez.

—Esto no es parte de mi trabajo, señorita Tn. —Negó.

Ella calló por unos segundos. Le hecho una mirada a Evan y terminó por decir lo siguiente.

—Todos iguales, aburridos y serios. La proxima vez, elegiré yo. —Soltó un suspiro. Dejo caer su cuerpo sobre el colchón, volviéndose a acostar sobre el.—No te preocupes.—bufó.

Evan volvió a dudar. Que dudoso estaba hoy.

Amagó con salir del cuarto, pero quedo en la mitad de su camino.

¿Y si?

¿Y si tal vez ese era el momento para arrancar con el pie derecho?

A la vez, le parecía inadecuado estar en la misma habitación con ella por la noche. Estaba entre una cuerda floja.

Después de unos minutos, largó;

—Soy Evan.

SACRIFICE evan petersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora