Descansando sobre su pierna derecha en la barra que conectaba a la otra habitación, Kiiro se encontraba con las manos juntas y una mirada totalmente diferente. El tema era algo tan crucial como abrumador y repentino.
Los tres solo supieron pasmarse ante las palabras, sabían a la perfección a que venía esa pregunta, y que no estaban listos a aceptarla.
―Pueden omitir los detalles, solo es importante que me digan si recuerdan haber muerto. ―consciente del peso de dicha experiencia, Kiiro sabía ser flexible, pues no era algo que pudiesen compartir abiertamente, él mismo era incapaz de soltarlo ante sus recién llegados, pero "El de blanco" le había impuesto esa condición―. Yo recuerdo haber sido asesinado. ―mordiendo sus labios de manera casi imperceptible, sus brazos temblaron por la ira aun sembrada en sus memorias.
Murasaki apartó la mirada al instante, no se había atrevido a contárselo a nadie, no quería admitir que su ida al hospital era porque ella había muerto aquel día.
―Tuve un accidente de carretera. ―Ayako tomó la palabra, tras ver cuán difícil era para los otros dos. Si bien era quien tenía mayor facilidad a la hora de hablar, eso no significaba que fuese más sencillo para ella dar los detalles sobre su muerte, aun si fingía haber asimilado su situación―. No hay mucho que recordar, solo oscuridad.
Perdiendo la mirada en sus manos, revivió aquel sentimiento, recordando la noche en la que sintió su propia sangre por primera vez, mientras su mente le traía la imagen de una obscura silueta frente a ella.
―Yo, también fui asesinado. ―Midore miró a través de la ventana con sutileza, buscando algo de tranquilidad en el exterior, para después cruzar los brazos e intentar resguardarse de la sensación que le invadía al recordar el momento, una y otra vez, de cómo había sido lanzado cual basura.
Por más que buscaba una manera sencilla de decirlo, Murasaki no podía encontrar las palabras para explicarles sus motivos, siendo apresada por su propia angustia.
―T-tuve... Yo tuve una herida grave. Recuerdo morir desangrada. ―dijo superficialmente, intentando controlar sus emociones.
Escondiendo su mirada, Murasaki sentía pesadez, cómo si un regaño se posara sobre ella cada que recordaba el motivo de su estadía en el hospital. Y ciertamente, su prima la observaba con un ligero reproche, ninguna sabía cómo actuar ante ese suceso ni cómo sobrellevarlo.
―No es fácil terminar de comprenderlo... Apuesto a que en su momento fue algo hasta traumático. En cambio, nuestros ojos son la señal que confirman el haber muerto y vuelto a la vida. La forma de nuestras miradas es una clara prueba de ello. ―agregó señalando sus propios iris.
―¿Y la voz? ¿Qué se supone que nos agrega eso? ―confirmando que, en aquel momento en la ciudad abandonada había regresado de la muerte, Midore se había llenado de preguntas que esperaba resolver pronto.
Ayako y Murasaki atendieron a las palabras de su compañero, al tener desconcierto de lo que estaba diciendo. Tal parece que los chicos habían tenido contacto con algo ajeno a su entendimiento, una voz.
Apenas si la mayor de las chicas iba a preguntar sobre ello, cuando una frecuencia sonora se apoderó de la sala, no solo inundando sus oídos sino también sus mentes.
―He esperado por tantos años a que ustedes finalmente se reunieran. Hoy es el día en que sus caminos se cruzan. El destino ha completado al equipo. ―Murasaki se esforzaba por encontrar al responsable de dicho sonido, pero, en la habitación solo estaban sus acompañantes casi igual de sorprendidos―. A la brevedad, el tiempo no me permite ser tan claro como quisiera, aun así, intentaré decirles lo importante. Alguna vez se me conoció como "Shiro", soy un Dios caído.
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Un mundo inmortal
Narrativa generaleCuatro jóvenes se encuentran tras recibir poderes extraños, sin un propósito o una razón clara de lo sucedido, deciden tener "fe" en una misteriosa voz. Embarcándose a través de un largo camino, descubriendo -Un Mundo Inmortal-. [3.6]