27/03/1809
La Reina Han Hyojoo se encontraba hablando con el doctor Kim, sobre su hijo menor, el principe Han Jisung, a quien solo le quedaban diez días de vida.
La Reina Han al oír la noticia no pudo contener sus lágrimas, la perdida de un hijo no es para nada fácil. El doctor Kim pudo notar que la Reina quería tiempo a solas con su hijo, sabía que esa noticia no era fácil para recibirla, mucho menos decirlo. Se despidió con una revrencia para luego salir del castillo y dirigirse hacia su hogar.
Jisung estaba al otro lado de la puerta dónde su madre y el doctor hablaban sobre él, una lágrima se deslizó sobre su mejilla, para él, lo difícil no era saber que moriría, si no, que dejaría a su ángel, aquella personal la cual amaba prohibidamenten para alguien como ellos, aquella persona que había estado con él por más de dos años en una linda relación, sin duda, no soportaría, que por culpa de él, su ser amado llorase.
Secó rápidamente sus lágrimas al oír como la puerta de aquella gran habitación era abierta, dejando ver a una hermosa cabellera negra de su madre. Una sonrisa forzada se formó en ambos rostros, mientras que la Reina se dirigía hacia la cama en la que reposaba el menor.
-Tenemos que hablar- su vos apenas fue audible por la presión en su pecho.
-Ya sé lo que dirás, madre - dió un suspiró triste y cansado. - Quiero pedirte un favor, madre mía.- pa Reina asintió, esperando al favor que le pediría su hijo menor.- Por favor, no le digas sobre el tiempo que me queda a Lee Minho, te lo ruego - Sus ojos se cristalizaron al nombrar el nombre de su ángel.
La Reina asintió un poco confundida - Pero... ¿Porqué? No es él ¿tu mejor amigo? - preguntó confundida.
-No quiero que sufra por mi culpa- agachó su cabeza, mirando directamente sus manos, las cuales, la Reina tenía agarradas, dando suaves caricias en ellas. La Reina se limitó a asentir.
-¿Que quieres hacer en... En estos días que... que te quedan, mi bebé?.
-Lo único que quiero es, estar en mi habitación, escribir un libro que le daré a Minho cuando lo vea, pasar mis tardes contemplando el cielo y en las noches tocar mi violín, disfrutar... De la vida- la verdad era, que si en ese momento el podía morir, preferiría eso, diez días pueden parecer una eternidad.
El principe y la Reina pasaron un tiempo más hablando, hasta que la noche llegó. Le dió un beso en la mejilla, prometiendole que no lo molestaría en los siguientes días, como lo había prometido. Claramente, estaría viéndolo de ves en cuando, no podía solamente olvidarse de él, sin saber que es lo que hace, como sigue.
Cerro la puerta y sin más, se dejó caer al suelo, llorando, con su espalda pegada a la puerta, pero no, no podía que vieran ese lado de ella, según la sociedad, sus sirvientes, incluso sus hijos, ella era una Reina sería, con un aspecto intimidante y autoritario, pero con un gran corazón y un hermoso carácter. Se levantó y se dirigió a su habitación, la cuál, capaz y no saldría de el por el resto de la semana.
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01/04/1809
Los príncipes Lee estaban a la puerta del castillo de los Han, se dirigían a visitar a Jisung. El guardia que vigilaba la puerta, al conocerlos, los dejó pasar con una pequeña reverencia. Cuando estuvieron en el salón real, se encontraron con el principe heredero al trono, el principe Han Hyunjin, quien estaba tranquilamente tocando una hermosa melodía en su piano.
Hyunjin, al sentir la presencia de alguien más, dejo de tocar aquel instrumento, y se levantó y se dirigió hacia los invitados, con aquella elegancia digna de alguien de la realeza.