Capitulo 1

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Con pasos seguros me acerque al escritorio de aquel hombre que me había contratado para el trabajo, el sonido de armas y platicas ceso al escuchar el fuerte estruendo del USB golpeando la mesa de madera. Quitando la vista de lo que hacían para voltearme a ver, sin sentirme intimidada me olvide de todas las personas en la sala dejando a excepción a mi jefe temporario.

Y estaba claro que ninguna alma femenina pasaba por ahí a diario y mucho menos una chica con ropajes de cuero y una capucha alrededor de su cabeza. El hombre frente a mí me ofreció una sonrisa ladina al ver el éxito de mi trabajo agarrando el dispositivo sin dejar de mirarme, causándome un gran disgusto en la boca.

- Excelente debería decir, sabía que una gran arma como tú no fallaría en conseguir algo así.

Resople

- ¿Tanta estima me tienes que hasta tuviste que enviar a cinco de tus hombres para hacerme compañía? – Refute con un tono serio y enseguida la sonrisa de él desapareció, adivinando lo que les había pasado a sus pobres lacayos. – Créeme que si el Umbra se entera tu no tendrás un mejor final que ellos y más porque me puso a tu cuidado.

El hombre se puso de pie con un semblante amenazante acercándose a mi cara. – Mira niñita, mis hombres solo querían divertirse contigo un poco, no habría daño en eso – Relajo su cuerpo y se volvió a sentar cruzando su pie arriba del otro, suspirando adopto una cara serena junto otra sonrisa nauseabunda. – Estaban tan emocionados por la adrenalina que... no los pude detener.

Mordí mi lengua traicionando a mi enojo que cada vez incrementaba, definitivamente odiaba trabajar con este hombre.

- Como sea... ¿Por qué es tan importante esa USB que me hiciste actuar tan precipitadamente? – Cruce mis brazos en un intento de mantener mi respiración tranquila, había pasado una semana entera a lado de sus hombres mientras estudiaba las entradas y salidas de ese edificio para tener éxito en mi plan, hasta que en la mañana había recibido una nota de él diciéndome que tenía que actuar ahora justificando mi acción de tener que saltar con una soga desde el techo.

- Verás mis hombres habían recibido cierta información... la cual agradezco que lo menciones – Levantándose de aquella silla de piel y acomodándose el lujoso traje que tenía puesto rodeo su escritorio posicionándose a pocos centímetros cerca mío, por unos largos y tortuosos segundos se quedó callado observando las pocas facciones que se asomaban de mi rostro. – Eres una chica bastante preciosa, es una lástima que siempre lleves ese horroroso antifaz y la capucha... dime ¿tus ojos son de color azul oscuro o claro?

- Deberías de agradecerle a este horroroso antifaz, sin esto, las cámaras identificarían mi rostro, la cual investigarían y terminarían conectándome a ti... y deja el estúpido coqueteo

Y como si hubiera contado un chiste toda la sala estalló en risas en acompañamiento de su líder a mi lado y como si fuera una distracción alcance a ver como este sacaba un arma que se mantenía oculta debajo de su saco y sin tiempo que perder apunto hacía una dirección que no pude distinguir disparando él gatillo. Mi cuerpo había reaccionado y mi mano saco una navaja de mis ropas, el mundo se había silenciado y sus hombres reaccionaron al verme con la navaja en mano y rápidamente me apuntaron con sus armas cargadas.

- Me habían informado que había un soplón entre mi gente – Señalo el lugar al que había dirigido su pistola, en su mayoría volteamos a ver y visualizamos un cuerpo tirado con un pequeño charco de sangre saliendo ya de este. El soplón supuse. Guarde mi navaja de vuelta en su lugar y en reflejo sus hombres también habían dejado de apuntarme. – Los hombres que mataste también lo eran, me habían convencido de ir y darte una bienvenida antes de que me informarán sobre quiénes eran los pequeños traidores. Supongo que en vez de ir a divertirse contigo querían evitar que consiguieras lo que había en esa computadora.

Un Credo de OscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora