02: Encuentro

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Apenas unos cuantos minutos atrás, dos jóvenes platicaban sobre la sombra de los árboles, sumergidos en la brisa primaveral que los envolvía en una calma tal como para disfrutar incluso de los rayos del sol.

Él se encorvaba un poco para hablarle, y ella caminaba con seguridad haciendo cuanto movimiento necesario con sus brazos para poder explicar lo que decía.

—Estoy segura de que vale la pena ir por ella.

—¿Murasaki?

—¡Cierto! Dices que también la conoces, iban juntos a la escuela, ¿no?

La chica dejó que el reflejo de sus anteojos adornara su mueca curiosa, con tal de tener algo interesante que oír.

—¿Cómo era ella en clases?

—Ya sabes, muy callada. No era muy participativa.

—¡Ah! Claro, así se hace la interesante. Pero una vez que entra en confianza, hasta por las orejas habla. No puedes callarla.

El chico no aguantó soltar una sonrisa, como si todo fuese una caminata casual de domingo.

—¿Por qué te ríes?

—Porque es cierto.

Ante la respuesta, la chica supo que había encontrado un tema que ambos podían poner a prueba, qué tanto sabían de la chica reservada, aparentemente.

—Y bueno, dime. ¿Qué más te dijo? ¿Te confesó sobre el chico que le gustaba?

Me mencionó su nombre una vez, pero no lo recuerdo muy bien.

Era, Kai.... Ka-Kai... ¿Kaito?

—¿Kaito Tozaki?

—¡Ese mismo! ¿Lo conoces?

—Es mi mejor amigo.

Con la posición del chico a su alcance, la muchacha no tardó en jugar con la información.

—¡Uy! Y qué, ¿alguna vez le ayudaste? Cuéntame todo, ¿tu amigo te dijo algo sobre ella?

—De ser posible, claro que la habría ayudado, pero, yo ni siquiera lo sabía.

La sorpresa del chico era genuina, tanto así que entró en un cuadro de pensamientos llenos de extrañeza, ¿Qué tanto era lo que realmente sabía sobre quién llamaba su amiga?

—Vaya, parece que si actuaba bastante callada. Cómo sea, no recuerdo si vamos bien. —un tanto incómoda por haber puesto en jaque al chico, la de anteojos cambió el tema sin dudar—. Creo que era por ésta calle.

De inmediato, su acompañante se miró más sorprendido. No entendía cómo era que, siendo familiares, la chica no pudiese dar con la casa de Murasaki.

—¿Qué no sabes donde vive?

—Bueno, es qué, ella se la pasaba más en mi casa, que yo en la suya. Solo he venido un par de veces, ya sabes, por eso de la familia.

Entonces, la curiosidad se apoderó del chico, ya había aceptado que no conocía en realidad a la solicitada muchachada. Y eso lo había hecho cuestionarse, ¿Qué tanto sabía de esa versión? Y qué tanto se podían conocer entre todos, en realidad.

Era un hecho que entablar relaciones era difícil, pero, incluso dudar de quiénes más confiaba, le hacía plantear que tanto habría de importarles o preocuparse por ellos.

Fue cómo decidió averiguar lo que Ayako sabía de su prima.

—¿Familia?

—Si, bueno. Desde que murió mi tía, mis primos han sido un poco diferentes, y sobre todo—

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