–Pero... al tocar tu mano no sentí... Nada
Chan suspiró
–Ya deja de ver esa película infantil Hannah, ya la viste muchas veces, hasta yo me se los diálogos de tanto que la ves.
–Es cultura general, Chan, además que es mi película favorita, y nadie te está obligando a que estés aquí conmigo viendo la película – dijo poniéndole pausa a la película que estaba viendo, dirigiendo su mirada a la de su hermano mayor.
–No puedo negar que es entretenida, pero ¿Quién carajos va a creer que puede sentir que no es su "alma gemela" solo por el toque de su mano?
–Pues yo si lo creo – respondió volviendo su vista hacia la pantalla – algún día te traerá loco alguna chica y verás que la película tiene razón – hizo una pausa– o chico, no sé.
–Ya cállate mejor Hannah.
–Ush, que irritable eres.
Hannah le dió play nuevamente a la película y no hablaron por un buen rato.
–Majestad, yo soy Cenicienta ¿No me recuerda?
–¿Cenicienta? No creo recordarla.
_Cenicienta se hacerco hasta donde estaba el principe, y con cautela tomó su mano_
_El principe al sentir su tacto recordó todo, el día de su boda con ella, la noche que la conoció, y también recordó lo que le había hecho para olvidar a su princesa_
–Siguen con eso del toque de la mano, Ash
–Ya te pasará con alguien, y podré decir, te lo dije – respondió con burla.
Chan solo rodó los ojos y vió su reloj, eran pasadas de las once de la noche, al día siguiente tendría que ir a su trabajo desde temprano. El rubio optó por irse a dormir. Se despidió de su hermana y se fue a su habitación.
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–Otra vez tarde, Chan.
–Lo lamento mucho, Felix, me quedé dormido – dijo con vos agitada.
Había despertado a las siete de la mañana cuando tendría que a ver entrado a su trabajo a las seis y media. Corrió como nunca antes, apenas y pudo darse una ducha.
–Agrégale cinco alarmas más a tu lista, tal ves de tanto posponer te cansas y te levantas – bromeó.
–No es mala idea.
–Déjate de cosas y vé a limpiar las mesas, este día han llegado muchas personas y supongo que vendrán muchas más.
Chan asintió y entró a la cafetería. El rubio tenía dos años de trabajar con el peli negro. Felix era menor que él, pero eso no significaba que debía de dejar de lado que era su jefe, aunque al pasar los meses se volvieron buenos amigos.
Un poco adormitado se puso el uniforme y el mandil. Agarró una toalla para empezar a limpiar las mesas y retirar las tazas y platos sucios que las personas dejaban ahí.
Gente llegaba, gente se iba, sin duda ese día era el que más clientes tenían de todo el mes.
La tarde había llegado, y tanto Chan como los demás estaban cansados por tanto cliente que habían tenido. Eran las cinco de la tarde y empezó a llegar menos gente. Dió un suspiro de alivio al pensar que ya serían las seis y acabaría su jornada de trabajo.