Capítulo 2

7 3 0
                                    

Me acerque para abrazarlo con fuerza, con el sentimiento de no haberlo visto en años. De igual manera recibí el abrazo con mucha mas fuerza de parte de él.

Podía sentir la diferencia de la estatura de los dos, por la inclinación que su cuerpo al responderme el abrazo.

Nathan, lo más cercano a un familiar para mí, crecí y me entrene junto a él en Haling Cove, habíamos hecho trabajos juntos por un largo tiempo hasta que el Umbra nos puso en solitario. Pero eso no nos hizo distanciarnos y cada que terminábamos un trabajo siempre nos esperábamos a las afueras del bosque para reencontrarnos.

- ¿Vas a seguir todo el día en mis brazos o podemos subirnos a los caballos y volver a la montaña? – su tono burlón relajó un poco más mis músculos soltándolo de a poco, pero una ligera resistencia de parte de él lo impidió, provocando una pequeña risa de mí parte.

Sabía que no era una simple broma, ambos éramos conscientes de que había vuelto con vida, al salir de aquí corríamos el riesgo de que algún federal nos encontrará y nos encarcelará, o que algún enemigo del Umbra nos matará. Regresar siempre había sido una bendición para ambos ya que crecimos viendo a los asesinos regresar en una bolsa o tan solo una parte de su cuerpo, como si el resto se lo guardarán para si como un lindo trofeo que podrías ponerlo en alguna estantería de tu casa.

Inhale con fuerza su aroma olor a lavanda y cítricos y tome el valor para soltarlo y mirarlo con una pequeña sonrisa.

- Estoy entera bicho raro.

Mi sonrisa se ensancho al ver su mueca de disgusto ante el apodo, tome las riendas del caballo mas cercano a mi y monte con agilidad su lomo. "Gracias" a que Haling Cove mantenía la tradición de antigüedad, no estábamos equipados con la tecnología actual, ni si quiera con la retro, eso causaba que aprendiéramos a andar en caballo, o practicar con armas blancas. Sin exageración aun me parecía una maravilla estar en frente de los cines o de alguna tienda de tecnología.

- Claro que si... siempre estas bien bichito – se había dado la vuelta para imitar mis movimientos, no sin antes hacerme un gesto grosero con la mano, causándome una carcajada.

Avanzamos por el bosque a paso lento, disfrutando de silencio y del sonido de la naturaleza, el viento meciendo las hojas y ramas delgadas de los árboles indicaban que el clima de hoy estaría perfecto para esta larga caminata.

. . .

- Comprendo que tu trabajo salió bien... ya que te encuentras aquí – su voz me saco de mis pensamientos prestando atención con rapidez, añadiendo una pequeña pausa para alcanzar mi paso – Lo que no entiendo es porque estás callada, ¿Quieres contarme lo que paso?

Me removí entre la montura sintiendo como la bilis iba subiendo, recordando cada palabra y cada gesto de aquel hombre. Sentí la pesada mirada de preocupación de mi amigo haciéndome pasar un mal rato, odiaba ese gesto y mas en la cara de él.

- El Umbra me contrato para dos trabajos y no solo para uno – solté las palabras demasiado rápido que no las pude procesar – Me quieren de vuelta dentro de una semana y quieren que yo haga...

Dejé de hablar cuando mi garganta se bloqueó y mis ojos empezaban a picar, logré captar la imagen de sorpresa de Nathan, que ahora cambiaba por una de enojo.

- Ya veo... - trago saliva con fuerza optando por una postura más tensa - ¿Sabes quien va a ser? – no quería hablar de esto y menos con él, pero comprendía que no tuviera otra cosa que decir.

Negue con la cabeza y un gran suspiro salió de su boca.

Nathan y yo éramos los más jóvenes entre los asesinos, hasta que el Umbra acepto varios matrimonios entre el grupo. Lo había hecho solo por nosotros, el decía que veía nuestra amistad como una unión y fortaleza. Tanto fue esa visión, que poco después de haber aparecido mi primer periodo nos obligó a tener relaciones para fortalecer esa amistad.

Un Credo de OscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora